30.

314 29 1
                                    

Guido salió del hospital con la bronca a flor de piel. Llamaba, llamaba y llamaba a Camila, pero ella no le contestaba. Cuando llegó a su casa, se acostó en la cama y se puso a pensar. Camila tenía razón: Noelia lo había engañado, Noelia lo estaba boludeando. Camí tenía toda la razón.

--

Pasaron varios días sin que Guido tuviera noticias de Camila, así que decidió llamar a Fátima para ver qué estaba pasando.

- Hola, Fati, ¿todo bien? Che, ¿sabes algo de Camila? -preguntó Guido, con un tono de preocupación.

- Hola, Guido. No, no... hace unos días que no la veo.

- ¿Está mal si caigo en su casa?

- ¿Qué pasó, Guido?

- Me las mandé y una tremenda. Quiero pedirle perdón.

- Escuchame, vayamos mejor los dos. Si vas solo, es capaz de mandarte a la mierda. -sugirió Fátima, con un tono serio.

- Y... tiene motivos para hacerlo.

- En un rato salgo de acá y vamos juntos, ¿dale?

--

Ambos estaban en la puerta de la casa de Camila. Guido estaba nervioso por lo que podía pasar. Tocó la puerta y vio cómo se empezaba a abrir lentamente. Pero no era la persona que esperaba ver.

Cuando la puerta se abrió, apareció la madre de Camila.

Guido miró confundido, al igual que Fátima.

- Ay, Nancy, no nos esperábamos encontrarnos con usted. -saludó Fátima, y luego Guido.

- Guido Qué grande que estás, nene. Hace mucho que no te veía. ¿Cómo están ustedes?

- Bien, bien... -respondió Guido, un poco incómodo. - ¿Está Camí? -preguntó, con un hilo de esperanza.

La señora negó con la cabeza.

- No, perdón por darles esa noticia.

- ¿Dónde la podemos encontrar? -preguntó Fátima, con un tono de preocupación creciente.

- No sé a dónde fue, pero me dijo que se iba a mudar y que después me iba a pasar la dirección, pero que no era por acá cerca. No fue tan detallista conmigo, y eso que soy su madre.

El rubio se quedó quieto, procesando la información. Se sentía culpable. ¿Camila se había fugado por su culpa?

Ambos saludaron a la señora y se fueron a la plaza que estaba a la vuelta.

Guido se sentó en una hamaca y comenzó a mecerse, absorto en sus pensamientos. ¿Dónde carajos estaba Camila? Hacía días que no contestaba las llamadas, ni siquiera miraba los mensajes, y ahora desaparecía de su casa.

Fátima decidió preguntarle a Guido cómo se sentía y comenzó a interrogarlo.

- ¿Estás bien, Guido? -preguntó, sentándose en la hamaca de al lado.

- No, no estoy bien. Me siento un desastre. -respondió él, mirando al piso-. Siento que todo esto es culpa mía. Si no hubiera... si no hubiera estado con noelia, tal vez no estaría así.

- No podes cargar con toda esa culpa, Guido. Camila es adulta y toma sus propias decisiones.

- ya sé, pero no puedo evitar pensar en lo que pasó. La última vez que la vi la mandé a la mierda, le dije que solo la quería para sexo. Ahora se fue, y no sé si volverá.

Fátima lo miró con compasión.

- A veces, las personas necesitan espacio para procesar lo que sienten. Quizás esté en un lugar donde pueda aclarar sus ideas.

Guido suspiró, sintiendo un nudo en el estómago.

- Pero, ¿y si no vuelve? ¿Y si realmente se va para siempre?

Fátima se acercó un poco más, apoyando una mano en su hombro.

- No quiero que te culpes por lo que pasó. Todo esto es complicado, y las emociones a veces nos llevan a tomar decisiones impulsivas. Pero lo importante es que ahora estás acá, y podes hacer algo al respecto.

tras un suspiro profundo, siguió hablando,

- Fátima, Camila y yo, cuando teníamos diecisiete años, peleamos en nuestro viaje de egresados. Después de eso, no la vi más. No fue ni siquiera a la fiesta de egresados a buscar su diploma. Fueron siete años los que ella desapareció y yo no sabía nada de ella, donde creí que estábamos mal. Hasta que me la encontré de casualidad en la productora.

Se detuvo un momento, recordando la pelea de aquellos años.

- Es la misma situación, ella huye. Siempre tuvo esta forma de alejarse cuando las cosas se ponen difíciles. Y ahora, después de todo lo que pasó, me preocupa que vuelva a hacer lo mismo.

Fátima lo miró con comprensión.

- Entiendo que eso te asuste, pero también tenés que acordarte que la vida y las personas cambian. Quizás necesitaba ese tiempo para sí misma, para sanar.

Guido se pasó una mano por el cabello, frustrado.

- Pero nunca quise que se vaya. Nunca quise que se sintiera sola. Aunque todo haya empezado como un error, lo que siento por ella es real. Y ahora, al igual que antes, me siento impotente.

- No podes controlar sus decisiones, Guido. Pero sí podes hacerle saber que estás acá.

- pero ¿y si ya es demasiado tarde? ¿Y si nunca vuelve? -dijo, con la angustia reflejada en su rostro.

Fátima tomó un momento para pensar.

- Si hay algo que aprendi en todo este tiempo es que las personas siempre pueden volver a encontrar su camino, incluso si se desvían por un tiempo. Solo tenes que estar dispuesto a buscarla.

---

Tres años después, Guido aún no había sabido nada de Camila. Desapareció de un día para otro. Durante los primeros meses, la buscó por todas partes: en la Capital Federal, la ciudad donde ella había ido a la facultad, recorrió Palermo, Puerto Madero, Belgrano... pero eventualmente se dio por vencido.

No la iba a encontrar nunca; era una decisión que ella había tomado. Si ella quería irse, tenía todo el derecho. En ese tiempo, Guido se sintió preocupado y cargó con la culpa, convencido de que era toda su responsabilidad. Sin embargo, con el paso del tiempo, se rindió.

No iba a parar su vida por ella, no iba a poner su vida en pausa por alguien que no estaba. Si ella no aparecía, él no podía hacer nada al respecto. Tenía que seguir adelante. Tenía una banda, tenía una gira, y cuando finalmente se rindió, las semanas, los meses y los años pasaron. Poco a poco, dejó de darle tanta importancia al tema.

De vez en cuando, se acordaba de ella y se preguntaba qué estaría haciendo, dónde estaría. Pero no lo sobrepensaba demasiado. Camila, para él, ya era un pasado. Se preocupaba más por el presente, se distraía con algunos proyectos que hacía con sus hermanos, y salía con chicas por ahí, disfrutando de lo que la vida le ofrecía. Era el presente lo que le importaba, y lo demás quedaba atrás.

Con el tiempo, Guido cambió mucho. Se convirtió en una versión más madura de sí mismo, un hombre que enfrentaba la vida. aunque la sombra de Camila aún permanecía en algún rincón de su mente.

𝐃𝐢𝐞𝐳 𝐝𝐢𝐚𝐬 𝐝𝐞𝐬𝐩𝐮𝐞𝐬. || 𝐆𝐮𝐢𝐝𝐨 𝐀𝐫𝐦𝐢𝐝𝐨 𝐒𝐚𝐫𝐝𝐞𝐥𝐥𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora