D I E Z

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"Dejar de ser débil es enfrentar tus propios pensamientos."

—Y después podremos ir a algún crucero, no lo sé, pero se tiene que celebrar algo tan grande.

—¿Un crucero?— preguntó su padre sarcástico— Nada de eso. Después de que Viera se gradúe, no tendrá tiempo de nada de esas bobadas. Entrará directo a una de las más grandes empresas de Italia. ¡Del mundo!

Viera rodó los ojos ignorando las palabras de sus padres, estaba acostumbrada a ese tipo de comentarios.

—¿Quieren dejar de decidir un momento sobre el futuro de Viera?— preguntó Carlo, sorprendiendo a la chica. Ellos dos no habían hablado desde esa misma tarde cuando habían discutido. —Ni siquiera saben si ella en verdad quiere estudiar eso, ¿Cierto, Viera?

Entonces ella se dio cuenta de porque lo estaba haciendo. Para joderla y ocasionar problemas.

—No digas estupideces, Carlo— le reprendió su padre— Es obvio que ella quiere estar en la empresa. No sería tan débil para no decir lo que siente.

Débil. Era como su padre la vería si tan sólo supiera que ella en verdad no quería entregar su vida al comercio.

Suspiró y se dedicó a seguir cenando mientras su padre y su madre hablaban sobre temas variados e interesantes para alguien a quien le interese el dinero.

Removió la pasta en el plato justo cuando su padre la llamó, ella levantó la mirada y se encontró con la normal cara seria de su padre.

—¿Quién es ese chico que vino esta tarde?

—Un amigo— respondió secamente.

—Es el repartidor, amor— le contestó su madre.

Viera se levantó justo cuando su padre comenzó con su discurso mareador de cuan importante era Duke en su vida.

Subió las escaleras rápidamente y se encerró en su habitación ignorando a su familia.

Se sentó en la silla del escritorio y acercó la libreta y el lápiz que más cerca le quedaba para después seguir dibujando y perderse entre las líneas.

****

Si algo no salía de su mente era la pregunta de sí Dago le volvería a hablar.

Después de que Dago le hubiese dicho aquello, se sentó y en total silencio se completó la mitad del cuadro que ella hacía.

Después él se fue con un susurrante "adiós".

Tú sabes nada, Jon Snow. — Viera regresó su vista a la computadora que tenía en sus piernas. Se había dedicado a hacer maratón de "Game of Thrones" desde que el ojiazul había partido. Sin embargo, no lograba concentrarse dando vueltas a las palabras de Dago.

"No dejes que te digan que hacer. Tienes el talento, tienes la pasión. No estudies algo que no quieres, eres buena en lo que haces. No te rindas."

Soltó un gran gruñido de frustración y pausó la serie, no tenía ganas de estar viendo como mataban gente ni la sangre volando por los aires, le revolvía el estómago.

Se recostó en su cama, toda su habitación estaba a oscuras y sólo brillaban las estrellas en su techo. Se escuchó como alguien pegaba contra algo en la planta inferior, ella se incorporó rápidamente y miró el reloj alertada. Las tres de la mañana y había ruidos en su casa. Dos opciones pasaron por su mente:

Había alguien queriendo robar en su casa.

Algún fantasma estaba buscando venganza de algo que sucedió siglos atrás en su casa.

Se levantó y se acercó a la puerta, tomando un bate que había detrás del escritorio. Salió de su habitación rogando porque fuera un ladrón a un fantasma.

Colocó el bate en posición de ataque y al llegar a la primera planta, se quedó en el centro mirando hacia todos los lados y fue cuando empezó a preguntarse ¿por qué no despertó a sus padres o a su hermano?

Caminó un poco más, escuchó unos pasos y corrió cautelosamente a esconderse detrás de una planta a la entrada del despacho de su padre. Los pasos se escucharon nuevamente y bajó el bate al darse cuenta que venían del despacho y que la luz se encontraba encendida.

—Entendemos que Viera no es estúpida, ¿cierto?— ella se acercó cuando escuchó la voz de Carlo y se pegó a la puerta del despacho— Es demasiado curiosa, lo sabemos.

—No sabe nada, aún.— respondió su padre.

—¡Ella ya sospecha que está pasando algo!— subió el tono de voz, al parecer lo notó porque después la reguló— Tienes que decirles.

—¿Decirles?— preguntó con un deje de incredulidad— Estamos hablando de tu hermana, Carlo.

—¿Y mi madre? ¿Acaso no merece saber lo que está pasando?

—Si no tuviera las cosas bajo control, lo haría, le diría.

—¡Están en peligro! Son nuestra familia, joder. Si no les dices tú, les diré yo— se escuchó como alguien se levantaba— No puedes ocultarlo para siempre.

—Tengo todo bajo control.

—¿Bajo control?— preguntó sarcástico— No puedes proteger a Viera, la tienes prácticamente comprometida con alguien que no le conviene. Estás tratando de alejarla de nuestro peligro para mandarlo a otro igual.

Se quedó helada al escuchar eso, acaso ¿Duke estaba metido en lo mismo que su padre?

Ellos comenzaron a discutir pero ella se sumergió en sus pensamientos.

¿De qué quería protegerla Carlo? ¿Qué era ese algo que su madre y ella tenían que saber?

Estaba tan confundida que no podía formular una sola respuesta, era demasiada información para una sola noche.

La puerta se abrió y ella rápidamente se escondió detrás de la planta, justo cuando su hermano salió la puerta echando humo por las orejas.

Pasó de ella sin notar su presencia. Miró a la pared donde el reloj se encontraba marcando la hora, suspiró y salió por la puerta rápidamente.

Vi se quedó mirando la puerta y por instinto, salió corriendo detrás de él para seguirlo.

Estaba por tomar el picaporte cuando recordó que no tenía zapatos y obviamente no podía salir sin ellos, por lo que subió las escaleras a una velocidad que ella desconocía.

Entró en su habitación rápidamente y tropezó con la cobija que se encontraba en el suelo para después caer al suelo en un golpe seco.

Se levantó con el cabello hecho un nido en su cabeza y corrió a mirar por la ventana, el carro de su hermano, apenas visible por la falta de luz de la noche, seguía aparcado.

Tomó sus pantuflas del suelo y se las puso para después bajar las escaleras. Corrió de puntillas a la puerta, no quería ser entrometida pero si su hermano acababa de tener una discusión con su padre, no podía salir así de alterado y ella no se perdonaría que algo le pasara.

—¿Viera?— la voz de su padre la detuvo— ¿Qué haces despierta?  

El roba besos | ERB #1 | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora