Después de hablar con Jannia, me tiré en la cama mirando el techo, pensando en cómo demonios había llegado hasta este punto. ¿De verdad iba a volver a ver a Richard después de lo de la foto? Sentía un nudo en el estómago, pero al mismo tiempo, una parte de mí estaba curiosa. ¿Cómo sería encontrármelo otra vez? ¿Y si él... me miraba diferente?
—¡Mija, baja que la comida ya está lista!— gritó mi mamá desde la cocina.
Suspiré y bajé las escaleras lentamente. Mi papá estaba ya en la mesa, con su plato lleno de arroz con coco, patacones, y pescado frito. Mi mamá había hecho su plato estrella.
—Ajá, ¿y hoy qué plan tienes, mija?— preguntó mi papá, echándole limón al pescado.
—Voy pa' donde Jannia, que van a hacer un asado en la piscina,— respondí, sirviéndome un poco de jugo.
—Esa niña no para con sus fiesticas, ¿no?— dijo mi mamá con una risita. ¿Y quiénes van?
—Lo de siempre... los amigos del hermano, Lucho, Daniel, Mojica, y...— me detuve un segundo. Y Richard,— dije más bajito, esperando que mi mamá no hiciera más preguntas.
—Ah, ¿Richard?— dijo ella levantando una ceja. Ese muchacho del que me contaste
—Má, por favor, no empieces.— la corté antes de que siguiera. No quería pensar en lo de la foto en ese momento.
—Bueno, bueno... solo ten cuidado, mija,— dijo ella, pero con una sonrisa cómplice.
Después del almuerzo, subí de nuevo a mi cuarto. Me metí a la ducha, dejando que el agua me calmara un poco los nervios. Tenía que decidir qué ponerme. No quería parecer que me estaba esforzando demasiado, pero tampoco podía ir como si nada. Después de todo, Richard iba a estar ahí.
—¡Ay, qué hp problema !— murmuré mientras me miraba en el espejo, envuelta en la toalla.
Terminé eligiendo un short de mezclilla y un top blanco de tirantes. No quería nada muy escandaloso, pero lo suficiente como para sentirme cómoda y fresca. Me solté el cabello, dejándolo caer en ondas suaves por mi espalda, y me puse unos aretes pequeños. Sencilla, pero linda, pensé, mirándome al espejo.
—Listo, escarabajo,— me dije a mí misma, practicando una sonrisa.
———
El sol empezaba a bajar, el calor de la tarde cedía y la casa de Jannia estaba más animada que nunca. Desde que llegué, el ambiente estaba relajado, pero lo de la conversación de la foto seguía dando vueltas en mi cabeza. Richard había sido amable, pero, ¿y si decía algo después?
Me serví otra cerveza y me acerqué a Jannia, que estaba hablando con su hermano James junto a la parrilla.
—¿Cómo vas, escarabajo?— me preguntó ella, dándome una mirada cómplice.
—Apenas sobreviviendo,— le respondí en voz baja.
James, que había estado escuchando, soltó una risa leve.
—¿Qué pasa con ustedes dos?— dijo él, mirando a Jannia. Siempre tan misteriosas.
—Ay, James, es que tú no entiendes,— dijo Jannia riéndose. Cosas de mujeres.
James arqueó una ceja, claramente intrigado.
—¿Cosas de mujeres? Seguro es un chisme bien bueno,— dijo él, dándole un mordisco a un pedazo de carne.
—Más o menos,— le respondí, tratando de disimular. No quería que James se enterara de lo de la foto.
Jannia, como siempre, estaba a punto de largar el chisme, pero yo la miré de reojo, rogándole que se callara. James, siendo el hermano mayor curioso que siempre metía la cuchara, nos observaba con interés.
—Bueno, bueno,— dijo James, levantando las manos. No me meto más... por ahora.
Richard estaba cerca, escuchando la conversación con una ligera sonrisa. Parecía relajado, como si todo lo que había pasado antes no le afectara en lo absoluto. Eso, de alguna manera, me hizo sentir mejor, pero seguía siendo raro.
—Ajá, ¿y la piscina qué?— preguntó James cambiando de tema. Vamos, que el calor está fuerte y ustedes no se han mojado todavía.
—Dale, pero tú primero,— retó Jannia.
James no necesitaba más empuje. Se quitó la camiseta, dejando ver su tatuaje en el brazo, y corrió hacia la piscina. Con un salto exagerado, se lanzó al agua, provocando una gran salpicadura.
—¡Tienen que pagarme las próximas cervezas si no se meten ya!— gritó desde el agua, riéndose.
—Uy no, yo paso,— dije, riendo. Yo no vine pa' mojarme.
Jannia me dio un codazo.
—Escarabajo, tú te metes, así sea de empujón,— me amenazó, guiñándome un ojo.
—Veremos...— dije, sonriendo nerviosa.
De pronto, el teléfono en mi bolsillo vibró. Era una llamada de Jannia, pero la miré con confusión, ya que ella estaba justo a mi lado.
—¿Por qué me llamas, loca?— pregunté, levantando el teléfono.
—No soy yo,— dijo ella, sorprendida. ¿Quién te llama con mi número?
Contesté, y la voz al otro lado de la línea era claramente la de Jannia, pero con un tono dramático.
—Ajá, escarabajo, prepárate... porque la fiesta acaba de ponerse más interesante,— dijo con una risa traviesa. ¿Sabes quién más viene pa' la piscina?
—¿Quién?— pregunté, desconcertada.
Jannia se acercó a mi oído.
—Ya sabes... los amigos de mi hermano que ya conoces. Lucho, Daniel, Mojica, Arias y...
—¿Y qué?— la interrumpí, ya sintiendo el nudo en el estómago.
—Y Richard,— dijo, soltando una risita.
Sentí cómo el calor subía a mi cara de inmediato.
—¡No puede ser!— exclamé. ¿No me dijiste que ya todos estaban aquí?
—Ajá, pero Richard tenía una reunión antes y apenas va llegando,— respondió ella, tratando de contener su risa.
Justo en ese momento, escuché que la puerta de la casa se abría. Me giré y ahí estaba Richard, con su porte relajado, vistiendo unos shorts deportivos y una camiseta blanca. Me sonrió de lejos, levantando la mano a modo de saludo.
Mi corazón empezó a latir más rápido. Intenté mantener la compostura mientras me volvía hacia Jannia.
—No puedo creer que este día siga poniéndose más raro,— murmuré.
—Tranquila, escarabajo,— me susurró Jannia. Vas a estar bien. Es solo Richard, además...— hizo una pausa, levantando las cejas. Creo que él ya te vio bastante.
—¡Jannia!— la empujé, muerta de la vergüenza.
—Bueno, bueno, ya. No te preocupes tanto. Relájate y pásala bien. A ver si al menos le sacas un par de risas,— dijo ella, guiñándome un ojo.
James salió del agua justo a tiempo para ver a Richard acercarse.
—¡Eh, hombre! Por fin llegaste,— dijo, dándole una palmada en el hombro. Ya estamos todos. Sírvanse algo y prepárense, que hoy va a ser una noche larga.
Me senté en una de las sillas cerca de la piscina, tratando de evitar la mirada de Richard, aunque sabía que en algún momento tendría que hablar con él.
—¿Qué vas a hacer?— me preguntó Jannia, viéndome incómoda.
—No sé, escarabajo,— suspiré. Creo que voy a tener que hacer como si nada hubiera pasado.
—¡Exacto! La vida sigue. Ahora relájate y disfruta, que esta fiesta apenas empieza,— me dijo ella con una sonrisa cómplice, levantando su cerveza. Salud por los momentos incómodos que se convierten en recuerdos divertidos.
—Salud,— respondí, chocando mi botella con la de ella, aunque mi mente seguía dándole vueltas al hecho de que Richard estaba aquí, tan cerca, después de lo de la foto.
¿Cómo iba a manejar esta noche?