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Diciembre de 2015.

-Vieja hija de re mil puta. -me senté en una de las mesas de adelante, y Guido se acomodó a mi lado, empezando a reírse, supongo que por mi enojo. No había nada que detestara más que tener que ir a rendir. Siempre había sido una estudiante con buenas notas, pero la maldita de sociología era una pesadilla. Yo debería estar en mi casa, pasándola bien, no enfrentando un examen.

Pasé dos semanas dedicando tiempo a hacer el trabajo integrador. Saqué las hojas y empecé a leer, por si tenía que corregir algo. Conociendo a la profesora, era capaz de mandarte a julio por no tener una tilde en su lugar. ¿Te faltaba una hoja en la carpeta? Te mandaba a rendir.

Guido, como siempre, comenzó a hamacarse en la silla. El ruido me molestaba y no podía concentrarme. Lo miré enojada y le golpeé la cabeza con las hojas.

-Nene, ¿no deberías asegurarte de que hiciste bien el trabajo? -le dije, tratando de sonar seria.

-Es que no hice el trabajo. -Abrí los ojos como platos y me quedé quieta. Entonces, ¿qué hacía acá?

-¿Qué? ¿Me estás cargando? -dejó de hamacarse y me miró.

-No me llevo esta materia. -Rió y lo empujé.

-¿Qué carajos haces acá entonces?

-Hacerte compañía, querida. -Se cruzó de brazos con una sonrisa. Justo en ese momento apareció la profesora, y me puse rígida al verla.

-Bueno, cambio de planes, va a ser oral. Empieza Sánchez, el resto esperen afuera. -dijo la profe, y todos nos levantamos para esperar en el pasillo. Me senté en el piso y me apoyé en la pared; los nervios que estaba sintiendo eran increíbles. Sabía el tema, pero era la primera vez que iba a rendir una materia.

-¿Sabías que con mis hermanos tenemos una banda? -tiró Guido de la nada, y lo miré.

-¿Posta? -dije, y él asintió. -¿Por qué no me contaste antes?

-Bueno, no sé, era un secretito chiquito que se convirtió en grande, y no te lo podía ocultar. -Alzó los hombros y yo me reí.

-Tranquilo, igual gracias... me gustaría escucharlos. -dije mientras doblaba la hoja y la ponía debajo de mi pierna.

-Yo escribí una canción y, bueno, después se la di a Pato. -abrió su mochila en busca de la hoja.

-¿Pato canta? No sabía, con razón nunca vamos a tu casa. Supongo que es un lío de instrumentos. -bromee, y él rió.

-No, no es por eso. Mi casa no tiene nada de interesante, aunque si te da curiosidad, te puedo invitar a una merienda después de rendir. -invitó Guido, y me quedé pensando.

-Tengo que rendir, depende. Si me va bien, aceptaré la invitación, pero si no, me vas a tener que aguantar todo el camino a mi casa llorando. Así que te recomiendo que prepares los pañuelitos. -dije, y Guido me dio una hoja.

La letra era muy prolija.

"no me abandones"

"Era de noche y estaba por llover
Y su mirada recorría mi ser
Y desde entonces todo cambió

Y aunque no quiera, no lo puedo evitar
Miré sus ojos y la quiero besar
Ella es mi amiga, pero me enamoré
Cómo quisiera aquí tenerla

No me abandones amor
Porque sin ti moriré
Porque este amor es eterno
Nada más

Me he equivocado, yo ya lo sé
Pero es muy tarde, ya no hay nada que hacer
Es lo que siento y no lo puedo cambiar

𝐃𝐢𝐞𝐳 𝐝𝐢𝐚𝐬 𝐝𝐞𝐬𝐩𝐮𝐞𝐬. || 𝐆𝐮𝐢𝐝𝐨 𝐀𝐫𝐦𝐢𝐝𝐨 𝐒𝐚𝐫𝐝𝐞𝐥𝐥𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora