Capítulo 43

14 2 0
                                    


Mierda.

Mierda.

Mierda.

Cierro los ojos, masajeó mis sienes exhausta. El director de finanzas sigue hablando, tenía razón hay desvíos de dinero, el problema es qué son demasiado visibles. La federación de las normas de información financiera nos han citado para esclarecer esta situación.

— Por eso yo propongo pagar la multa, y reponer el dinero perdido.

— Robado —corrijo fijando mi mirada en el hombre.

— Robado —repite con los labios apretados.

— Vamos ha pagar la multa y encontrar al responsable de ese desvío —espeto—. Dagger, Nicholas, quiero un reporte de todos los movimientos —es información que ya tengo pero solo quiero corroborar—. Llamen al hacker quiero a mi disposición las cuentas de cada uno de los integrantes de esta empresa, sin excepciones...

Escucho un carraspeo, volteo a ver al mayor de los Dagger.

— Entendemos su frustración, pero el procedimiento que está pidiendo es... muy visible.

— ¿Y qué propone? —cuestionó levantando mis cejas con interés.

— Hacer lo que nuestro director de finanzas ha mencionado.

— ¿Pagar y pretender que nada ha pasado?

Silencio. Nadie responde o comenta al respecto.

Simplemente increíble.

— No —niego—. Mi familia no se hizo rica dejando que otros roben lo nuestro, quiero al culpable, y quiero el dinero de la empresa de vuelta. Pueden retirarse.

La puerta se abre permitiéndoles la salida a los miembros de la junta directiva, salen uno por uno o en binas. Recargo mi espalda al ver cómo cierran la puerta. Me enderezo al sentir una presencia aún en la sala.

Observo extrañada al señor Logan, sonríe ligeramente casi inexistente.

— Es la primera vez en veinte años que veo de nuevo a mi hermano James —suelta en un tono nostálgico.

— ¿Hermano? —inquiero sorprendida ante tal comentario.

— Jamie y yo éramos inseparables, dos niños con demasiada energía y mucho en común. Si el no estaba en su casa era porque estaba en la mía y viceversa —ríe—. Podrás tener el brillo de tú madre, pero tienes el carácter de tú padre, son cómo una gota de agua.

Jamie.

Su sonrisa desaparece de golpe, en su mirada puedo ver tristeza.

— Aún me arrepiento de cómo terminar las cosas.

— ¿Qué sucedió? —me atrevo a preguntar.

— Me enamoré —confiesa, abro los ojos sorprendida—. No, no, no de tu padre, de tu madre. —aclara rápidamente—. ¡Por dios, niña! Es imposible negar lo atractivo que era tu padre, pero mi amor por él no iba por ese lado.

— Entonces...

— Ambos caímos en el encanto de la bella Tory, pero quien no lo haría, con ese cabello rojo y esos ojos verdes. La chica más inteligente de su generación —concluye con un tono suave.

No tengo una imagen clara de mi madre, algún recuerdo vivido donde pueda figurarla. Qué hable de ella de esa manera es un abrazo a mi corazón. Sin importar a dónde va la conversación.

— Vi a la persona que más apreciaba enamorarse de a quién yo creí amar —suelta sin tener un rumbo en su mirada, decaído—, con el tiempo entendí que Victoria correspondía los sentimientos de tu padre, y me hice a un lado. Hasta alejarme de completo.

La Herencia BlackwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora