T R E S

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Curiosidad.

"Voy a vivir como si ellos no existieran."

Viera despertó algo mareada, puede que ella no se hubiese puesto borracha una noche antes pero eso no decía que no había tomado una que otra cerveza, por eso Livia había tenido que manejar.

Se estiró cuidadosamente para no molestar a Livia que dormía a un lado suyo pero fue su sorpresa cuando palpó a su lado y no sintió nada más que un espacio vacío y el edredón que se extendía sobre el colchón. Frunció el ceño y tomó su teléfono que descansaba en la mesita de noche por un lado y abrió los ojos exaltada cuando se dio cuenta que eran las diez de la mañana, ella no acostumbraba a levantarse tarde, siempre salía a correr.

Pero una vez que cambiara su rutina no afectaría a nadie. ¡Eran vacaciones!

Se levantó aún mareada y caminó al baño, deshizo su coleta para volverla a hacerla ahora un poco mejor, se lavó los dientes y bajó al comedor donde se podían distinguir las voces de su madre y Livia.

—Buenos días, hija— saludó su madre, Gina, interrumpiendo por un momento su charla con Livia.— Terminamos de desayunar hace un rato, puedes hacerlo tú y Livia te esperará, ¿No es así?

Miró a la amiga de su hija la cual ya estaba duchada y arreglada— Por supuesto, señora Altobelli.

La señora rió y miró a su hija que estaba por poner los ojos a causa de la molestia que le causaba el que Livia fingiera ser tan educada siendo que ella era la culpable del 90% de las locuras que ella hacía.— Tu padre salió al trabajo.

Viera frunció el ceño— ¿En sábado?

Gina asintió mientras se levantaba dejando todos los platos sucios en la mesa para que las empleadas los levantaran. — Sabes que como el jefe de la empresa, debe de estar para cualquier mínimo detalle.

Viera hizo una mueca. — Y como nuestro padre, debería de estar con nosotros aunque fuera un momento, ¿no?

Gina abrió la boca para reprender a su hija pero el gruñido de su hijo mayor la hizo callar —Carlo, ¿Tomaste la pastilla para la resaca que dejé en tu mesa?

El chico levantó la mirada dando a entender que lo había hecho y notablemente, no había funcionado aún.— Siento que mi cabeza va a explotar.

—Eso te pasa por borracho— le dijo Livia resentida— No estuviste ayer cuando...— soltó un aullido cuando un pie descalzo le pegó en la pantorrilla, miró a Viera resentida.— Pero ¿qué...?— calló ante la fuerte mirada de Gina desde la barra de la cocina.

—¿Qué pasó ayer en la noche?— preguntó con interés.

Viera suspiró pesadamente— Nada madre, sólo que un compañero vomitó a causa de la borrachera y armó un gran espectáculo.

Su madre le dio una mirada desconfiada.— Claro— tomó su bolso y se dirigió a la salida.— ¿Y cómo está Duke?— preguntó interesada.

No por favor, no tan temprano. pensó en un iluso ruego.

—Él está bien, gracias por preguntar.— respondió con desinterés.

Su madre sonrió ampliamente — ¿Y él y tú...?

Viera gruñó exasperada.— No mamá, aún no.— Sus padres estaban aferrados a la idea de que Duke -hijo de uno de los empresarios, amigo de ellos- y ella tuvieran una relación, lo cual para Viera era imposible porque no toleraba al chico. Era todo arreglado, ellos querían que estuvieran juntos, que se casaran y tuvieran hijos, era como en "La bella durmiente", comprometidos desde pequeños pero en este cuento no llegaría ningún príncipe a salvarla.

El roba besos | ERB #1 | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora