T R E I N T A Y D O S

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"Voy a amarme a mi misma, no necesitaré a nadie más."

Bajó las escaleras corriendo rápidamente y encontró a su madre con los ojos rojos de haber llorado sentada en la sala de estar, tomando un té y leyendo un libro. Frunció el ceño al verla bajar de esa manera y trató de detenerla.

—Viera, ¿qué pasa?

—Necesito a Carlo, mamá.

El semblante de Gina se tensó pues estaba entendiendo todo, y su mirada se dirigió a los papeles que tenía ella en la mano, y sin decir nada dejó que Viera saliera de la casa para poder llorar mientras la consumía su soledad.

Viera se subió a su auto y tomó aire tratando de relajarse, pero simplemente le era imposible. Tomó su teléfono comenzó a marcar a Carlo, que contestó al segundo tono— Vi, ¿qué pasa?

—Carlo... ¿dónde estás?

—¿Viera? ¿Viera, por qué estás llorando? Estoy en casa de Cassandra, ¿quieres que vaya?— escuchó el sonido de unas llaves y ella negó sabiendo que no podía verla.

—Estoy yendo para allá, solo esperame.— colgó ignorando los pedidos de Carlo para que no manejara en esas condiciones y prendió el coche acelerando entre las calles hacia casa de Cassandra.

El sol comenzaba a esconderse entre las nubes grises que amenazaban con otra tormenta esa noche, mientras Vi conducía ahogándose en sus lágrimas.

Su celular comenzó a sonar y paró el coche en un semáforo, no era idiota, no quería accidentarse. Contestó sin fijarse en el número— Viera, ¿que pasa?— era Giorgio—Estamos todos con Cassie y Carlo dijo que vienes hacia acá muy alterada, no puedes conducir así. Dime dónde estás, iré por ti.

—Gio, estoy por llegar, para por favor.— colgó la llamada, y aceleró dando un giro llegando a la calle de Cassandra, estacionó el coche sin importarle si estaba mal aparcado y salió con el sobre en las manos, afuera se encontraban Dago, Giorgio, Cassie y Carlo que al verla llegar en ese estado se acercaron y Cassie sin poder contenerse, la abrazó dándole todo ese cariño que necesitaba tanto.

—Vi, vi, ¿qué está pasando?— preguntó asustada, ella se separó y miró a Carlo entre sus lágrimas.

—Mi papá, Carlo, mi papá— el rostro de Carlo cambió totalmente de preocupación a tristeza y las lágrimas aparecieron en sus ojos. Se acercó a ella y la abrazó como nunca antes la había abrazado y ambos lloraron fuertemente mientras buscaban consuelo en el otro.— Mi papá me dijo que si quería saberlo todo, revisará esto.— levantó los papeles que tenía en la mano y Carlo abrió los ojos sorprendido.

—¿De dónde los sacaste?

—Eso no importa ahora— intervino Cassie— vamos todos adentro, necesitan calmarse ambos.— ellos asintieron sin nada de ganas, y Gio se acercó a Viera y le ayudó a entrar.

Una vez con todos dentro, Cassandra y Dago les trajeron unos té para que se tranquilizaran, Viera no tenía aún la valentía para leer esos papeles y enterarse de toda la verdad.

—Viera, ¿qué pasó? ¿cómo supiste todo?— preguntó Carlo.

—Yo...— las palabras se quedaron atoradas en su garganta y soltó a llorar nuevamente mientras Gio le extendía un pedazo de papel higiénico.— Él me dejó un video donde me explicaba todo, o casi todo. —miró los papeles de su padre que se encontraban en la mesa de centro.

—Ábrelos, Viera. Es la única manera de que te enteres de todo— mencionó Giorgio y ella negó rápidamente.

—No puedo, no aún. Necesito encontrar ese valor que necesito porque tengo la certeza de que lo que contienen esos sobres no me va a agradar.— tomó aire y le dio un sorbo al té que Cassandra le había proporcionado. —Iré al baño— Viera se levantó con todos mirándola y se metió entre los pasillos de casa de su amiga hasta encontrar el baño.

Cuando estaba por entrar alguien le tomó la mano y ella dio la vuelta encontrando a Dago mirándola intensamente, y lo único que pudo pasar por su mente en ese momento era una súplica de no verlo ahora, no a él.

—Tenemos que hablar, Vi.

—Yo no tengo nada que hablar contigo, Dago.—respondió de manera dura mientras por dentro estaba hecha un ovillo en un rincón oscuro.

—Pero yo sí, y por favor, debes escucharme. Te lo ruego, Viera.— sus ojos demostraban que hablaba con la verdad pero ella no quería escucharlo, ahora ni nunca.

—No Dago, por favor, no es momento y no creo que lo sea nunca,

Él se acercó a ella antes de que se fuese— Te amo, Viera. Tengo razones para haber dicho las idioteces que dije en la madrugada, y te prometo que cuando todo esté más tranquilo y tu estés lista, te lo diré. Solamente hazme saber que me perdonas, y sé que lo que te pido es lo peor que podría hacer pero necesito saber que me perdonas, que aunque sea lo dirás para quitarme este dolor del pecho, aunque sea mentira. Porque te amo, Viera, te amo y esto me está matando.

Viera negó— No puedo perdonarte tan fácil, no soy tan idiota como todos creen que soy. Necesito sanar por mi misma, necesito alejarme de todos ustedes para saber qué quiero y quién soy. Y para eso, me iré a la universidad, Dago. Y cuando todo esté claro dentro de mi, entonces sabré si te perdono o no.

Se dio la vuelta sintiendo toda la valentía que necesitaba corriendo por sus venas. Estaba lista para leer esos papeles.

El roba besos | ERB #1 | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora