E P Í L O G O

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"Tú y yo tenemos una gran historia."

Cerró la maleta y suspiró pesadamente, le había costado meter tantas cosas en esa pequeña maleta. La bajó de la desnuda cama y miró con nostalgia aquella habitación que había sido suya algún día, las paredes desnudas, los muebles con nada, las ventanas desnudas y sin rastro de que alguna vez esa habitación fue de Viera.

Con pesar, tomó su maleta y salió de ahí cerrando la puerta. Bajó las escaleras con la maleta y salió al porche donde estaban absolutamente todos sus amigos con sus maletas -pues ellos también partirían a distintas ciudades-, su abuela, su madre y su tía, que se había mudado con ellos para no dejar a su madre sola.

—Aquí viene la universitaria— gritó Cassie y Viera rió abiertamente. Gio le quitó la maleta que tenía en la mano y la metió en la cajuela de la camioneta que su madre le había regalado para que se moviera mejor por Milán.

Se volteó después de asegurar que todo estaba en su lugar y de cerrar la cajuela y miró a su madre, ella fue la primera en abrazarla mientras no podía evitar soltarse a llorar como una bebé, pues su bebé se estaba yendo a la universidad.

—No sé cuando te escapaste de mis manos, no sé cómo sucedió tan rápido— ellas se separaron y Vi le dio un beso en la frente.

—Vendré en navidad, vamos, son sólo cinco meses. Creo que podrás disfrutar un tiempo para ti sola, irás a ese crucero con la abuela, mi tía y podrán tener ese tiempo de familia que tanto necesitan.

—Podemos emborracharnos hasta el pelo— exclamó su abuela con entusiasmo causando que todos rieran.

—¿Me prometes cuidarte?— preguntó tomándola de las mejillas.

Viera sonrió y asintió— Te lo prometo.

Se separaron y entonces llegó su abuela, le extendió un paquete de condones y le guiñó el ojo— Consiguete a un universitario escultor artista jugador de tenis que tenga un buen trasero, unos buenos pectorales y diviértete, querida.

—¡Mamá!— gritaron Gina e Iliana, su tía.

—Ustedes necesitan unos cuantos también, pero creo que ya están viejas como para traer criaturas al mundo, sería el anticristo.

—Ven acá, muñeca— su tía la jaló de la muñeca y la abrazó, le dio un beso en la frente dejando marcado su labial en su frente.— Cuídate, haz lo que se te plazca, saca unas buenas calificaciones, no es necesario ser la mejor de la clase, no te mates estudiando, pero tampoco desperdicies la oportunidad que tanto te costó, ¿sí? y manda algunas fotos de cómo está el campus, sé que es maravilloso— Viera rió y ambas se abrazaron.

Ella se acercó a Cassie y ambas se abrazaron mientras soltaba a llorar, definitivamente alejarte de tu mejor amiga es una de las cosas más difíciles que hay.

—No seas perra, hablaremos diario, ¿entiendes? tenemos demasiadas maneras de contactarnos, y más te vale que no se te olvide que sólo yo soy tu mejor amiga y que ese trasero es mío y de nadie más.

Ambas chicas rieron y se abrazaron más fuerte— Te voy a extrañar mucho, Cass.

—Y yo mucho más a ti, Vi.

El siguiente fue Dago, que la abrazó y sin decir nada, le dio un beso en la cabeza y la dejaba ir con una mirada que decía lo mucho que la extrañaría.

—Mira pulga, las cosas son así: iré a visitarte cuando pueda, no estamos muy lejos, estamos en el mismo país, ¿no es así?— Viera rió ante las palabras de Giorgio.

—Yo iré un día a comer un poco de pizza romana y a visitar el Coliseo contigo.

—Te estaré esperando.

Ambos sonrieron y se abrazaron, se dijeron cuanto se extrañarían y después se separaron.

—Yo simplemente te diré que, no importa a donde vayamos, ni cuantos miles de kilómetros nos separen, chaparra, tú eres mi hermanita y aunque seas un dolor de trasero, te voy a extrañar mucho, Vi.— Viera sintió como sus ojos se aguaban y abrazó fuertemente a su hermano.

—Eres una zorra, ¿lo sabes?— le preguntó a Carlo, él sonrió.

—Sí, lo sé.

—Y te amo, idiota.

—Yo te amo mas, estupida.

Ambos chicos se separaron y ella suspiró viéndolos a todos, volteó y miró su casa por última vez para después dar la vuelta y subir a su camioneta, sacó las llaves de su bolsillo y la encendió, miró por el espejo retrovisor y sonrió con lágrimas en los ojos al ver a todos ahí, despidiéndose de ella.

Miró el camino, y arrancó hacia su nuevo destino.

Nada vas a lograr con sólo soñarlo, cumplelo, vivelo, haz que la gente que algún día te dijo que no, se trague sus palabras. Mátalos con tu éxito y sonríe toda la vida, porque mientras ellos te envidian, la vida pasa y tú te encargas de disfrutarla.

Nuevo destino: Milán, Italia.   

El roba besos | ERB #1 | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora