Capítulo 4

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Giro observando al causante del ruido que hizo que volviera a la realidad, unos asustados ojos verdes no dejan de verme, y ciertamente yo tampoco dejo de hacerlo, mi cerebro manda una señal de alerta ya que recuerdo que no conozco al chico que se encuentra enfrente de mi.

Detallo detenidamente al intruso, escaneo su figura en busca de la razón por la que se encuentra aquí, mejor, cómo logró llegar hasta aquí.

Su mirada verdosa flaquea cuando nuestros ojos se topan.

— ¿Quién es? —pregunto a la defensiva—. ¿Cómo llegó hasta aquí?

Nadie llegaba hasta el centro del laberinto sin perderse.

— Y-Yo lo siento no quería interrumpir —parece avergonzado y sus mejillas lo confirman—. Dylan.

— ¿Dylan?

— Soy Dylan —aclara con una tierna sonrisa—. Y llegar aquí es fácil solo debes seguir las pequeñas flores negras que están en las paredes de los arbustos.

Aprieto con fuerza el rosario quedando paralizada al escucharlo.

— ¿C-Cómo sabe eso? —tartamudeo, es imposible que alguien sepa eso.

Sonríe de lado acercándose, retrocedo disimuladamente. Juega con sus manos con nerviosismo, justo como yo suelo hacerlo.

— De pequeño solía llamarme la atención el laberinto un día me adentre y lamentablemente me perdí por horas —confiesa con un toque de gracia—, pero la señora Gracelynn me encontró y me dijo que si quería volver a entrar debía saber cómo salir así que ella fue quien me contó lo de las flores.

— Mi abuela le contó el secreto —repito sorprendida—. ¿Por qué?

— ¿Abuela? —sus ojos reflejan un sentimiento que no logro reconocer—, ¿quién eres?

— Elizabeth Blackwood —respondo con un aire de orgullo—, y no ha contestado mi pregunta.

— Elizabeth —su voz sale en un susurro.

Luce desconcertado, sus ojos no dejan de escanearme, como si no creyera lo que ve.

— ¿Por qué razón mi abuela le contaría uno de los secretos familiares?

— ¿De qué secreto hablas? —parece confundido pero no deja de mirarme.

— El de las flores.

— ¿Es un secreto?

— Lo es.

— Yo no lo sabía — niega con la cabeza—, la señora Gracelynn no mencionó que era un secreto o tal vez lo hizo pero creo que estaba más concentrado en ....

No termina la oración ya que un grito llamándolo nos hace voltear al mismo tiempo en dirección al pasillo que lleva a la entrada del laberinto. Al girar para volver a ver al chico este ya se encuentra mirándome, su mirada logra estremecerme, la forma en la que me mira es como si tuviera miedo.

— C-Creo q-que deberíamos volver —aparta su mirada de la mía pero ya he notado el sonrojo de sus mejillas—, después de ti.

— No —suelto con rapidez—, es a usted a quien buscan así que tu primero

— Cierto.

Observó cada uno de sus movimientos siguiendo cada uno de sus pasos verificando que en verdad sabe como entrar y salir del laberinto, su mirada recorre las paredes de arbusto en busca de las flores que se esconden entre el arbusto y esto hace que un sentimiento de intriga surja.

Salimos del laberinto, tanto él como yo notamos que no hay nadie afuera de este al parecer se ha marchado, así que le sigo el paso con intención de llegar a la puerta de la casa, mientras sube las escaleras detalló que es demasiado alto ya que sube las escaleras a una velocidad impresionante estoy tan asombrada por su altura que no noto en que momento abrió la puerta solo percibo como se mueve a un lado permitiendo pasar primero, todo un caballero.

La Herencia BlackwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora