38

18 2 11
                                    

La noche antes del 24 de diciembre fue una noche tranquila, de esas en las que el viento apenas susurraba entre las hojas de los árboles. En sus respectivos países, Erick y Tony dormían profundamente, sumidos en sueños que parecían más reales que la propia vigilia.

Erick, con una sonrisa suave en el rostro, caminaba de la mano de su chica por un campo de flores doradas que se extendía hasta el horizonte.

El sol se ocultaba lentamente, tiñendo el cielo de un naranja cálido. Lore reía, su cabello al viento, mientras ambos se besaban despreocupados, como si el tiempo no existiera. Cada vez que se detenían, sus miradas se encontraban y el mundo alrededor desaparecía, quedando solo ellos dos. El amor que se tenían les hacía creer que podían con todo y más. Tras un último beso del chico, sacó un estuche que tenía en el bolsillo de su chaqueta. La chica lo abrió, un precioso anillo de compromiso asomaba por la cajita de terciopelo roja. Ella asintió, rió emocionada mientras Erick se lo colocaba y le decía lo mucho que la amaba y lo feliz que serían juntos el resto de su vida.

La sonrisa del cubano mientras dormía era imborrable. No quería que terminara. Extrañaba tanto a su chica, necesitaba cumplir su sueño lo mas pronto posible.

Mientras tanto, Tony, en su propio sueño, flotaba junto a Khai en un lago cristalino bajo la luz de la luna.

El agua reflejaba sus cuerpos, creando la ilusión de que estaban rodeados de estrellas.

Khai lo miraba con esos ojos que siempre lograban detener el tiempo para él.

– Estás muy callada. ¿Que piensas?

– Me hiciste perder el tiempo. Si me lo hubieses dicho antes hubiese pasado de Finn, me hubiese centrado en nosotros.

– No quiero perderte. – se acercó a ella, acarició su cuerpo. La calidez de sus manos hizo que su cuerpo mojado se erizara. Khai asomó una sonrisa.

– No me vas a perder, nunca. Pase lo que pase. Estaremos bien. Te lo prometo

El corazón de Tony latía al compás de las suaves olas, y la paz lo envolvía mientras sentía la mano de khai entrelazada con la suya.

En la quietud de la noche, los dos amigos compartían, sin saberlo, un momento mágico. Cada uno en su propio universo, soñaba con el amor que los hacía sentirse completos, aunque al despertar no recordarían del todo la perfección de esos instantes compartidos.

Erick abrió los ojos, tras un suspiro de decepción por darse cuenta de que es un sueño. se levantó y miró el móvil, asomó una sonrisa al ver el mensaje de aquella hermosa chica que tanto extrañaba. Tras responderle, se acurrucó intentando volver a aquel sueño precioso que estaba teniendo.

Unas horas después, en miami, abrí los ojos, asomé una sonrisa al reconocer el día de hoy y sali corriendo de allí.

–¡Buenos días! ¡ES NAVIDAD! – grité saludando a todos los empleados, iba en pijama y me daba igual, solamente quería alegrar un poco a los empleados que estaban solos, sin familia. Mi padre lo hacía todos los años, pero este año al madurar me sumé yo también. Había encargado una caja de galletas y dulces navideños para ir repartiendolo por ahí, me coloqué un gorrito de navidad y me fui por las habitaciones.

– ¡Buenos días! ¡Feliz Navidad familia! – ofrecí dulces de la caja a todo el que pillara – os espera chocolate con churros en la cocina, vamos, vamos, no se lo pierdan que hay para todos.

Seguí ofreciendo hasta que llegué a la habitación de flora, abrí sin siquiera tocar, ya que había confianza. Pero lo que vi me sacó de onda. Demasiado.

– Lore...– Flora quiso levantarse para hablar conmigo pero cerré la puerta. Mis ojos estaban abiertos como platos, aún procesando lo que acababa de ver.

Entre dos mundos - Erick Brian Colón [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora