O C H O

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"Ella pintaba en la oscuridad de la vida, pintaba los paisajes ocultos en su corazón, esos en los que quería estar con la persona indicada, pero creía que sería más fácil encontrar esos paisajes, que al chico ideal."


Viera tardó en reaccionar un poco. Cuando la señal llegó a su cerebro, sus piernas respondieron y rápidamente comenzó a caminar detrás del chico.

Él se paró haciendo que ella chocara contra su gran espalda, Dago volteó riendo levemente— Cuidado.

Ella se separó sintiendo como sus mejillas se calentaban demasiado. Dago la miró fijamente y la inspeccionó por primera vez desde que la conoció.

Era más bajita que él, al menos por una cabeza, su cabello le caía como cascada sobre los hombros y se notaba que no había sido cepillado en un largo rato, sus labios eran regordetes pero no tanto, eran finos y sin ninguna forma en particular, sólo en forma de labios. Sus ojos son cafés, demasiado grandes, lindos y con unas pestañas claramente peinadas.

Era linda y hasta ahora se daba cuenta.

Salió de su trance y notó como a Viera se le encendía las mejillas velozmente, ladeó una sonrisa.

—Vamos— se subió a su moto y se acomodó, miró a la chica que tenía una ceja enarcada.

—¿Por las tardes usas la motocicleta de "Verdadera Italia" y por las noches una... — la chica observó la moto— Italika deportiva?

—¿Qué te digo?— Dago se encogió de hombros— Tengo mis secretos.

Y eso pareció un imán para la chica, pues ella rápidamente se sentó en la parte de atrás.

—Agarrate— le dijo y se levantó la cazadora.

—¿Pretendes que me agarre de tu abdomen?

Dago suspiró, no sabía ni siquiera que hacía en ese momento y sentía que se arrepentiría.

—No quiero tener que visitar el hospital hoy— le contestó— Así que chica bonita, agarrate.

"¿Chica bonita?"— No me agarraré— le respondió fingiendo estar indignada aunque por dentro estaba en una fiesta.

—Bueno... puedes bajarte entonces— le dijo él a sabiendas que no se bajaría.

El celular de Viera sonó y ella rápidamente lo sacó del bolsillo de su chamarra— ¿Hola?

—¡Viera! ¿Dónde estás?

Viera abrió los ojos como platos, se había olvidado por completo de Duke.

Cerró sus brazos alrededor del cuerpo de Dago— Avanza.

—¿Por qué?— la puerta del establecimiento se abrió y de ahí vio a Duke, él los vio en la moto y comenzó a acercarse rápidamente.

—¡Avanza, joder!— y sin esperar, Dago aceleró y salieron disparados por las calles de Verona.

****

El viento chocaba contra el rostro de Vi, no era su primera vez en una motocicleta pero aún así se sentía grandioso.

La motocicleta paró en una luz roja y ambos bajaron sus pies, los de Dago tocaban sin problema alguno el cemento de la calle, mientras que los de Viera, apenas se rozaban con la suela de sus tenis.

—¿Y quién era él?— preguntó Dago mirando sobre su hombro.

Ella levantó la cabeza para verlo mejor— Nadie importante, en realidad.

Él abrió la boca para decir algo pero se vio interrumpido cuando un coche paró a su lado, Vi miró discretamente y ahí estaban... ¿Sus padres?

Se pegó más a él y volteó su cabeza hacía el lado contrario, con suerte, no la reconocerían— Acelera, Dago.

—¿Qué? ¡No! La luz roja está puesta.

—Dago, son mis padres— Al ver que no respondía, ella alargó sus brazos y tomó los manubrios de la motocicleta, acelerando.

La moto se descontroló por unos segundos, arrancó rápidamente y después, las manos del chico se posaron sobre las de ella manteniendo el control.

—¡Estás loca!— gritó, pero no parecía molesto, sino divertido.

—¡Cállate!— le gritó ella, divertida.

Viera regresó a su posición anterior, con sus brazos alrededor de su dorso. Calculaba que debían de ser aproximadamente las once de la noche, había salido a las diez de casa con Duke y de eso ya un pequeño rato.

Por alguna razón, el movimiento agresivo la arrullaba. Acostó su cabeza sobre la espalda de Dago y miró cómo la ciudad pasaba a gran velocidad a un costado de ella.

Estaba quedándose dormida cuando la moto paró, abrió los ojos y se incorpora rápidamente.

—¿Mi casa?— preguntó confundida.

—Tus padres no están, ¿o sí?

Ella negó, buscó con la mirada el coche de Carlo pero el estacionamiento estaba vacío— No hay nadie.— Ella se levantó, él estaba sentado— Tenemos dos opciones— él enarcó una ceja— Te invito a entrar y tenemos una linda noche de películas o... tenemos una noche intensa.

Él soltó una gran carcajada— Por más tentadora que sea, creo que se haría tarde.

—Cierto...— dijo ella, ambos quedaron en silencio. Después ambos soltaron en enormes carcajadas.

—¿Quién es él?— preguntó Dago de repente.

—¿Él?

—Sí, el chico de la pizzería.

Viera rodó los ojos— El tipo que mis padres quieren para mi.

—¿Y tú no?

Ella esbozó una pequeña carcajada.— ¿Celoso?

Dago negó con una gran sonrisa— Tengo que irme, chica bonita.

Ella enarcó una ceja— ¿Tu trabajo de roba besos?

Él la miró sonriendo— En realidad, sí.

Ambos se quedaron en silencio, viéndose mutuamente con gracia.

—Me gustaría pintarte— le dijo Viera.

—¿Pintar?

—Así es, soy artista.— le respondió— Me gustaría pintarte.

Dago se quedó pensando, no tenía nada de malo realmente.

—Claro, ¿mañana?

Viera sonrió— Mañana.

El roba besos | ERB #1 | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora