Bufo molesta.
Es imposible pasar por alto las miradas de las esposas de los miembros de la junta directiva.
— Nadie me aviso de esto —murrmuro claramente molesta—. Ni siquiera vengo vestida para este tipo de ocasión.
Dylan deja de sonreír para mirarme con una mueca confundida.
— ¿De qué hablas? —inquiere detallando mi apariencia.
— Luzco como una niña.
— Yo creo que esa nueva falda se te ve bien.
Volteo mi cuerpo, ocultando mis expresiones de las señoras entrometidas.
— ¿Qué acaso no lo entiendes? —pregunto irritada, manteniendo un tono bajo—. Si me ven como una niña, me trataran como una. Ya viste que no todos los miembros de la junta me aceptan, están inconformes conmigo.
— Puedes usar lo que gustes, eso no quita el hecho de que tu eres superior a ellos.
Levanto la mirada percatandose de ese drástico tono de voz.
— ¿Qué hay...
— No les des ese poder —me interrumpe tomándome de los hombros—. Tú eres la que tiene el poder sobre ellos, no al revés. Deja de atormentarte.
Suelto aire con pesadez, asiento.
Vuelvo a colocarme a su lado, ambos sonreímos a la par.
Aprieto los labios reprimiendo una risa al ver como cierto castaño se atiborra de comida en la mesa de aperitivos. Parece sentir mi mirada porque levanta la cabeza, niego divertida al ver sus mejillas infladas por la cantidad de comida que tiene en la boca.
Traga duro pasándose todo de golpe, me regala una sonrisa inocente.
Frunzo el ceño al ver como toma un pastelillo, voltea a los lados revisando que nadie lo mire antes de comenzar a acercarse.
— Elizabeth —dice con un tono travieso al acercarse.
— ¿Benedict?
Se da la vuelta dándome la espalda, sonrio al ver como me entrega el pastelillo. Tomo el pastelillo, llevandomelo a la boca, una combinación de frutas y queso invade mi paladar. Me cubre hasta que me lo termino.
«Gracias» articulo con mis labios.
Guiña un ojo en respuesta.
Rio negando con la cabeza, sus acciones son únicas y tiernas.
Un ronco carraspeo llama la atención de los tres, volteamos en esa dirección.
El señor Dagger nos observa con una ceja levantada, curioso de la tranquilidad con la que están comportándose sus hijos.
— ¿Dónde está Nicholas? —pregunta mirándonos en general.
— No aquí —responde Benedict con un tono obvio.
Bajo la cabeza escondiendo mi sonrisa al escuchar cómo resopla el padre.
— Probablemente esté afuera fumando —menciona Dylan.
— Eso espero —sonríe cuando una señorita de servicio le entrega una copa de lo que parece ser whisky—, porque esto es importante para Elizabeth.
— ¿Yo?
— ¿Ella?
— Si —enfatiza con un tono severo—. Deben verla como alguien respaldada por su familia, así que compórtense, sonríe Elizabeth.
Por puro instinto sonrio.
El sonido de la puerta siendo abierta nos hace voltear.
Un joven castaño aparece ayudando al señor Anderson a caminar, me remuevo incómoda al ver como tiene que usar un bastón para caminar, no sabía que ya había salido del hospital. Nunca me dicen nada, miro de reojo al señor Dagger.
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La Herencia Blackwood
Gizem / GerilimA lo largo de nuestras vidas nos enfrentamos al dolor, en ocasiones por nuestra culpa y en otras por segundas personas. Pero no hay dolor más grande que el de perderlo todo, casa, amigos, familia y a ti mismo. No existe nada peor que perderse a sí m...