V E I N T I O C H O

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"Mis padres me advirtieron de todo tipo de drogas, pero nunca me dijeron sobre esa que viene acompañada de grandes ojos cafés y una sonrisa rompecorazones."

   El pincel subía y bajaba dando los últimos retoques al cuadro, mientras Viera mordía levemente su labio inferior como signo de concentración.

   Él era rojo, y yo le gustaba porque era azul; un día él me tocó y me convertí en un cielo lila, y él decidió que el morado no era lo suyo...

"Colors", de Halsey resonaba en todo el estudio con un volumen que definitivamente no era demasiado aceptable pero que a ella la mantenía concentrada.

   Se limpió con el dorso de la mano que sostenía el pincel el poco rastro de sudor que tenía en la frente, estar encerrada en un ático con las altas temperaturas de ese verano en Verona no era exactamente fresco y recomendable, pero Viera no quería abrir la ventana por miedo a que la pintura se estropeara.

   Dejó la paleta de colores por un lado y tomó la foto de Anette y su prometido, la observó detalladamente y después a la pintura y sintió que el corazón se le llenaba de orgullo; sonrió ampliamente al ver el gran resultado de todo su esfuerzo estos últimos días.

   Suspiró, se acercó a la mesita y dejó el pincel que tenía en la mano y la foto, tomó un pedazo de papel y comenzó a limpiarse las manos. Justo cuando "rock bottom" comenzaba a sonar apagó  la música. Tomó su teléfono y con las manos temblorosas marcó el número de Dago.

   Al tercer tono contestó.  — ¿Viera?— sintió un escalofrío al escuchar su grave voz, la había escuchado una noche antes en el restaurante mexicano pero se había mantenido alejada de él y su voz, así como también se abstuvo a sentarse junto con Giorgio, por lo que terminó con Cassie y Carlo en una esquinita del lugar.

—Am... Dago— rodó los ojos exasperada por su idiotez— es sólo para avisarte que el cuadro está listo. No sé si quieras que lo guarde hasta el día de la boda para que Anette no lo vea.

—No, muchas gracias, pero es en menos de una semana y creo que lo guardaré junto al regalo de mi madre, de verdad muchas gracias.— se escuchaba tan diferente a las últimas semanas, estaba siendo amable, hasta tierno en cierto punto y eso causaba que los sentimientos de Viera pelearán en su cabeza. Era como en esa película de "intensamente", pero en Viera a comparación de Riley, furia dominaba su cabeza y alegría se encontraba tirada en un rincón o pérdida con su amigo imaginario que de seguro también era un elefante.

—Bien, entonces...

—Iré por él en un rato junto a Cassie, ¿está bien?— Viera rió levemente.

—¿Desde cuándo te interesa si puedes venir o no? Siempre llegas sin preguntar— ambos chicos rieron levemente.— Te veo en un rato.

—Bien.

   Viera colgó y salió del estudio después de haber asegurado el cuadro y bajó las escaleras corriendo, necesitaba un baño urgentemente.

   Entró en su cuarto y sonrió de lado observando todo nuevamente. Desde que había entrado a los roba besos se había dado cuenta de que seguía comportándose como una niña, que su vida seguía rodeada de rosa y estaba cansada de vivir entre peluches.

   Por lo que había llamado a Cassie, y con un poco de dinero, ayuda de su amiga y permiso de su nueva y mejorada madre, Viera quitó las paredes que antes eran de un azul cielo y las convirtió en blancas, quitó las estrellas brillantes del techo, todos sus peluches y objetos preciados de su infancia los acomodó ordenadamente dentro del pequeño depósito que tenía a un lado del baño, actualizó las fotos de sus retratos acomodandolos en las nuevas repisas de la esquina. La mesa donde antes estaban sus muñecos y joyeros con pulseras de colores fue sustituido por un sillón de cuero negro, al igual que sus muebles, las mesas de noche rosas se cambiaron por unas color maple donde antes habían estado llenas de cartas de sus amigos de la secundaria o de muñecos que salían en el cereal y le quitaba a Carlo, ahora se encontraban pastillas para los dolores de la menstruación, para la resaca y dos cajas de condones nuevos -idea totalmente de su madre-, al igual que su cama que antes tenía una cabecera en forma de corona ahora era una de dos piezas a juego con las mesas de noche, y las sábanas eran simplemente blancas con un ligero cobertor negro. Las paredes que antes habían estado repletas de dibujos mal hechos en sus inicios de artista ahora tenían marcos con fotos donde aparecían Cassie y ella, también Carlo, una de toda su familia, junto a su abuela, fotos de ella que le habían gustado y en medio de todo eso se encontraba un cuadro que ella había llamado "musa", y que -obviamente había sido pintado por ella. Las cortinas de su ventana había pasado de rosadas a blancas y sus pequeños almohadones ahora eran simplemente naranja claro.

El roba besos | ERB #1 | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora