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El ambiente en la habitación se tornaba cada vez más incómodo. Camila, con la mirada fija en su celular, evitaba establecer contacto visual, mientras que Guido la observaba con una mezcla de preocupación y curiosidad. Después de varios momentos de silencio tenso, Guido decidió que era hora de romper ese silencio que los envolvía.

— ¿Intentaste tener un hijo con él? —preguntó, con un tono que reflejaba tanto la curiosidad como la inquietud. Camila levantó la vista del teléfono, sorprendida por la pregunta, y lo miró con una expresión que parecía oscilar entre la sorpresa y el desdén.

— Nah, es un pelotudeo de ambos —respondió Camila, volviendo a concentrarse en la pantalla de su celular, como si eso pudiera ayudar a desvanecer la incomodidad.

No me podría imaginar a vos siendo madre... sería raro —comentó Guido, intentando aligerar el ambiente con un toque de humor, aunque sabía que el tema era delicado.

— Estoy bien, Guido. No hace falta que estés acá tratando de hacer que yo me sienta mejor. Agradezco tu preocupación, pero ya está, estoy bien —replicó Camila, su tono directo y sin rodeos, dejando claro que no estaba dispuesta a dejarse consolar.

Guido sintió que la distancia emocional entre ellos se hacía más notable. — Estamos en otro país, Camí. No quiero irme sabiendo que no hablamos casi nada. Contame algo más, y que no sea más incómodo de lo que ya está el lugar.

Camila suspiró profundamente, como si abrirse le costara un gran esfuerzo. Finalmente, decidió compartir algo de su vida. — Nicolás y yo, en unos días, vamos a ir a Argentina, a vivir por así decirlo. River Plate lo citó; si las pruebas dan bien, sería el nuevo jugador de River. — Dijo Camila, lanzando una mirada fugaz a Guido. Él intentó reírse, pero su expresión era más confusa que divertida.

— ¿Qué? —preguntó, al notar su reacción.

— Es que no me imaginaba a vos saliendo con un jugador, otra vez. Primero con uno que ahora está en San Lorenzo y ahora con uno de River... no seas doble casaca —dijo Guido, tratando de hacer una joda, aunque su tono sonaba un poco nervioso.

— Pero cuando estaba con Mati, él no estaba en San Lorenzo... —respondió Camila, cruzando los brazos.

— ¿Te llevas bien con tus exs? —inquirió Guido, sin pensar en las implicaciones de su pregunta. Camila lo miró fijamente, frunciendo el ceño mientras reflexionaba sobre la respuesta. Aquella pregunta la llevó a recordar sus relaciones pasadas.

— Y... sí. Viste que Facundo hace unos días fue papá, con su esposa. —sonrió levemente, aunque en su interior había un eco de dudas. Era evidente que, aunque Facundo había sido un buen  novio, nunca valoró del todo lo que tenía.

— Sí, en la agencia estos últimos días nos estuvo mostrando fotos del bebé. Es igual a él. —rió un poco Guido, intentando mantener el ambiente ligero, pero Camila continuaba en un estado de alerta.

En ese momento, Nicolás apareció en la sala. Se acercó y abrazó a Camila, quien sonrió, aunque su mirada hacia Guido seguía siendo algo fría y distante.

— Él se podría quedar a dormir —dijo Nicolás, mirando a Camila con complicidad. Ella lo miró, esforzándose por ser amable, pero su trato con Guido seguía siendo cortante y distante.

— Eh... —dijo Camila, dudando, mientras el ambiente se tornaba nuevamente tenso.

— Dale, amor, nos va a ayudar a cocinar. —insistió Nicolás, intentando suavizar la situación. Camila suspiró, sintiendo que la incomodidad entre ellos era horrible.

Guido y Nicolás se fueron a la cocina, donde comenzaron a preparar la cena. Mientras picaban algunos ingredientes, Guido intentó recordar momentos de la secundaria que pudieran aligerar el ambiente.

𝐃𝐢𝐞𝐳 𝐝𝐢𝐚𝐬 𝐝𝐞𝐬𝐩𝐮𝐞𝐬. || 𝐆𝐮𝐢𝐝𝐨 𝐀𝐫𝐦𝐢𝐝𝐨 𝐒𝐚𝐫𝐝𝐞𝐥𝐥𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora