Capítulo 47

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Hades corrió a abrazar y besar con cuidado y amor a Hermes mientras este iba tomando conciencia de su entorno y se sorprendió al ver a los cuatro niños a su alrededor. "¡Cuatro! Pensé que solo íbamos a tener uno", exclamó con asombro, su mirada alternando entre cada uno de los pequeños con una mezcla de incredulidad y amor.

Hades se acercó a Hermes, sosteniendo su mano con ternura. "Cuando nacieron, los reclamé como mis propios hijos, como príncipes del Inframundo", declaró con orgullo ante todos los presentes en la habitación. "Son nuestros, Hermes, los frutos de nuestro amor y de nuestra unión".

Hermes sintió un nudo en la garganta al escuchar las palabras de Hades, se alegró profundamente de que su esposo no le hubiera mentido al decir que veía a los hijos concebidos durante la relación forzada con Zeus como suyos, un sentimiento de gratitud y amor llenó su corazón, y una sonrisa iluminó su rostro mientras miraba a sus hijos, finalmente despierto para verlos por primera vez.

Los cuatrillizos se agruparon alrededor de Hermes, radiantes de emoción mientras se presentaban uno a uno. "¡Hola, mamá! Soy Angélica", dijo la pequeña con una sonrisa tímida. "Y yo soy Penacea", agregó la robusta niña, mostrando orgullosa su fortaleza. "Soy Hermafrodito, ¡tengo dos sexos!", exclamó el tercer niño con entusiasmo. "¡Y yo soy Pan, con partes de cabra!", anunció el último, con una risa juguetona.

Hermes los miraba con asombro y cariño, sintiendo un torrente de amor abrumador en su corazón. "Sois increíbles", les dijo con voz emocionada, rodeándolos con sus brazos con ternura.

Hades se acercó a ellos, observando la escena con ojos llenos de amor y gratitud. "Mis queridos hijos, sois la luz de nuestras vidas", les dijo con voz suave, acariciando sus cabezas con ternura.

Hermes se volvió hacia Hades, sus ojos brillando con gratitud. "Escuché parte de lo que me decías cuando estaba en coma", admitió con sinceridad. "Gracias por estar ahí, por hablarme y cuidarme. No sabes cuánto significa para mí".

Hades le devolvió la mirada con ternura. "Siempre estaré a tu lado, Hermes, en los buenos y en los malos momentos", prometió con solemnidad, apretando su mano con cariño.

Todos en la habitación se unieron en agradecimiento a los curanderos, cuyos esfuerzos habían hecho posible el milagro del despertar de Hermes. Con gratitud en sus corazones, se tomaron un momento para expresar su reconocimiento y aprecio por el arduo trabajo de los sanadores del Inframundo.

Amor en las profundidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora