— Guido... —comencé, pero él me interrumpió.
— No lo pienses tanto, Camila. A veces, solo hay que dejarse llevar.
— Los forros, tonto.—lo miré de una forma pícara, y él siguió recorriendo su mano por mi cuerpo, hasta llegar a mi muslo.
— Quiero hacer que esto sea tan inolvidable que vas a pensar que el único que te garchó realmente bien y como se debe, soy yo. —comenzó a besar mi cuello, y yo soltaba pequeños jadeos.
— Guido, los forros, por favor. —rogué mientras mordía mis labios. Entonces, él se salió de encima mío y se dirigió a mi cuarto. Mientras lo esperaba, empecé a quitarme un poco de ropa para sentirme más cómoda.
Cuando volvió, su sonrisa iluminó su rostro. Era una sonrisa de punta a punta, y amaba lo que estaba viendo.
— Vamos a ser en esta experiencia solo vos y yo. No nos vamos a preocupar de nadie ni nada hasta que yo pase la puerta principal y me vaya. Yo paso esa puerta y nuestro romance se termina. —dijo, y yo sonreí. Él estaba sentado mientras desabrochaba su pantalón y bajaba su bóxer. Me senté a su lado y empecé a besar su cuello.
— Para, no quiero uno rápido. Quiero todo tranquilo y sin apuros. —dije mientras dejaba pequeños besos en su cuello y coloqué mi mano en su miembro.
— Lo que pidas, lo vas a tener, hermosa.
———
Guido se separó de mí y se acostó a mi lado, quedándose mirándome mientras sonreía.
— Te hice mierda el cuello. —dijo él, y yo apoyé mi cabeza en su pecho desnudo.
— Nunca en mi vida me garcharon tan hermoso como lo que pasó recién. —lo miré, sintiendo una mezcla de felicidad y confusión.
— ¿Viste que te dije? El mejor sexo de tu vida te lo doy yo. —sonrió y me dio un pico.
— ¿Nos fuimos a la mierda con esto? —pregunté, y él negó con la cabeza.
— Cuando yo pase esa puerta, vos y yo seguimos siendo mejores amigos y se finge demencia. Pero por ahora, prefiero estar más enfocado en el presente. —lo miré mientras le sacaba algunos pelos de la cara.
— Sos hermoso, ¿lo sabías?
— Vos lo sos más, aunque seas una hija de puta. Con esa cara te haces la inocente. —me quedé abrazada a él, disfrutando de su cercanía, dejándole besos suaves en el pecho. Pero en un momento, no pude evitar reírme, y él me miró serio.
— ¿Estás bien? —preguntó él, y yo asentí.
— Me duele el orto y las piernas, Guido. Estoy sin energía y tengo ganas de ir a morfar algo. —lo miré, sintiendo un poco de vergüenza.
— ¿Fui bruto? Perdón, perdón. —empezó a suplicar, y yo negué con la cabeza.
— Te estoy alagando, nadie en mi vida me dejó en este estado de cansancio. Quisiera dormir ahora, pero tengo un hambre de la puta madre.
— Ay, tranquila. Quédate un rato acostada, y cuando te sientas un poco mejor, vení a la cocina. Voy a hacer pizzas. —se puso su bóxer y su pantalón antes de irse a la cocina. No me imaginé nunca que el sexo con Guido era TAN, PERO TAN BUENO. No sé si era por mí o por él, pero me abrazó fuerte y empezó a preguntarme si me sentía cómoda o si me estaba lastimando. O me comía la boca a besos; sensaciones que no quisiera olvidar nunca.
Cuando me sentí un poco mejor, aunque rengueando, me encontré con un Guido sin remera, amasando la pizza en la cocina. Me senté en la silla y me quedé mirándolo como una tonta, pensando en qué tema podría sacar para romper el hielo.
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𝐃𝐢𝐞𝐳 𝐝𝐢𝐚𝐬 𝐝𝐞𝐬𝐩𝐮𝐞𝐬. || 𝐆𝐮𝐢𝐝𝐨 𝐀𝐫𝐦𝐢𝐝𝐨 𝐒𝐚𝐫𝐝𝐞𝐥𝐥𝐢
FanfictionDos mejores amigos de la secundaria, que estaban inseparablemente unidos por un asunto algo absurdo, terminaron distanciándose. Años después, se reencuentran, pero uno de ellos se lleva una sorpresa. "𝐫𝐞𝐜𝐮𝐞𝐫𝐝𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐨𝐥𝐯𝐢𝐝é 𝐝𝐞𝐜𝐢𝐫𝐭...