Guido y yo ya ni nos contábamos cosas por WhatsApp. Siempre que nos enviábamos mensajes, era con la excusa de juntarnos a chusmear, pero ambos sabíamos que era una mentira.
La verdad era que pasábamos horas juntos, besándonos. Solo besos. Eran momentos robados que se sentían furtivos. A veces, cuando él se iba de gira, me contaba un poco de su viaje, pero eso era todo. Facundo nunca sospechó nada, y me preguntaba si era una hija de puta por lo que estaba haciendo. ¿Realmente lo era?
Hoy, Guido volvía a Buenos Aires, y le había dicho que pase por mi departamento porque tenía algunas cosas que contarle. Sabía que eso era una excusa, una mentira que ambos estábamos dispuestos a creer. La razón real para juntarnos era más que obvia, y cada vez que lo hacíamos, el juego se volvía más peligroso.
Cuando llegó a mi casa, me quedé mirándolo unos segundos, sintiendo cómo la adrenalina comenzaba a correr por mis venas. Me hice a un lado para que él pase, cerré la puerta con llave y, en un instante, todo se volvió frenético. Tiró todo al piso y me besó desesperado. Correspondí a su beso. Caminamos hasta el sofá, donde él se sentó y yo me acomodé sobre él, mirándolo a los ojos y comenzando a darle picos mientras acariciaba su pelo.
Su expresión era la de un nene que acaba de recibir un regalo inesperado, y eso me hizo sonreír. Pero en un momento, decidí romper la magia.
— ¿Hablaste con Facundo? —pregunto, deteniéndome un instante.
Intenté sacarle la remera y besarle el cuello para evitar el tema, pero sabía que no podía escapar de la realidad para siempre. Guido me agarró la cintura y me clavó las uñas, mirándome fijamente.
— Contestame, Camila. —dijo, su voz era firme, pero había preocupación en su mirada.
— No, todavía no... —lo miré y le besé la mejilla, sintiéndome culpable por lo que estaba a punto de hacer.
— ¿Decís que hoy es la oportunidad? —se acercó a mi cuello, y yo mordí mi labio, sintiendo la tensión en el aire.
— No sé, Guido. Aprovecha ahora, porque después ni en pedo te voy a dejar. —sonreí mientras sentía sus besos en mi cuello, disfrutando del momento.
Estuvimos un rato boludeando, hasta que me atreví a dar un paso más.
— Guido, ¿será que puedo...? —le pregunté, y él entendió enseguida, asintiendo con la cabeza.
Empecé a manosear su pantalón mientras él movía un poco mis caderas. El deseo se apoderaba de nosotros, y no podía evitar reírme cuando él dijo:
— Sabes qué cosa quiero ahora, ¿verdad? —me miró con picardía.
— ¿Qué cosa? —pregunté, intrigada.
— Dejarte marcas. —dijo, y no pude evitar reír de nuevo antes de volver a besarlo.
Estuvimos un rato así, disfrutando de la proximidad y la calidez del momento, hasta que de repente escuchamos golpes en la puerta. El corazón se me detuvo, y me separé del beso, mirando a Guido con preocupación. Me levanté del sofá, y él se vistió rápidamente mientras yo acomodaba mi ropa.
Por suerte, siempre dejaba algo sobre la mesa, como el mate y las galletitas, así que fui rápida a abrir la puerta. Al hacerlo, me encontré con Facundo, quien me sonrió de la manera más tierna.
— Amorrrrr miooo —exclamé, sonriendo mientras lo besaba.
— Eeeh, Guido, no sabía que venías hoy. Si no, te traía algo, boludo. —dijo Facundo, abrazando a Guido con una sonrisa despreocupada.
Guido me miró de reojo, y yo suspiré internamente, deseando que en ese momento no supiera lo que realmente estaba pasando. A pesar de que el corazón me latía con fuerza y la culpa comenzaba a asomarse, traté de actuar con normalidad.
ESTÁS LEYENDO
𝐃𝐢𝐞𝐳 𝐝𝐢𝐚𝐬 𝐝𝐞𝐬𝐩𝐮𝐞𝐬. || 𝐆𝐮𝐢𝐝𝐨 𝐀𝐫𝐦𝐢𝐝𝐨 𝐒𝐚𝐫𝐝𝐞𝐥𝐥𝐢
FanfictionDos mejores amigos de la secundaria, que estaban inseparablemente unidos por un asunto algo absurdo, terminaron distanciándose. Años después, se reencuentran, pero uno de ellos se lleva una sorpresa. "𝐫𝐞𝐜𝐮𝐞𝐫𝐝𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐨𝐥𝐯𝐢𝐝é 𝐝𝐞𝐜𝐢𝐫𝐭...