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No me están comentando en ninguna de las historias y eso me emputa 😡 estoy brava con ustedes

La fiesta seguía en su apogeo. La música electrónica hacía vibrar el piso y la luz de neón iluminaba los rostros de todos a nuestro alrededor. Jannia y yo estábamos en nuestra salsa, riéndonos de cualquier cosa, bailando como si no hubiera mañana. El alcohol ya me empezaba a hacer efecto, y aunque sabía que debía parar, seguía con otro trago en la mano.

— ¡Vamos a la pista otra vez! —gritó Jannia, tirando de mi brazo mientras sonaba una mezcla brutal de guaracha.

— ¡Espérate! —respondí entre risas—. ¡Ni siquiera he terminado este trago!

Pero antes de que pudiera decir más, el ambiente se cargó de una energía distinta. Como si lo hubiera sentido antes de verlo, volteé la cabeza justo a tiempo para ver a Richard entrando al lugar. Se veía guapísimo, con una chaqueta de cuero negro que hacía que todos lo miraran al pasar.

— ¡Mierda! —le dije a Jannia cuando lo vi—. Ahí está Richard.

Jannia lo notó de inmediato y rodó los ojos.

— Uy, ahí viene tu drama de la noche —dijo en tono de broma—. ¿Qué va a pasar ahora, ah?

Me puse nerviosa, aunque no quería demostrarlo. Richard y yo no habíamos hablado desde lo del carro, y ahora no sabía cómo reaccionar. Él estaba caminando hacia nosotras, y en ese momento, toda la fiesta pareció desvanecerse. Su mirada se clavó en mí, como si no hubiera nadie más en el lugar.

— ¡Hola, hermanita! —dijo en tono burlón cuando llegó hasta mí. Esa sonrisa socarrona que ponía me ponía los pelos de punta.

— Ay, no empieces con eso —le respondí, tratando de no darle mucha importancia—. ¿Qué haces aquí?

— Vine a ver qué tal la fiesta —respondió, metiéndose las manos en los bolsillos de su chaqueta, como si fuera lo más casual del mundo.

Jannia me miraba con una sonrisa de lado, disfrutando la tensión entre Richard y yo. Se acercó y le dio una palmadita en el hombro.

— Richard, ¿no deberías estar con tu novia? —dijo Jannia, con un tono de burla pero directa.

Él hizo una pausa, mirándola como si la pregunta lo hubiera pillado por sorpresa.

— Ella ya se fue —contestó, mirando hacia otro lado por un segundo antes de volver a clavar sus ojos en mí—. Me quedé para verte a ti.

Sentí un nudo en el estómago, pero intenté mantener la calma. Jannia no pudo evitar soltar una risa.

— Uy, está fuerte la cosa. Oye, voy a buscar más tragos —dijo, alejándose para darnos espacio.

Cuando Jannia se fue, Richard se acercó un poco más, hasta estar lo suficientemente cerca para que el calor de su cuerpo se sintiera. Su mirada bajó hasta mi vestido.

— ¿Estás bien? —preguntó, pero su tono era más profundo, como si le importara la respuesta más de lo que debería.

— Estoy bien, gracias. Estoy de fiesta, ¿no me ves? —respondí, levantando la mano con el vaso de licor y dándole un trago largo.

— No pareces disfrutar mucho ahora que estoy aquí —dijo, con una sonrisa torcida.

— No me hagas caso. Estoy disfrutando como siempre. —Le contesté, tratando de sonar casual, pero mi voz salió un poco más aguda de lo que quería.

Richard se acercó aún más, casi susurrándome al oído.

— Sabes que no puedo dejar de mirarte, ¿verdad?

Tragué en seco. Quería responder algo, decirle que no debería hablarme así, pero su cercanía me estaba afectando más de lo que quería admitir. La música seguía, los tragos hacían su trabajo, y en ese momento sentí que todo alrededor se hacía más lento.

— ¿Vamos a hablar o solo vas a coquetear? —le dije al final, levantando una ceja, intentando tomar control de la situación.

Él sonrió, como si hubiera esperado esa respuesta.

— Mejor bailemos, hermanita —me dijo en tono burlón, pero sus ojos no se apartaban de los míos.

Y antes de que pudiera negarme, me tomó de la mano y me llevó a la pista de baile. La música cambió justo en ese momento a un reguetón pesado, y sentí cómo el ritmo me envolvía. Nos movimos al compás de la música, cada vez más cerca. Su mano en mi cintura era firme, y aunque intentaba mantener la distancia, él la acortaba con cada paso.

— Sabes que esto no es solo un juego, ¿verdad? —me dijo al oído, mientras seguíamos bailando.

Snapchat - Richard Rios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora