14

776 82 29
                                    


Después de aquel baile con el mesero, me fui a sentar con Jannia y los demás. Mi cabeza daba vueltas, pero no tanto por el alcohol. Sentía los ojos de Richard sobre mí incluso cuando no lo estaba mirando. Quería ignorarlo, pero era casi imposible. La tensión en el aire era palpable.

— Ese man no te quita la vista de encima, —dijo Jannia, riéndose mientras me pasaba otro trago.
— ¿Quién, el mesero?
— No, pendeja, Richard. —respondió, moviendo los ojos en dirección a él.
— Déjalo... ya tiene a su novia brasileña, ¿no? —contesté, intentando sonar despreocupada, pero mi tono de voz me traicionaba. Jannia lo notó de inmediato.

— ¡Ahh! Pero es que a ti te duele verlos juntos. No me vengas con cuentos. —me dijo, señalándome con el dedo.
— Yo no sé por qué insistes con eso. Somos amigos y nada más. —le respondí, cruzando los brazos.

— Amigos... —Jannia hizo una pausa y luego se echó a reír. — Míralo, es obvio que a él no le gusta verte con otro tipo.
— Ya, mejor cambiemos de tema. —dije, tratando de desviar la conversación. Pero, justo en ese momento, Richard se levantó de la barra y caminó hacia donde estábamos.

— ¿Vamos afuera? Necesito hablar contigo. —me dijo, con esa seriedad que usaba cuando algo le molestaba.
— ¿Ahora? Estoy bien aquí. —le respondí, haciéndome la difícil. Sabía que él no iba a aceptar un "no" por respuesta.

— No es una pregunta. —insistió, y sin más, me tomó de la mano y me llevó fuera de la discoteca.

El aire fresco de la noche me golpeó la cara cuando salimos. Las luces de la calle parecían más brillantes de lo normal, o quizá eran los tragos haciéndome ver todo más intenso. Richard me soltó la mano y se giró para mirarme de frente.

— ¿Qué pasó? —pregunté, cruzándome de brazos para mantener la distancia. No quería que viera lo nerviosa que me ponía.

— ¿Qué estabas haciendo adentro? Ese tipo no es para ti. —dijo, su tono era serio, casi molesto.
— ¿Perdón? ¿Y a ti qué te importa con quién bailo? —le respondí, un poco a la defensiva.
— No es eso, es que... —hizo una pausa, como si no encontrara las palabras correctas—. Solo no quiero que te lastimen.

— ¿Te lastimen? ¿O que me divierta con alguien más que no seas tú? —le solté, notando cómo la conversación estaba tomando otro rumbo.

— Sabes que no es así.
— Ah, claro que lo es. Me tienes aquí como si fuera tu hermanita y luego te pones raro cuando me acerco a otros. ¿Qué quieres realmente, Richard?

Me miró por unos segundos, como si estuviera decidiendo si decir lo que realmente sentía o no. Sus ojos, normalmente tan despreocupados, ahora mostraban algo más, algo que no había visto antes.

— No sé... —confesó finalmente—. Es que...

Antes de que pudiera terminar, la puerta de la discoteca se abrió de golpe y apareció Natalia, su "novia" brasileña, con el ceño fruncido.

— ¿Qué hacen aquí afuera? —preguntó, claramente molesta.
— Nada, solo hablando. —respondí, tomando un paso hacia atrás.

— Richard, ven, que ya nos vamos. —le dijo con autoridad, ignorándome completamente.

— Dame un minuto. —le contestó él, sin moverse de su lugar.

Natalia bufó, rodando los ojos, y volvió a entrar sin decir nada más. Yo me quedé ahí, mirándolo, esperando que dijera algo que aclarara todo.

— Deberías irte con ella. —le dije finalmente, rompiendo el silencio.
— Ella no significa nada. —me respondió él, con una sinceridad que me desconcertó.

— ¿Entonces qué soy yo? —pregunté, mi voz saliendo más suave de lo que pretendía. No estaba buscando una respuesta, pero una parte de mí necesitaba escuchar lo que él diría.

Richard dio un paso hacia mí, y por un momento pensé que iba a decir algo importante, algo que cambiaría todo. Pero en lugar de palabras, fue el silencio lo que llenó el espacio entre nosotros. Los segundos pasaban y yo sentía mi corazón acelerarse.

— No lo sé... —murmuró, bajando la mirada.

— Eso es lo que pensé. —le respondí, dando media vuelta antes de que pudiera ver cómo sus palabras me habían afectado. Comencé a caminar hacia la puerta de la discoteca, pero antes de entrar, me detuve y lo miré por última vez.

— Cuídate, Richard. —le dije, antes de desaparecer entre la multitud y el ruido.

Me volví a sentar junto a Jannia y los demás, sintiendo un nudo en el estómago que no se iba. Carrascal me pasó otro trago, pero esta vez, no tenía ganas de tomar. Me quedé mirando al vacío, pensando en lo complicado que se estaba volviendo todo con Richard, y cómo, por alguna razón, no podía sacarlo de mi cabeza

Snapchat - Richard Rios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora