— No puedo creerlo.— Lo juro.
— ¿Estas seguro?
— ¡Si! —exclama alterado—. Brillaba y tenía alas.
— Pudo ser cualquier cosa.
— Era una hada —afirma seguro de lo que vio cuando tenía siete.
— Si tu lo dices.
Me encojo de hombros, terminando de arreglar mi cabello. Una diadema celeste adorna mi larga melena, dejando mi rostro limpio.
Un día nuevo, una cena por asistir.
¿Que si estoy nerviosa? Si, pero aún quedan ocho horas para que la cena empiece, no puedo preocuparme todo el día, el desayuno estuvo exquisito, no me gustaría vomitarlo por mi mal manejo sobre mi estrés.
Después de desayunar, Dylan y yo, nos entretuvimos platicando sobre cualquier tema, mientras yo reorganizaba mi habitación. Mi baño fue lo primero que terminé, mi recamara tomó un tiempo pero con ayuda de Dylan logre quedar satisfecha. Mientras que mi armario...bueno Dylan nadamas entró y se dio por vencido.
En conclusión, tendré que pedirle a Aurora que se encargue de esto.
Salimos de mi habitación en busca de los hermanos restantes. El señor Gerauld no se encuentra, salió desde muy temprano, parece ser algo muy común en él.
— ¿Quién va ganando? —pregunta Dylan al entrar a la sala.
El pelinegro y el castaño juegan una partida de ajedrez.
— Nick —responde el castaño sin despegar la mirada del tablero.
— ¿Por qué sigo preguntando? —pregunta para sí mismo con un tono divertido.
Tomo asiento en el sillón que da una amplia vista de la partida, analizo las jugadas de ambos, cada quien hace lo que puede. No son malos, solo no son verdaderos competidores.
Una de las señoritas de servicio entra con un par de tazas de té, dejándolas al alcance de los que juegan, luce nerviosa ante la mirada del pelinegro, entiendo completamente lo que su mirada causa.
— ¿Gusta que le traiga té, señorita Elizabeth? —pregunta amable.
— Café, está bien.
— ¿Pudo pedir una taza de té? —pregunta Dylan con pena.
— Enseguida traigo sus bebidas, jóvenes.
Miro a Dylan cuando la señorita sale de la habitación, extrañada.
— ¡Mierda! —exclama molesto el castaño.
Reviso la jugada, efectivamente ha perdido, de nuevo.
— Concéntrate —ordena el pelinegro, comenzando una nueva jugada.
— Inicia —ignora el comentario de su hermano.
Las bebidas llegan a los segundos de que inicia la nueva jugada, bebo mi café mientras observo los movimientos de ambos hermanos. El mayor es calculador, pareciera que ya sabe qué movimientos va realizar su oponente, por otro lado, el castaño, hace todo su esfuerzo en mantener a raya los ataques de su hermano.
Niego con la cabeza, discretamente al ver ese desesperado movimiento.
B; Caballo, c6.
N; Alfil, cf6.
«Interesante»
La partida avanza, nada emocionante, movimientos torpes por parte del castaño y movimientos demasiado obvios del pelinegro, que el castaño no parece ver. Una partida aburrida.
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La Herencia Blackwood
Mistério / SuspenseA lo largo de nuestras vidas nos enfrentamos al dolor, en ocasiones por nuestra culpa y en otras por segundas personas. Pero no hay dolor más grande que el de perderlo todo, casa, amigos, familia y a ti mismo. No existe nada peor que perderse a sí m...