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La pelinegra, después de salir del hospital, se fue a su casa y agarró los papeles que había dejado sobre la mesa. Quiso analizarlos una vez más.

Ya había firmado semanas antes los documentos, y ahora se puso a mirar la fecha en la que se tenía que ir a Uruguay: a mitad del año que viene. Faltaba mucho, y sintió que la ansiedad la invadía. Agarró su celular, pero no se atrevió a hacer una llamada.

- Necesito irme ya mismo -murmuró, sintiendo cómo el peso de la situación la ahogaba. Nunca, en toda su carrera, le había pasado algo así con una paciente.

Nunca en su vida se imaginó que su paciente estuviera involucrada con Guido, que una paciente sería capaz de hacer algo así al punto de estar en el hospital. La idea de verlos juntos la atormentaba. No quería estar más ahí; quería irse y poder procesar todo lo que había sucedido.

Camila sabía que se iba a ir desde el principio, que lo haría en cuanto tuviera la oportunidad. Sabía lo que hacía al meterse con Guido, y ahora solo quería escapar y convertirse en una mejor persona. Quería olvidarlo todo. Sin embargo, por otra parte, se sentía miserable. Las palabras de Guido con Fátima y lo que Guido había dicho en el hospital eran tantas cosas que tenía que analizar.

Decidió buscar departamentos, casas y opciones para mudarse lo más rapido posible a Uruguay y encontrar algo de calma en medio del caos de su vida.

No quería relacionarse más con Guido, no quería saber nada de él, no quería recordar cómo se sentía miserable, porque mientras ayudaba a su paciente, ella andaba revolcándose con el novio de su paciente.

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Mientras buscaba opciones de vivienda en línea, comenzó a reflexionar sobre lo que significaba realmente irse.

Se imaginaba en Uruguay, lejos de todo lo que la ataba a su pasado. Pero también sabía que no podía simplemente huir de sus problemas.

Después de un rato, se sentó frente a su computadora y comenzó a escribir.

"Nunca me esperé que fueras así. Me idealicé con una versión tuya que no existe más. Sabía dónde me estaba metiendo, pero tuve la mínima esperanza de que algo iba a cambiar. Lo de Noelia fue toda mi culpa; yo causé eso. Arruiné nuestra amistad, fui yo la que comenzó con todo esto y, de cierta forma, entiendo completamente cómo te sentías cuando yo estaba con Facundo. Este año se volvió duro desde que nos reencontramos; no esperaba que nos lastimáramos mutuamente.

Cuando me presentaron la oportunidad de irme a trabajar en Uruguay, dudé mucho porque no quería dejarte solo otra vez. Pero después pensé... esto pasa una sola vez en la vida. Te lo iba a contar, pero todo se fue a la mierda y las cosas se complicaron aún más.

Los dos nos merecemos cosas mejores; no nos merecemos el uno al otro. No servimos como amigos ni como novios porque ambos somos un desastre.

Escribirte esta carta es una de las decisiones más difíciles que hice, pero siento que también me ayudará a soltar todo lo que tengo adentro. Quiero que sepas que siempre voy a guardar los buenos recuerdos que tuvimos, esos momentos que iluminaron mis días y me hiciste reír. Sin embargo, también tengo que ser honesta conmigo misma y con vos: lo que construimos se volvió tóxico y doloroso para ambos.

Te mereces a alguien que te haga feliz sin ataduras del pasado, alguien que esté completamente presente y no arrastre las cicatrices de relaciones anteriores. Y yo, por mi parte, necesito encontrarme a mí misma de nuevo, alejarme del dolor y las decepciones que hicimos juntos.

que no te culpo. Ambos cometimos errores y tomamos decisiones que nos llevaron a este punto. Lo que siento por vos es real, pero también sé que no podemos seguir así.

𝐝𝐢𝐞𝐳 𝐝𝐢𝐚𝐬 𝐝𝐞𝐬𝐩𝐮𝐞𝐬. || 𝐠𝐮𝐢𝐝𝐨 𝐚𝐫𝐦𝐢𝐝𝐨 𝐬𝐚𝐫𝐝𝐞𝐥𝐥𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora