Jade
Después de un día mágico en Disneyland con mi pequeña Belén, finalmente llegamos a casa. El cansancio se apoderaba de mí, cada músculo de mi cuerpo clamaba por descanso. Belén, con su carita llena de felicidad y sus ojitos brillantes, se quedó dormida en el coche, abrazando su peluche de Mickey Mouse.
Al entrar a la casa, la luz del sol aún se filtraba por las ventanas, bañando la sala con un resplandor dorado. A pesar de la hora temprana, decidí que necesitaba descansar. Dejé a Belén en su cama, arropándola con cuidado para no despertarla, y me dirigí a mi habitación.
Me dejé caer en la cama, esperando que el sueño me envolviera rápidamente. Sin embargo, una sensación extraña comenzó a crecer en mi pecho. Era una angustia inexplicable, una presión que me impedía relajarme. Cerré los ojos, intentando ignorarla, pero la sensación persistía, como si una sombra invisible se cerniera sobre mí.
Me giré de un lado a otro, tratando de encontrar una posición cómoda, pero la inquietud no me dejaba en paz. Mi mente, en lugar de calmarse, se llenaba de pensamientos oscuros y preocupaciones sin nombre. Sentía que algo estaba mal, aunque no podía precisar qué era.
Finalmente, me levanté y fui a la habitación de Belén. La observé dormir, su respiración tranquila y su expresión serena. Me senté a su lado, acariciando suavemente su cabello, buscando consuelo en su presencia. A pesar de la calma que irradiaba, la sensación de angustia no desaparecía. Algo en mi interior me decía que debía estar alerta, que el día aún no había terminado.
La inquietud no me dejaba en paz, así que decidí bajar a la cocina a tomar un vaso de agua, esperando que eso me ayudara a relajarme y finalmente dormir. El silencio de la casa era casi palpable, roto solo por el suave zumbido del refrigerador.
Abrí el grifo y llené un vaso con agua fría. Justo cuando iba a dar el primer sorbo, mi celular se iluminó con una llamada entrante. Era Niko. El nudo de preocupación en mi estómago se intensificó de inmediato. ¿Por qué me llamaría a esta hora? Con manos temblorosas, contesté la llamada.
— ¿Niko? ¿Qué pasa?
— Jade, no puedo contactar a Claudia. Debería haber llegado a Italia hace seis horas, pero no responde a mis mensajes ni llamadas — dijo Niko, su voz cargada de ansiedad.
El vaso de vidrio se me resbaló de las manos y se estrelló contra el suelo, esparciendo agua y fragmentos por toda la cocina. Mi corazón latía con fuerza mientras intentaba procesar lo que Niko acababa de decir. Claudia, siempre tan puntual y responsable, no había llegado a su destino.
—¿Has intentado llamar a la aerolínea? ¿A la embajada? — pregunté, tratando de mantener la calma, aunque mi mente ya estaba corriendo a mil por hora.
— Sí, pero no tienen información. Estoy empezando a pensar lo peor, Jade — respondió Niko, su voz quebrándose.
Las posibilidades comenzaron a pasar por mi mente, cada una más aterradora que la anterior. Pero todas llevaban a la misma conclusión: algo malo le había pasado a Claudia. Un secuestro era lo más probable.
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La pesadilla (borrador)
RomanceJade Miller siempre había soñado con ser una bioquímica exitosa, capaz de descubrir curas para las enfermedades más mortales. Pero su sueño se convirtió en una pesadilla cuando fue secuestrada por Emir Bianchi, un poderoso y peligroso mafioso italia...