"Quizá esté mal, pero él es todo lo que conozco."
Corría por un camino de arena, los pies le quemaban pues la arena ardía bajo el sol. La playa se encontraba vacía, ni un alma se encontraba cerca.
La arena comenzó a volverse más húmeda, hasta que los dedos de sus pies se hundieron dentro del mar; el agua subía por sus piernas mientras más se adentraba en este, y poco a poco fue cubriendo su cadera, su abdomen, su pecho hasta por arriba de sus hombros. Él la esperaba frente a ella con los brazos extendidos, listos para sujetar su húmedo cuerpo. Ella se acercó con la esperanza de descubrir su rostro, lo tenía frente a ella...
El sonido de algo golpeando la pared de al lado le hizo sentarse rápidamente sobre las sábanas moradas. Tomó aire profundamente y restregó sus ojos con sus manos, tranquilizando los latidos agitados de su corazón.
—¡Lo tienes! ¡mátalo!— el sonido de una cabeza explotando se escuchó seguido de los gritos de celebración de Carlo.
Viera miró el reloj en su buró, 07:05 a.m. Iba a matar a su hermano, de verdad lo haría.
Se sentó en la orilla de la cama mientras se estiraba y miraba a un punto fijo en su habitación, después se puso las pantuflas y salió de su cuarto dando un portazo.
—¡Carlo Francesco Altobelli!— gritó abriendo su puerta— Son las siete de la mañana, ¿podrías dejar de hacer tanto...— se quedó parada a media habitación— ...ruido?
Las caras de los tres chicos reflejaban burla— Buenos días a ti también, Vi— dijo Dago.
—Iug, cambiáte, por favor— pidió Carlo mientras se volteaba hacia la pared.
—No no, linda pijama, Vi— Gio le guiñó un ojo y a Viera se le encendieron las mejillas rápidamente.
Bajó la cabeza hacia sus piernas descubiertas. Maldita sea, sólo tenía un camisón decolorado y que no tapaba ni la mitad de su trasero dejando sus bellas bragas de fresas al descubierto.
Carlo estaba acostumbrado a verla así, como ella estaba de igual manera acostumbrada a verlo pasearse con un boxer o una truza por toda la casa, pero claro que tenía que fingir delante de sus amigos. Idiota.
—Hace demasiado calor por las noches, lo entiendo— la chica fulminó con la mirada a Dago y luego captó que seguía a la mitad de la habitación sin moverse, y rápidamente dio la vuelta saliendo de ahí, pero claro sintiendo las miradas de el rubio y el ojiazul en su trasero.
Se metió a su habitación con las mejillas ardiendo, se miró en el espejo de cuerpo completo y se quiso golpear contra él hasta quedar inconsciente. Era demasiado corto y dejaba mucho a la imaginación.
A veces quisiera ser como esas chicas que les encanta que los chicos las vean así para causar sensaciones en ellos, pero lamentablemente tenía una moral del tamaño de Rusia que le impedía ser así.
Suspiró y se adentro en el baño para bañarse. Al salir se cepilló los dientes y se peinó con una coleta alta y bien atada, se vistió con unos shorts deportivos grises, una blusa de tirantes gruesos negros y unos tenis deportivos. Por primera vez en todas las vacaciones, saldría a correr.
Bajó las escaleras hasta la cocina, ahí había un plato con fruta picada y un jugo que había preparado su madre con una nota por un lado diciendo que esa tarde pasaría por ella para ir de compras. Desde la madrugada de la supuesta fiesta había cambiado bastante. Salía con sus hijos, les preparaba el desayuno, llevaba comida hecha a casa y se sentaban los tres a ver la tele, o simplemente eran tardes de mujeres entre ellas dos, a veces se unían Cassie y la mejor amiga de su madre.
Se sentó a desayunar mirando su en su celular las nuevas noticias, al parecer Livia y Duke estaban en una relación, y apenas había pasado una semana desde que había ido a su casa diciendo todo aquello de que la quería. Patético.
Y sí, había pasado una semana o un poco más desde que Dago y Viera habían quedado como amigos, desde la última vez que se habían besado y todo iba normal. Lamentablemente todo estaba bien y normal, aunque sonara raro, Viera quería que Dago se comportara como si eso le afectara, pero al parecer su amor por los roba besos era enserio grande pues a ella no le había vuelto a buscar ni a hacer algún comentario insinuando, no más que los comentarios a los que estaba acostumbrada como aquel que le había dicho una hora antes cuando la había visto casi en ropa interior.
Suspiró y miró la hora, eran apenas las ocho y media y ya quería volver a su cama a dormir. Miró por la ventana de la cocina la calle y el sol brillaba demasiado, podía ver ondas de calor en la banqueta de la calle frente a la suya. De repente la flojera la invadió y decidió que ese día tampoco iría a correr. Era lunes, tenía otros seis días para decir que haría ejercicio empezando la próxima semana.
Se levantó y lavó su plato y su vaso, cuando estaba secando sus manos sintió que alguien la tomaba por la cintura y recargaba su barbilla en su hombro.
—Hola pequeña criatura— ella dio la vuelta y le sonrió a Giorgio.
—Hola enorme criatura.— ella era demasiado pequeña al lado de Gio, pues el hombre era enorme y desde su ángulo podía observar detalladamente cómo una barba sin rasurar de tres días se asomaba en la barbilla de su amigo, pero casi no se veía pues él era rubio.
—¿Qué harás hoy?
—Estaba por ir a correr, pero creo que prefiero quedarme de ociosa una vez más— sonrió ampliamente como una niña pequeña y él chico rió.— así que ahora terminaré de pintar el cuadro de la hermana de Dago, el tiempo se acaba con el trato de mi padre.
—Bien preciosa— Gio levantó la mano y acomodó un mechón detrás de su oreja— pero necesito hacer algo antes de que te vayas.
Ella enarcó una ceja confundida— ¿A sí? ¿qué cosa?
Él suspiró y se acercó un poco más, considerando que ambos estaban bastante cerca y sus narices rozaban.— Te veías preciosa en pijama y sin arreglar, me terminé de dar cuenta cuan linda puedes llegar a ser— desvió el tema y el clima comenzó a subir rápidamente, pues las mejillas de Vi colapsaron con un rubor notable cubriéndolas.
Ella se removió como si estuviera incómoda, pero en realidad le impresionaba cuán cómoda se sentía entre los brazos de Giorgio.
—¿E-eso era lo que querías decirme?— preguntó nerviosa.
Él negó— ¿Me golpearias si te beso?
Ella miró los ojos azules como el mismo cielo del chico, era tan distinto a Dago, sin embargo, no había algo que no le llamara la atención de él, era único, tierno, amable, respetuoso, gracioso, divertido, sabía lo que ella necesitaba y era atento. Giorgio era el tipo de chico que siempre planeó para ella. Y Dago la había aventado cruelmente a la zona de amigos.
—Eso no lo sabrás si no lo intentas— respondió sin pensarlo.
Y él tampoco lo pensó dos veces, pues se abalanzó sobre los labios de Viera, deleitándose con ellos.
Ella siempre había planeado un futuro con alguien como Giorgio, sin embargo las cosas planeadas normalmente no se disfrutan tanto como las que no planeas.
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El roba besos | ERB #1 |
Teen FictionLibro #1. -¿Quiénes son ellos? -Los llaman los Roba besos. -¿Qué hacen? -Pequeña estúpida, su nombre lo dice todo. Ellos no eligen, sólo corren por las calles solitarias a altas horas de la noche hasta que encuentren a alguna chica y simplemente...