21.

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Habían pasado varios días desde que Guido me pidió un tiempo, y me sentía como una tonta. La confusión y la culpa me acompañaban en cada momento del día. Intentaba concentrarme en el trabajo, pero mi mente siempre regresaba a él. Era como si una niebla me envolviera, impidiéndome ver con claridad.

Ese día, había terminado mis sesiones y decidí visitar a Facundo en la productora. Tal vez, la alegría que él siempre proyectaba me ayudaría a despejar la mente y a sentirme un poco mejor.

Cuando llegué, me encontré con los chicos en la sala de descanso. Los saludé con una sonrisa, tratando de mantener las apariencias. Sin embargo, cuando mis ojos se encontraron con los de Guido, el ambiente cambió. Nos quedamos mirando por un momento, y la tensión era MUY NOTABLE.

— Uh, ¿qué pasó? —dijo Pato, notando la incomodidad entre nosotros. Me giré hacia él, tratando de desviar la atención.

— Nada, nada... —respondí, sintiendo cómo la incomodidad se acumulaba en mi pecho. Miré a Guido de nuevo, y para mi suerte, él se dio la vuelta y se fue sin decir una palabra.

— Qué caprichoso —murmuré, mientras me sentaba en el sofá, sintiendo la presión de la situación.

Pato se sentó a mi lado, su mirada llena de preocupación.

— ¿Se pelearon? —preguntó, intentando comprender la situación.

— Un tiempo. —suspiré, sintiéndome atrapada en una maraña de emociones—. Porque no sé cómo terminarle a Facundo, y a él le jode eso.

— Capaz que se siente usado, Camí. —dijo Pato, y sus palabras resonaron en mí.

Lo miré, sintiendo una punzada de culpa. No quería que Guido se sintiera así, pero tampoco quería lastimar a Facundo. Era una situación complicada, y mis sentimientos estaban en conflicto.

— No es eso... —dije, negando con la cabeza, aunque en el fondo sabía que había algo de verdad en sus palabras. No tenía la intención de usar a nadie, pero las circunstancias me habían llevado a este punto.

— ¿Y qué pensás hacer? —preguntó Pato, su tono era más serio ahora.

Me quedé en silencio, pensando en lo que realmente quería. Sabía que debía hablar con Facundo, ser honesta sobre lo que estaba pasando. Pero la idea de lastimarlo me aterrorizaba. Había construido una relación con él que era significativa, y no quería romperlo todo.

— La verdad es que no sé... —respondí finalmente, sintiéndome vulnerable—. Solo sé que no puedo seguir así, atrapada entre dos mundos.

Pato asintió, entendiendo mi lucha interna.

— Tal vez tendrías hablar con Facu primero. —sugirió—. No es justo para él que sigas ocultándole lo que sentis.

No podía seguir ocultando mis sentimientos, ni a Facundo ni a mí misma. Pero, ¿cómo iba a hacer? ¿Cómo le digo que sentía algo por Guido, que había una conexión que no podía ignorar?

— Bueno, tendrías que hacerlo antes de que la situación se vuelva más complicada. —dijo Pato, y en ese momento, su consejo me pareció más que sensato.

Asentí.

— Gracias, Pato. —le dije.

——

El festival había llegado, Había decidido esperar un poco antes de hablar con Facundo, dándole tiempo a mis pensamientos para aclararse. mi mente seguía volviendo a Guido, que aún me miraba de reojo desde el backstage, como si estuviéramos en mundos completamente diferentes.

𝐃𝐢𝐞𝐳 𝐝𝐢𝐚𝐬 𝐝𝐞𝐬𝐩𝐮𝐞𝐬. || 𝐆𝐮𝐢𝐝𝐨 𝐀𝐫𝐦𝐢𝐝𝐨 𝐒𝐚𝐫𝐝𝐞𝐥𝐥𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora