Después de que Richard se fue, me quedé tumbada en la cama, con la cabeza palpitando, tratando de recordar con exactitud lo que había pasado la noche anterior. Todo seguía siendo un maldito borrón, pero algo en la manera en que Richard se había reído de mí me dejaba intranquila. ¿Qué más le había dicho? ¿Había confesado algo más?Miré el reloj. Era casi mediodía. Me incorporé lentamente, con cuidado de no marearme más. Decidí que era hora de revisar los mensajes de la noche. Lo que más me preocupaba era lo que había hecho o dicho en ese estado. Desbloqueé mi teléfono de nuevo y me encontré con mensajes de Jannia, todos con tonos entre bromistas y misteriosos.
"¿Qué pasó con Richard, amiga? Me tienes que contar TODO."
"Sabía que algo iba a pasar, jaja."
"Tienes que contarme cómo terminó la noche. ¡Richard ni siquiera me ha dicho nada! Eso es raro."
Solté un suspiro y dejé el teléfono a un lado. Me sentía demasiado mal para lidiar con eso en ese momento. Fui al baño, me miré en el espejo y vi el desastre que tenía encima: maquillaje corrido, cabello enredado , y una cara de zombie. "Perfecto", pensé, sarcástica. Me di una ducha rápida, tratando de aclarar no solo mi cabeza, sino también mis emociones.
Después de vestirme, bajé a la cocina, donde me esperaba un gran vaso de agua y una aspirina. Era lo único que podía calmar el dolor que seguía latiendo en mis sienes. Mientras me la tomaba, mi teléfono vibró de nuevo. Esta vez era James.
"Oye, ¿cómo amaneciste? ¿Richard se portó bien ?"
Me reí para mí misma. Aunque James me trataba como una hermana menor, siempre encontraba la manera de hacerme sentir que estaba vigilada. Me apresuré a contestarle antes de que pensara lo peor.
"Tranquilo, todo bien. Me dejó sana y salva. Solo que... bueno, la resaca me tiene medio muerta."
"Menos mal. Te veo luego entonces. Ah, y tenemos que hablar. Sobre Richard."
Esa última frase me dejó congelada. ¿Sobre Richard? ¿Qué significaba eso? ¿James había notado algo raro anoche? ¿Había algo que él sabía y yo no? No podía evitar sentirme nerviosa. Decidí que no le daría demasiadas vueltas. No ahora, al menos.
Tomé mi café y me recosté en el sofá, intentando relajarme, pero mi mente seguía inquieta. Las palabras de Jannia y James revoloteaban en mi cabeza. Necesitaba aclarar las cosas con Richard antes de que se convirtiera en algo más incómodo.
Justo cuando estaba pensando en enviarle un mensaje, mi teléfono sonó. Era él.
—¿Todo bien? —dijo Richard, con su voz grave pero calmada. Escuchar su voz me hizo recordar todo lo que había pasado la noche anterior, y de inmediato me puse nerviosa.
—Sí, sí... todo bien. Gracias por cuidar de mí anoche. —Intenté sonar relajada, aunque sentía que la tensión me ahogaba.
—No fue nada. Estabas demasiado borracha. Me preocupara dejarte sola —respondió él, su tono despreocupado me hacía sentir un poco más cómoda.
Hubo un silencio, uno de esos incómodos, en los que ambas partes están esperando a que la otra diga algo más. Finalmente, él lo rompió.
—No tienes que preocuparte por lo que dijiste anoche, ¿sabes? —dijo, como si pudiera leer mi mente.
—¿Qué dije? —solté, de golpe. Sabía que había dicho cosas, pero no recordaba detalles.
—Bueno... nada que no me haya hecho gracia. No te preocupes, no confesaste tu amor eterno ni nada parecido. —Su tono era juguetón, pero debajo de eso, había algo más. Algo que me hacía pensar que no estaba diciendo todo.
—Richard, si me dijiste que hablé de que me gustaba alguien... ¿Era de ti de quien estaba hablando? —pregunté, sin rodeos. Sentía que necesitaba saberlo.
Hubo una pausa. Podía sentir cómo su respuesta venía cargada de peso.
—No sé, tal vez... —respondió finalmente, con una sonrisa en su voz. Eso no me tranquilizó en lo más mínimo.
—Richard, no juegues conmigo. —Mi voz sonó más seria de lo que esperaba. Estaba cansada de las bromas, de la tensión. Quería respuestas claras.
—Está bien. La verdad... no lo sé, estabas muy borracha. Pero sí, dijiste algo sobre que te gustaba alguien. No sé si era yo o solo lo dijiste para joder. —Hizo una pausa—. Pero si te sirve de algo, no me molesta.
No sabía qué decir. Mi mente estaba nublada
—Pero tome poquito — respondí en risa
—Uff parce súper poquito — respondió el riéndose también