09.

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Me quedé sentada afuera del estudio mientras miraba Instagram. Los nervios me estaban comiendo viva, ya que no sabía qué hacer. No sabía qué decirle a Guido. No podía sacarme esa sensación de que él me había besado. ¿Cómo podría mirarlo después de enterarme de que mi ex mejor amigo me había besado?

Suspiré y traté de pensar con tranquilidad y un poco de profesionalismo. Esa situación ya pasó, quedó en el pasado. Ahora, el presente era que yo estaba con Facundo y tenía que darme igual el pasado. No tenía que darle tanta importancia a cosas que fueron pasajeras. Lo importante ahora era el día a día, el presente y mi futuro con Facundo.

Hasta que salieron los chicos, me levanté de golpe y miré a Facu. Él estaba despidiéndose de los chicos.

— Corazón. —lo llamé y él me miró. Pato, Gastón y Guido se me quedaron mirando, y Pato sonrió al verme.

— Camila, ¿todo bien? —preguntó él, y yo me acerqué a él con una sonrisa. Lo abracé y me separé.

— Todo bien, ¿y ustedes?

— Bien, bien, organizando algunas cositas. Estás cambiadísima, estás divina. —sonrió él y fui a saludar a Gastón, quien también me abrazó.

— Tanto tiempo. —dijo Gastón con una sonrisa. Evité a Guido y me puse al lado de Facundo. Él estaba algo confundido después de ver lo que yo hice.

— Después te cuento en casa, corazón. —lo miré y él sonrió. Facundo era la persona más tranquila del mundo; no había nada, pero nada, que lo llegara a molestar. Podías romperle su vaso preferido y él no se iba a enojar.

— Che. —llamó mi atención Pato y lo miré. —¿No les parece venir a comer a la casa de mis viejos el domingo tipo una? Facundo, por temas del laburo, sabía controlar sus emociones muy bien, pero conociéndolo por dentro, debe estar estallando de emoción.

No podía agarrármela con Pato ni con Gastón, ya que ellos siempre fueron buenos conmigo y siempre me ayudaban, me acompañaban a casa en plena noche para que no me pasara nada. Así que asentí. Iba a ir por ellos dos.

— La casa es la misma, ¿no? —dije y él asintió. —Bueno, nos vemos el domingo. —Nos despedimos y fuimos camino al auto.

Llegamos al auto y nos sentamos. Suspire apenas me subí y me percaté de que Facundo me estaba mirando fijo con una sonrisa de punta a punta.

— Habla. —dije y él tomó aire antes de empezar a hablar.

— Conocí a Airbag. Ahora se supone que vamos a ir a comer con Airbag. Nono, qué acaba de pasar —sonreí; me encantó verlo así de feliz, me llenaba el alma.

— Bueno, te voy a contar, pero es un secreto. Yo fui al mismo colegio que ellos. En la secundaria me hice muy amiga de Guido; nos volvimos mejores amigos inseparables. Hasta que, en el viaje de egresados, él y yo nos alejamos. Nos dijimos de todo y no nos vimos más, porque quedamos muy mal. Por eso no le hablé hoy. Ya tenés la razón por la que no me gustaba hablar de Airbag: porque en esa banda está mi ex mejor amigo. —Terminé de contarle y Facundo me besó. Sonrió mientras me besaba, correspondí al beso y puse mis brazos por su cuello.

— Gracias por contármelo. —dijo él.

————

Era domingo, llegamos a la casa y agarré la mano de Facundo porque todavía seguía con esa emoción encima.

Tocamos el timbre y nos abrió Guido. Rodé los ojos y pasé; Facundo soltó mi mano y saludó a Guido, para luego venir a mi lado.

— Yo creo que tendrían que sentarse vos y hablar las cosas. Supongo que es algo reparable, ¿no? —dijo Facundo.

Me quedé en silencio; no podía hablar las cosas con Guido. Aunque lo intentara, no podía.

Llegamos al patio, donde estaban los padres de ellos. Empecé a saludar, hasta que saludé a Pato y Gastón.

— Y contá, Cami, ¿te recibiste? —preguntó Gastón y asentí.

— En un hospital universitario, soy psicóloga ahora. Hasta recién estuve laburando a full, es algo que me gusta.

Le di una bolsa a Pato y él la miró, empezando a reírse.

— ¿Me trajiste un whisky? Como te acordás, ¿eh? Nos alegra mucho escuchar que ahora estés laburando de lo que más te gusta.

— Muchas gracias, Pato. —sonreí y me senté en la mesa, al lado de Facundo.

— Yo creo que tendrías que intentar... —dijo Facundo mientras me miraba y se acercaba a mí. Lo miré y sonreí.

— Ya está, Facu. Las cosas con él quedaron así, no se pueden arreglar. —le di un poco de cariño y sonreí. Me percaté de que Guido nos estaba mirando y se me fue la sonrisa.

Los chicos estaban haciendo el asado. La mamá de los chicos me había pedido que pusiera la mesa, así que obedecí y entré a la casa en busca del mantel y los platos. Era un quilombo, la puta madre. Llevar los cubiertos, papel, platos y mantel.

Estaba sola en la cocina hasta que apareció Guido. Dejé las cosas en la mesada y me quise ir, pero él me agarró del brazo.

— Dale, Antonia, tratemos de quedar bien y que cada vez que nos veamos no se ponga incómodo. —dijo Guido y lo miré.

— Guido, cada día en mi cabeza están dando vueltas todas las cosas que vos me dijiste...

— Vos no viniste a nuestro egresado, Antonia. —Cuando nos molestábamos entre nosotros, nos llamábamos por el segundo nombre.

— Armido, mi tío estaba falleciendo. Me tuve que ir lo antes posible. Vos tenías razón en lo de Vanesa. Esos meses fueron una tortura para mí.

— Te había mandado mensajes, quería hablar con vos, pero nunca contestaste.

— Se me había roto el celular y hasta que llegara a mi casa no iba a tener uno nuevo. Además, cambié el número, Guido... incluso en el día de tu cumpleaños, tu primer cumpleaños sin tu mejor amiga, recé por vos para que la pasaras hermoso.

— Yo estaba ahí esperándote. Creí que ibas a aparecer. En el egresado estuve esperando por vos para poder hablar las cosas, pero nunca apareciste.

— Guido, vos me mentiste. Vos me robaste varios besos en la joda de Carlos Paz. —Lo miré seria.

— No sé por qué quise ser parte de esa experiencia. —Alzó los hombros—. Me decepcioné de vos cuando estuviste con Fátima, cuando sabías bien lo que ella era.

— Nos llevamos bien. Ella pidió perdón y en la facultad me ayudó en todo. Te pido perdón por no haber estado en el egresado, pero tuve que viajar de último momento a Mendoza y me quedé todas las vacaciones ahí. Quise llamarte para tu cumpleaños, pero estábamos mal y pensaba que me odiabas. De verdad lo lamento, arruinar lo que para vos sería el mejor recuerdo de la secundaria.

Guido me miró.

— Te pido disculpas por haberte besado sin tu permiso. Ese beso a mí me dio igual; solo quería que supieras cómo era besar a alguien. Lo hice porque, como amiga, siempre me contabas de todo.

— Bueno, te perdono... —Lo miré y sonreí levemente. Él me hizo señas para que lo abrace y eso hice. Lo abracé fuerte; sentía ese perfume hermoso que él se ponía, ese abrazo tan cálido y hermoso del cual no quería alejarme nunca. Él correspondió a mi abrazo y nos quedamos varios minutos así, en silencio y abrazándonos.

Hasta que Guido rompió el silencio.

— Te extrañé y mucho. —dijo Guido y lo miré.

— Yo también te extrañé y mucho. —Su abrazo me hizo dar ganas de llorar. Siete años estuve sin abrazarlo, sin escucharlo conversar conmigo.

𝐃𝐢𝐞𝐳 𝐝𝐢𝐚𝐬 𝐝𝐞𝐬𝐩𝐮𝐞𝐬. || 𝐆𝐮𝐢𝐝𝐨 𝐀𝐫𝐦𝐢𝐝𝐨 𝐒𝐚𝐫𝐝𝐞𝐥𝐥𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora