Capítulo 21

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Nicholas Dagger.

Observo a la pelinegra hablar con los oficiales a cargo, se abraza a sí misma escuchando atentamente.

Escucho la información que me proporcionan los informáticos de la mafia, no dicen nada de lo que no esté al tanto ya, bramo un par de órdenes antes de colgar.

Mi vista se desvía a ciertos puntos específicos donde los mejores matones de la mafia se encuentran escondidos, alerta de cualquier movimiento fuera de lo normal. Están colocados estratégicamente cubriendo todo el perímetro.

No iba a permitir que la pelinegra se expusiera sin estar seguro de que es seguro el lugar para ella.

Colin y Vicent no se le separan, mantienen una distancia prudente, por órdenes de la pelinegra, porque según no se sentía cómoda teniéndolos a un paso de distancia. Ambos gemelos están armados.

Siento el frío material de mi daga en mi tobillo, y el peso de mi glock en mi espalda, juego con el anillo que descansa en mi dedo de en medio.

Elizabeth gira en busca de alguien, me encuentra con la mirada, con un discreto gesto me pide que me acerque.

Dylan y Benedict no tardan en aparecer en mi campo de vista, ambos atentos a lo que el oficial explica, entretenidos.

— Nick, él es el oficial a cargo —Elizabeth señala al hombre de mediana estatura, analizó su vestimenta, en su pecho las siglas MI5, comparto una mirada con Benedict, cómplice.

— Agente Rogers —se presenta el hombre de no más de treinta años, extendiendo su mano.

— Nicholas Dagger —sujeto su mano.

Aleja la mano cuando no soporta mi agarre, sonrío para mis adentros.

— Como le comentaba a la señorita Blackwood, esto fue un atentado previamente determinado —explica, su mirada se desvía a la pelinegra—. Tenían un objetivo en específico.

— ¿Eso es todo lo que tiene? —pregunto al ver como su atención está completamente en la pelinegra.

Carraspea nerviosamente, expone una bolsa transparente con una etiqueta de evidencia.

— Jamás habíamos visto una con ese impacto —menciona señalando los restos de la bomba—. Es pequeña, fácil de pasar por desapercibida, por donde fue encontrada está claro que fue colocada en un pilar.

— ¿Alguna marca? —Elizabeth observa la bolsa minuciosamente.

— Nuestros agentes están tratando de buscar algo, pero hasta el momento no hay nada.

Tomo la bolsa de la mesa, girándola en busca de una marca.

— Es material sos...

— Veinte centímetros de largo y diez de ancho, no tiene signos de forzamiento, eso indica que fue activada a distancia, esa marca que tiene ahí no es del impacto —señalo una marca en forma de cuervo—. Es la marca de la bomba, italiana.

Bajo la bolsa, poniéndola sobre la mesa.

— Que buena vista tiene el señor Dagger —expresa con un tono divertido.

— Solo estaba comprobando lo que claramente el MI5 no sabe hacer.

Mi respuesta lo deja con una expresión de completa incredulidad, toma la bolsa, entregándosela a una de las agentes que se acerca.

— Hacemos todo lo que podemos.

— ¿Qué es todo, agente? —pregunto con frialdad, subestimando su autoridad.

La Herencia BlackwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora