Capítulo 31

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Con gran precaución y delicadeza, los curanderos consiguieron estabilizar a Hermes lo suficiente como para permitir su traslado del ala médica al cuarto de matrimonio de Hades y Hermes, con mucha esperanza, Hades ayudó a cargar a Hermes en estilo nupcial, siendo consciente de la fragilidad del dios que sostenía en sus brazos.

Hermes apenas tenía fuerzas para moverse, su cuerpo exhausto y debilitado por la batalla que libraba contra su enfermedad sin embargo, una débil sonrisa se dibujó en su rostro al sentir el cuidado y el amor de Hades a su alrededor.

Una vez en el cuarto de matrimonio, Hades acomodó suavemente a Hermes en la cama, asegurándose de que estuviera cómodo y bien cuidado, los curanderos advirtieron a Hades sobre la importancia de evitar cualquier situación estresante o que pudiera causar ansiedad a Hermes, ya que esto podría desencadenar contracciones que llevarían a convulsiones.

Con delicadeza, Hades acarició suavemente el rostro de Hermes, sintiendo la palidez de su piel y la suave respiración que indicaba su profundo agotamiento, con cada gesto amoroso, trató de transmitirle tranquilidad y consuelo, deseando con todo su corazón aliviar el sufrimiento de su amado esposo.

"Descansa, mi querido Hermes", murmuró Hades con ternura, mientras colocaba una manta sobre el cuerpo tembloroso de Hermes. "Estoy aquí contigo. Siempre estaré aquí".

Hermes asintió débilmente, sus ojos pesados por el cansancio y el dolor que lo acosaba, con un suspiro, cerró los ojos y se dejó llevar por el abrazo reconfortante del sueño, permitiendo que la oscuridad lo envolviera en un manto de paz y calma.

En mitad de la noche Hermes se retorcía inquieto en la cama, atrapado en las garras de una pesadilla tortuosa que le hacía revivir los horrores del pasado, su respiración se volvía agitada y su cuerpo temblaba con el recuerdo del dolor y la humillación que había sufrido.

Hades, atento a cada cambio en la expresión de su esposo, percibió el tormento que lo invadía, con manos gentiles, acarició suavemente el cabello de Hermes y le susurró palabras de consuelo, tratando de calmar la tormenta que se agitaba dentro de él.

"Tranquilo, mi amor", murmuró Hades con voz suave y reconfortante. "Estoy aquí contigo. Nada te va a hacer daño".

Las palabras de Hades surtieron efecto en Hermes, quien lentamente comenzó a relajarse bajo el toque tranquilizador de su esposo sin embargo, justo cuando parecía que la pesadilla iba a ceder, Hermes sintió una fuerte contracción retorcer su vientre, anunciando la llegada de una convulsión inminente.

"Hermes, escúchame", dijo Hades con urgencia, su voz resonando con determinación. "Respira profundamente y concéntrate en mí. Estoy aquí para protegerte. Todo estará bien"

Hermes asintió débilmente, sintiendo la calidez reconfortante del amor de Hades envolviéndolo, se dejó llevar por la promesa de protección y cuidado, cerrando los ojos mientras se abandonaba al sueño reparador que tanto necesitaba.

Mientras Hermes dormía, Hades se levantó con cuidado de la cama, asegurándose de no perturbar el reposo de su esposo, con paso silencioso, se dirigió hacia la puerta y llamó a los sirvientes del palacio para que le trajeran alimentos.

"Por favor, traigan algo de comida para mí y mi esposo", les dijo con amabilidad, consciente de la importancia de mantenerse fuerte y alerta para cuidar de Hermes en su tiempo de necesidad.

Los sirvientes asintieron con diligencia y se apresuraron a cumplir con su solicitud, trayendo una selección de alimentos nutritivos y reconfortantes para Hades y su amado esposo.

Mientras esperaba en silencio junto a la cama de Hermes, Hades se sintió agradecido por el apoyo y la ayuda que recibían de los servidores del palacio. 

Amor en las profundidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora