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Estaba bailando con Andrés, ya demasiado tomada, dejándome llevar por el ritmo de la música y el ambiente cargado de adrenalina. Me tenía agarrada por las caderas, moviéndonos al compás de la música. De repente, vi una sombra familiar acercándose. Era Richard.

En cuanto lo vi, algo dentro de mí se encendió, como una chispa de pura venganza. Sin pensarlo, tomé a Andrés por el cuello y lo besé. Y sí que besaba bien este hombre, con una firmeza que me hizo olvidar por un segundo el desastre de mi relación.

Nos separamos solo para soltar una pequeña risa cómplice, y luego volvimos a besarnos, como si no existiera nadie más en la discoteca. , el amigo de Richard, estaba cerca, pero ni me importaba. Salimos del lugar, todavía con nuestros labios pegados, y caminamos rápidamente hasta su auto, mis tacones resonando contra el pavimento.

El camino al hotel fue breve, ni cinco minutos, pero parecía eterno. Andrés y yo no dejamos de tocarnos en el asiento, cada movimiento más atrevido que el anterior. Subimos por el ascensor, y mientras las puertas se cerraban, él ya me estaba besando profundamente, metiéndome la lengua sin reservas, y sus manos bajaron a mi trasero, agarrándolo con fuerza.

Al llegar a su cuarto, me quité los tacones, pero antes de que él saliera del baño, me hice una foto con el vestido subido, mi cabello desordenado, mi rostro mostrando un desafío que quería que Richard viera. La subí a mi Close Friends de Instagram, sabiendo que tarde o temprano él la vería. Y no demoró en responder.

"Desbloquéame de WhatsApp. ¿Dónde estás? ¿Dónde mierda estás metida? Amor, conteste, hablemos".

Sonreí, saboreando la desesperación en sus mensajes, y le susurré al aire: "Coma mierda, Richard", antes de bloquearlo también de Instagram. Me tiré en la cama, sonriendo para mí misma. Ahora, él sabría lo que se siente.

Andrés salió del baño con esa sonrisa encantadora y se acercó a la cama, tirándome suavemente sobre ella. Sus manos firmes me agarraron por las caderas y me hicieron quedar arriba de él. Sentí su respiración en mi cuello, sus labios tocándome la piel con una mezcla de ternura y deseo. No había nervios en mí, sabía exactamente lo que quería.

"Voy a hacerte mía", susurró cerca de mi oído. Su voz baja me provocó un escalofrío, y sin dudarlo, lo besé, más desesperada que antes, sintiendo que el control de la situación estaba en mis manos.

Mientras sus manos recorrían mi cuerpo, me deshice de su camisa, y él, con una precisión casi lenta, me quitó el vestido, dejando que sus dedos rozaran mi piel con cada movimiento, haciéndome estremecer con cada toque. El deseo estaba en el aire, palpable.

Nos movimos juntos, una coreografía que no necesitaba palabras. Cada vez que me tocaba, sentía que todo el rencor y la rabia que tenía contra Richard se mezclaba con la pasión del momento. Andrés me levantaba con sus manos fuertes, y el balanceo de nuestros cuerpos me hacía sentir viva. Los gemidos quedaban atrapados entre nuestros besos, y cada jadeo era como una pequeña liberación de lo que había guardado dentro de mí por tanto tiempo.

No era solo el placer físico, era la liberación de meses de mentiras y engaños, de sentirme atrapada. Cada mirada, cada toque, sentía que estaba diciéndole a Richard, sin palabras: "Esto es lo que tú perdiste."

Me llegaban miles de mensajes de Richard en Snapchat así que con una sonrisa maliciosa abrí la aplicación y le mande una foto junto a Andrés

No nos veíamos desnudos pero se notaba que lo estábamos , aunque mis tetas si están al descubierto.

Era una foto que no decía nada pero lo decía TODO

En algún punto de la noche, mientras Andrés me tenía rodeada con sus brazos, me encontré pensando en cómo todo había terminado con Richard. Y ahora, ahí estaba yo, con alguien más, entregándome sin arrepentimientos. Andrés me abrazaba desde atrás, su respiración en mi oído, y sus manos paseándose por mi cuerpo, y yo sentía que el peso de lo que había pasado con Richard se iba desvaneciendo.

Los mensajes de Richard seguían llegando, pero no los miré. Él había tomado su decisión, y yo la mía. Quizás mañana dolería, pero en ese momento, solo importaba que estaba liberada de su sombra.

Snapchat - Richard Rios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora