Capítulo 38

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Con el pasar de los días, Hermes pudo retomar sus valores divinos aunque continuaba utilizando la silla y siendo monitoreado de cerca por los curanderos, Hades seguía siendo su principal apoyo, disfrutando de cada momento que pasaba tanto llevándolo en la silla como sosteniéndolo en sus brazos.

Por otro lado, en el Olimpo, Zeus y los demás dioses se enteraron de la situación de Hermes: su matrimonio con Hades y la espera de un hijo. Aunque se sorprendieron, no creían que el hijo fuera de Zeus, ya que subestimaban la capacidad de Hermes para llevar al hijo de un dios.

La noticia solo avivó el enojo de los Olímpicos y de Zeus, quienes seguían resentidos por el fallido intento de incursión al Inframundo y comenzaron a planear su venganza, decididos a hacer pagar a Hades y a los habitantes del Inframundo por su osadía y los Olímpicos, liderados por Zeus, urdieron un plan retorcido para vengarse del Inframundo, con la intención de infligir el máximo dolor a Hades, Hermes y su hijo por nacer, decidieron desatar una antigua maldición sobre ellos. Esta maldición, tejida con la oscuridad más profunda del Olimpo, estaba destinada a causar sufrimiento y desesperación en la vida de Hermes y su hijo, los Olímpicos creían que al hacer que el Inframundo y su reina experimentaran un dolor insoportable, podrían equilibrar las fuerzas entre los reinos y afirmar su poder sobre el mundo divino.

Amor en las profundidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora