19.

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—"Cuanto más te necesito, me dejás caer al piso. sos la reina del vudú, controlás la multitud. burundanga en mi cerebro
Vos decís y te obedezco, tus mieles y tus delicias, no se tocan si se miran.

Nada va a hacerte mejor, conocete bien a vos, tu alma brilla en la ciudad
No sé por qué la deformas porque hoy entendí tus deseos te condenan a vivir, la ilusión, una vida sin sentido para mí
Yo resistí.—"

——

Nos quedamos mirándonos un rato, hasta que me acosté en la cama y lo seguí mirando.

— Vos sabías que en la secundaria me gustabas? —dije, y vi cómo su expresión de sorpresa se dibujaba en su rostro.

— ¿En qué año estábamos? —preguntó, curioso.

— En el último. Hasta en el viaje de egresados, tú me gustabas.

— Mentiraaaaa —se acostó a mi lado y me miró, con una sonrisa incredulidad.

— De verdad. —asentí, sintiendo que la dulzura del momento llenaba el aire.

— Y si en vez de pelearnos, nos confesábamos... ¿crees que la historia podría haber sido diferente? —preguntó él, con un brillo en los ojos.

— No sé, Guido. En esos días ya estaba lidiando con otros problemas, además del tuyo... Tal vez me servía que estuvieses ahí para consolarme. —me acerqué un poco a él y miré sus labios.

— Yo daría todo por vos con tal de que estés bien. —sonrió y me besó.

Correspondi y puse mis manos en su cuello, sintiendo una conexión que había estado latente por tanto tiempo. Él se puso encima de mí y separó un poco mis piernas, y en ese momento, me separé del beso y lo miré a los ojos.

— ¿Podemos probar? —mordió su labio, y yo me reí, negando con la cabeza.

— Ay, Guido, sos un alzado.

—Daa Sos una forra. —él seguía en la misma posición, colocando sus manos en mi cintura, y no pude evitar sonreír.

— Nosotros dos sanamos, nos buscamos y nos seguimos amando desde pendejos, aunque no lo supiéramos. —tomé su mano—. Si tuviera que elegir entre Facundo y vos, te elegiría a vos siempre. —La expresión en su rostro era algo que no iba a olvidar jamás.

— De verdad te extrañé mucho. Creo que el destino quiso que estemos juntos desde un principio. Yo creo que sos el amor de mi vida. —dijo Guido, y lo abracé con fuerza.

— No sé si decirte, pero en algunas cosas sí fuiste mi primera vez. —respondí, y él me miró con complicidad.

— Eso ya lo sabía, querida. —sonrió, y me levanté de la cama.

— ¿Adónde vas? —me preguntó.

— A lo de Facu, Guido. —agarré mis cosas, y él se levantó también.

Lo miré y lo abracé una vez más.

— Cuídate. —dijo él, acariciando mi pelo, y yo asentí.

Me separé del abrazo y salí del departamento de Guido, dirigiéndome hacia el de Facundo. Cuando llegué a su casa, él me recibió con una sonrisa de oreja a oreja.

— Hola, hermosa—me dijo, y sonreí también.

Me besó y yo correspondí, sintiendo que la calidez de su afecto me envolvía.

— ¿te gustó la fiesta? —me preguntó, mientras nos sentábamos en el sofá.

— Bien, divertida. La pasé bien. —intenté sonar despreocupada.

𝐃𝐢𝐞𝐳 𝐝𝐢𝐚𝐬 𝐝𝐞𝐬𝐩𝐮𝐞𝐬. || 𝐆𝐮𝐢𝐝𝐨 𝐀𝐫𝐦𝐢𝐝𝐨 𝐒𝐚𝐫𝐝𝐞𝐥𝐥𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora