T R E C E

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"¿Cómo dejar de querer lo que empezaste a querer sin querer?"

—¿Ya está?

—Espera un poco, Dago.

—¿Listo?— Vi rodó los ojos y tomó el pequeño trapo que encontró y se aventó a la cara. Él se lo quitó y sonrió— ¿Qué tal ahora?

   Viera suspiró y asintió— Está listo pero debemos dejar que seque un poco más. Ahora iré a lavarme las manos— respondió un poco seria.

—Te espero aquí— le dijo sonriente.

   Viera asintió y salió de la habitación un poco decaída. Sabía la razón por su comportamiento pero de verdad que no quería admitirlo, no quería admitir que quizá y Dago le gustase.

   Se conocían de apenas unos días y ya habían tenido un paseo en moto, sabía donde trabajaba él, Dago sabía un poco sobre cómo es ella y sobre la universidad, al parecer su hermano lo conocía, ella empezaba a conocerlo cada vez más, lo había retratado, se habían besado unas 2 o 3 veces.

   Suspiró frente al espejo del baño y comenzó a lavarse las manos entonces cayó en cuenta. ¿Qué pretendía que le dijera al preguntarle porque la invitó a su casa? ¿Qué era porque ella le gustara? ¿Por qué era linda? ¡Obviamente no!

   Entonces la llama de la curiosidad se encendió en ella, ¿Tendría oportunidad?

—Quisiera preguntar qué haces sonriendo al espejo pero me da miedo saber— dio un pequeño brinco del susto y miró a su hermano que la veía raro desde afuera de la puerta, con un tarro de nutella en su mano.

—¿Acaso es MI nutella?— preguntó cambiando de tema.

—Sí— dijo Carlo y después se llevó la cuchara con una gran porción de nutella a la boca, le sonrió y se metió a su cuarto.

—Me debe una nutella— susurró enojada y salió de ahí camino al estudio.

—Pensé que te habías ido por la tubería, mujer— dijo Dago en cuanto entró en el estudio.

—No seas exagerado— le respondió sonriendo.

   Se paró frente al lienzo y comenzó a sacar con cuidado el cuadro— Aquí está— él se acercó y tomó con precaución el cuadro.

—Que guapo me veo.

—Gracias. Suelo mejorar las cosas con mi pincel.

—En realidad— le dijo sonriendo— soy guapo desde el vientre de mi madre.

   Viera soltó una carcajada— Claro, campeón— le dijo tratando de sonar sarcástica aunque por dentro estaba más que de acuerdo.

—Pero ya en serio, eres muy buena. Tienes muy buenos trabajos— le dijo mirando la habitación por donde estaban colgados todos los cuadros que había pintado a lo largo de su vida, bueno, la mayoría, los demás se encontraban en el pequeño armario del estudio.

   Viera se sonrojó levemente. Nadie nunca había halagado su trabajo y que alguien lo hiciera, era simplemente grandioso. — Gracias.

   Él metió la mano libre en el bolsillo del pantalón— ¿Entonces irás?

—Supongo— contestó ella levantando los hombros levemente.

—Te espero mañana, te mando la dirección por correo— ella asintió y después en silencio bajaron hasta la puerta donde ambos se despidieron y él se subió a su moto después de acomodar el cuadro.

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Vi estaba sentada en la silla frente a su escritorio descargando un poco de música cuando su padre entró en la habitación.

El roba besos | ERB #1 | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora