Entre dos mundos - Erick Brian Colón [+18]

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Cuando Erick me contó sobre la propuesta de Colin, mi primera reacción fue desconfianza.

No porque el concierto fuera una mala idea. de hecho, me pareció increíble. sino porque venía de Colin. Y si algo había aprendido en los últimos días, era que Colin siempre tenía un as bajo la manga.

–¿Y tú qué piensas? –pregunté, observándolo con atención.

Estábamos sentados en la terraza de mi casa, con la brisa mañanera moviendo ligeramente las cortinas. Erick tenía los codos apoyados en sus rodillas y miraba al suelo, pensativo.

–No lo sé. Al principio dudé, pero… me emocionó la idea –admitió con una pequeña sonrisa–. Imaginarme a mi madre, a ti, a todos ustedes ahí, antes del casting… No sé, suena como un sueño hecho realidad.

Lo entendía perfectamente. Erick llevaba meses preparándose para la audición con Ricky Martin, y un concierto como ese podría darle el impulso final que necesitaba. Pero aún había algo que no me terminaba de convencer.

–Colin no da puntada sin hilo –señalé con cautela–. ¿Te dijo qué ganaba él con esto?

–Dice que solo quiere ayudarme –respondió, pero su tono dejó claro que él tampoco se lo creía del todo.

Suspiré. Esto tenía potencial, pero necesitábamos hacerlo bien.

–¿Y si lo hacemos juntos?

Erick alzó la mirada con curiosidad.

–¿A qué te refieres?

–Que si realmente quieres este concierto, hagámoslo nosotros. Que Colin no tenga todo el control. La empresa de mi papá podría ser el patrocinador principal. Así nos aseguramos de que todo sea legal, bien organizado y sin sorpresas raras.

Erick parpadeó, sorprendido.

–¿Crees que tu padre aceptaría?

Me encogí de hombros con confianza.

–Si le presento un buen plan de negocio, sí. Además, es un evento de música, publicidad para su empresa y una oportunidad para apoyar a un talento en ascenso. Le gusta meterse en cosas así.

Erick me miró con esa intensidad que tenía cuando algo le entusiasmaba, pero al mismo tiempo le daba miedo.

–¿Harías eso por mí?

Sonreí con suavidad.

–Claro. No quiero que pierdas esta oportunidad. Y si vamos a hacerlo, quiero que sea de la mejor manera posible.

Se quedó en silencio unos segundos, como asimilando la idea. Luego, sonrió de lado.

–Entonces, ¿seremos socios en esto?

Le tendí la mano, divertida.

–Parece que sí.

Erick entrelazó su mano con la mía, y en ese momento supe que, con o sin Colin, haríamos de este concierto algo inolvidable.

Mientras tanto. El olor a heno y tierra mojada impregnaba el aire del establo cuando Finn entró con paso seguro. Sam, concentrado en cepillar a alma, apenas alzó la vista, pero su leve sonrisa delataba que ya había notado su presencia. No fue el único.

–Mira quién es –soltó Tony desde el otro extremo del establo con su tono burlón de siempre–. El príncipe Finn viene a buscar a su caballero. ¿No puedes pasar ni una tarde sin tu amorcito?

Finn rodó los ojos, acostumbrado a sus bromas.

–¿Envidia? –respondió con una sonrisa confiada.