Salí del cuarto de Jannia, tratando de que Richard no notara que algo me había molestado. Ese mensaje seguía en mi cabeza: "Hola, rey." ¿Quién sería? Intenté no darle más vueltas, pero la duda ya estaba instalada en mi pecho, como una piedra pesada.
Richard seguía riéndose con los otros jugadores en la sala, hablando de fútbol y contando historias de vestuario. Santiago Arias y Daniel Muñoz estaban peleando por una cerveza mientras Jhon Durán se quejaba de lo frío que estaba el clima en la cabaña, cosa que a ellos les daba risa. James estaba preparando más carne en la parrilla, moviéndose entre las botellas de guaro y las latas de cerveza como si fueran parte del decorado habitual.
Me acerqué a Jannia y le conté lo que había pasado.
—Oye, ¿tú has visto algo raro entre Richard y Sofía? —le pregunté, tratando de sonar casual, aunque mi voz me traicionaba un poco.
No sé por qué algo me decía que era ella, ps porque si Natalia y él estaban mal, no se trataban así.
—¿Sofía? No, mija, ¿por qué? ¿Qué pasa? —me miró entrecerrando los ojos, como si intentara leerme la mente.
—Es que le llegó un mensaje raro ahorita. Dice "Hola, rey", y no sé... Como que no me gustó mucho. —le expliqué, bajando un poco la voz para que nadie más escuchara.
—Uy, no me digas que Sofía le está escribiendo. No creo, pero si fuera así, ya estaría bueno que la pillemos. Esa man es tremenda —dijo Jannia, cruzando los brazos—. ¿Quieres que le pregunte algo a ver si la pesca?
—No sé... No quiero hacer una escena por algo que puede ser un malentendido —contesté, mirando de reojo hacia donde Richard seguía, sin percatarse de la conversación.
—Mira, si fuera cualquier otra persona, de pronto no pasa nada, pero esa man... tú sabes cómo es ella, siempre intentando meterse donde no la llaman —Jannia puso los ojos en blanco.
Me quedé callada, pensando. Antes de que pudiera responder, James entró a la sala, con su actitud relajada, pero esa sonrisa que siempre lo hacía ver como si supiera algo que los demás no. Richard se paró, levantando una mano para saludarlo desde lejos. Y yo, sin quererlo, me perdí en el contraste: ahí estaba, riéndose con sus amigos, y yo en la mitad de una tormenta mental que él ni se imaginaba.
Antes de que cayera más la tarde, me fui para casa. Después de eso, en el grupo escribieron que se trasladarían a mi casa, y como mis papás no estaban, me dio igual.
Cayó la noche, todos llegaron y nos sentamos en el patio de mi casa, con música no tan alta y unas cervezas.
Sofía apareció y dijo que saldría un rato con una amiga y después venía. Yo no le di importancia, pero le cayó bien a todos.
—Ey, vení pa'ca —Richard me hizo señas para que me acercara, pero yo no tenía ganas de sonreírle ni de seguirle el juego.
Me acerqué despacio, y cuando llegué, él puso un brazo alrededor de mi cintura.
—¿Por qué esa carita? —me preguntó en su tono paisa con esa mezcla de ternura y coquetería.
—Nada... cosas mías —respondí, intentando sonar casual, pero no lograba sacarme la inquietud.
—A ver, cuénteme, ¿qué fue lo que hice ahora? —dijo, su sonrisa empezando a desvanecerse un poco. Él notaba cuando algo me molestaba, aunque intentara disimular.
—Nada, solo que... —me interrumpí a mí misma. No podía decirle lo del mensaje así, en medio de todo el mundo—. Mejor hablamos después.
Richard frunció el ceño, mirándome más de cerca.
—No me ponga esas caras raras, mi amor —me dijo con una risa nerviosa—. Si es por algo que le dije o hice, dígame de una vez, pero no me vaya a dejar así con la duda.
Yo solté un suspiro, pero justo en ese momento, Sofía apareció en la sala con su sonrisa perfecta y su actitud confiada, saludando a todos con un "¡Hola, chicos!" como si nada.
—¡Sofis! —gritó Santiago, levantando una botella de cerveza en su dirección—. ¡Vení pa'ca, tómese algo con nosotros!
Ella se acercó rápidamente y yo la observé de reojo. Tenía puesta una camiseta ajustada y unos shorts demasiado cortos, y aunque intenté no darle importancia, no pude evitar compararme con ella. Se sentó justo frente a Richard y me lanzó una mirada rápida, pero suficiente para incomodarme.
—¿Todo bien, prima? —preguntó Sofía con un tono que me sonaba demasiado amable.
—Todo perfecto —le respondí, pero sentí cómo la tensión se apoderaba del ambiente.
Richard no decía nada, pero parecía incómodo. Su mano en mi cintura había bajado ligeramente, y no pude evitar pensar que quizás había algo más entre ellos dos. Todo se sentía extraño, y yo ya no podía disfrutar de la tarde.
Me aparté un poco de Richard y me serví otro vaso de coca-cola, tratando de distraerme. Jannia notó la tensión y se acercó, levantando una ceja.
—¿Todo bien, o necesitas que la baje de ahí? —me susurró, refiriéndose a Sofía.
—Tranquila, todavía no hay pelea... pero no sé cuánto más voy a aguantar. —le respondí, con una mezcla de risa y frustración.
El resto de la noche transcurrió entre bromas, risas forzadas y la sensación de que algo estaba a punto de explotar. Mientras Sofía coqueteaba sutilmente con los chicos, Richard intentaba hablarme como si nada hubiera pasado, pero yo ya no podía ignorar la incomodidad.