Capítulo 36

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A medida que las horas pasaban, el semblante de Hermes permanecía inalterado, a pesar de los esfuerzos de los sanadores y la constante vigilancia de Hades, no mostraba signos de despertar y la preocupación en la habitación se hacía cada vez más palpable, como una nube oscura que pesaba sobre todos los presentes.

Pero de pronto, Hermes apreto ligeramente la mano de Hades lo que hizo que Hades sintiera una oleada de emoción recorriendo su cuerpo al percibir ese pequeño gesto de respuesta por parte de su amado esposo.

Con el corazón lleno de determinación, Hades continuó aferrándose a la mano de Hermes, esperando con ansias cualquier otro signo de mejora. sabía que el camino hacia la recuperación sería largo y difícil, pero estaba decidido a estar allí para su amado esposo en cada paso del camino.

Con un suspiro tembloroso, Hermes abrió lentamente los ojos, sintiendo una neblina difusa en su mente mientras intentaba orientarse en la habitación, su visión era borrosa al principio, pero poco a poco comenzó a enfocarse en la figura de Hades, que estaba inclinado hacia él con los ojos llenos de preocupación y esperanza.

"Hades..." murmuró Hermes con voz débil, su garganta seca y adolorida por el esfuerzo. Sus labios apenas se movían, pero las palabras brotaban con un significado profundo.

El rostro de Hades se iluminó con una mezcla de alivio y alegría al ver a su amado esposo recobrando la conciencia, con delicadeza, sostuvo la mano de Hermes con ternura, transmitiéndole su amor y apoyo sin palabras.

"Hermes, amor mío, estás despierto", dijo Hades con voz suave, sintiendo un nudo en la garganta por la emoción. "Estoy aquí, a tu lado, todo estará bien".

Hermes intentó sonreír débilmente, pero su rostro estaba marcado por el cansancio y la debilidad sin embargo, había un destello de determinación en sus ojos, una chispa de vida que se negaba a extinguirse.

"Pensé que... nunca despertaría", admitió Hermes con voz entrecortada, su mirada buscando la de Hades en busca de consuelo y seguridad.

Hades le apretó la mano con cariño, tratando de infundirle fuerzas con su contacto. "Estás aquí ahora, eso es todo lo que importa. Descansa, mi amor. Los curanderos te cuidarán", respondió con ternura.

Con un suspiro de alivio, Hermes cerró los ojos nuevamente, permitiendo que la fatiga y el dolor se desvanecieran en la calidez reconfortante de la presencia de Hades, sabía que el camino hacia la recuperación sería largo y difícil, pero con el amor y el apoyo de su esposo a su lado, estaba listo para enfrentar cualquier desafío que se presentara.

Mientras tanto, en el Olimpo, Zeus y los demás dioses olímpicos continuaban con sus intrigas y rivalidades, ajeno al drama que se desarrollaba en el Inframundo, sus preocupaciones mundanas y sus disputas egoístas parecían triviales en comparación con la batalla que se libraba por la vida de Hermes.

Amor en las profundidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora