La sala estaba llena de conversaciones cruzadas, risas y el sonido de botellas chocando. Yo seguía tirada en el sofá, agotada por el día de la feria de emprendimiento en la universidad. Richard estaba sentado cerca de mí, hablando con Santiago y James, y aunque yo no le prestaba mucha atención, no podía evitar notar cómo Sofía bajó por las escaleras vistiendo una pijama demasiado corta. Su actitud coqueta era evidente, caminando despreocupadamente entre los chicos y lanzando miradas que sabían exactamente lo que estaban haciendo.
—Uy, Sofía, ¿y ese desfile? —dijo James, riendo mientras ella se unía a la conversación.
—Ay, ya, es mi casa, ¿no? —respondió ella, sonriendo de forma despreocupada, pero con la mirada fija en Richard.
—A ver, cuéntanos, ¿no te da frío? —Santiago bromeó, pero sus ojos también seguían cada movimiento de mi prima.
Richard no dijo nada, pero se notaba que la situación lo incomodaba. Apretó ligeramente los labios y desvió la mirada cuando Sofía se sentó cerca de él, cruzando las piernas de una manera demasiado estudiada.
Yo, incapaz de soportar más la escena, me levanté del sofá y me dirigí a la cocina. Necesitaba alejarme de esa situación antes de que hiciera algo que no debía. Abrí el grifo y llené un vaso de agua, tomando grandes sorbos, tratando de calmarme.
Justo cuando pensaba que podría encontrar algo de paz, sentí una presencia detrás de mí. Richard había entrado en la cocina, cerrando la puerta suavemente detrás de él.
—¿Me puedes decir qué te pasa? —preguntó, su tono entre serio y frustrado—. Porque llevas toda la tarde sin decirme nada.
Me quedé en silencio, sin girarme a mirarlo, tomando otro sorbo de agua mientras intentaba mantener la calma.
—Nada —dije finalmente, mi voz más cortante de lo que pretendía.
Él no se dio por vencido. Se acercó, y de repente sentí su mano agarrar mi brazo, haciéndome girar para que lo mirara a los ojos.
—Dígame, ¿por qué está brava? —insistió, con esa mezcla de preocupación y exasperación que siempre usaba cuando sabía que había hecho algo mal pero no quería aceptarlo.
Solté un suspiro, sacudiendo mi brazo para liberarme de su agarre.
—Usted sí es mucho marica porque se hace el bobo, ¿qué quiere que le diga? —espeté, la furia acumulada saliendo sin filtro—. Le voy a preguntar solo una cosa: ¿qué quiere usted?
Richard abrió la boca para hablar, pero lo interrumpí antes de que pudiera decir una palabra.
—Primero, me lo encuentro con la novia esa, la que me dijo en mi cara que era su novia, ¡y usted no lo desmintió! O sea, ¿esa es su mujer, sí o no? —dije, mis palabras saliendo atropelladas por la rabia—. Después, el día que su carro olía a perfume de mujer, ¿se acuerda? Usted dijo que era de su hermana, ¡y usted ni hermanas tiene, ridículo!
Richard trató de hablar de nuevo, pero lo ignoré.
—Y no se me olvida lo del mensaje, ese "Hola, rey" que le llegó. Si Natalia y usted están mal, ¿quién es? ¿Qué es lo que está jugando aquí? Y para terminar, ¿por qué se deja coquetear de Sofía? —lo miré a los ojos, buscando alguna reacción que me diera respuestas.
Richard se quedó en silencio un momento, claramente sorprendido por mi arrebato. Sus ojos recorrieron mi rostro, como si estuviera tratando de encontrar las palabras adecuadas, pero lo único que me transmitía era inseguridad.
—A ver, mi amor, no es lo que parece... —comenzó, soltando un suspiro largo—. Lo de la novia... Natalia es alguien con quien estuve saliendo, pero eso se terminó hace rato. Cuando ella dijo que era mi novia, estaba... no sé, exagerando las cosas. Quería hacerle creer a usted que yo seguía con ella, pero no es así. Yo no la desmentí porque no quería armar más lío en ese momento.
—¿Exagerando las cosas? —repliqué, incrédula—. ¿Así de fácil, entonces? ¿Y lo del perfume, Richard? ¿También fue una exageración?
Él se pasó la mano por el pelo, visiblemente incómodo.
—Lo del perfume fue... —se detuvo, mirando al suelo por un segundo—. Fue una amiga, una amiga que me pidió un favor. Nos encontramos, le di la mano con algo y por eso quedó ese olor en el carro. No pensé que fuera un problema en ese momento, y por eso te dije lo de la hermana... no quería que te preocuparas.
Lo miré, incrédula, y antes de que pudiera replicar, él continuó.
—Y el mensaje de "Hola, rey", te juro que no sé quién es. Pudo ser un mensaje equivocado, o alguien que me tiene en los contactos... pero no le presté atención. No significa nada.
—¿No significa nada? ¿Y Sofía? —le interrumpí—. Ella lleva coqueteando contigo en mi cara, y tú no haces nada para detenerla.
Richard frunció el ceño, tomando un paso hacia mí.
—¿Sofía? No... ¿de verdad crees que yo ando con Sofía? ¡Es tu prima! Jamás haría algo así. Ella es así, coqueta con todo el mundo, pero no significa nada. A mí no me interesa —dijo, su voz subiendo un poco—. Yo estoy contigo, y te estoy diciendo la verdad. No sé por qué tienes esa idea.
Yo me quedé callada por un momento, procesando lo que acababa de decir. Pero algo seguía sin cuadrarme.
—¿Y entonces por qué no desmientes las cosas cuando pasan? ¿Por qué te quedas callado cada vez que una de estas cosas aparece? —pregunté, mi voz más baja pero aún cargada de frustración.
—Porque no quiero hacer más lío del que ya hay. Porque cada vez que intento explicarte algo, termina siendo peor. No quiero perderte por malentendidos que no tienen importancia —respondió, acercándose un poco más y tomando mis manos—. Yo solo quiero que confíes en mí... no hay nada entre Natalia, Sofía, o nadie más. Estoy contigo, y eso es lo único que importa.
Su tono era sincero, pero mi cabeza seguía llena de dudas. Miré nuestras manos unidas, sin saber si lo que decía era suficiente para calmar la tormenta que llevaba dentro.
—Confía en mí —repitió, suavemente, buscando mis ojos.
...
No le crean richard es perro