—En mi lista de sueños tengo resaltado que algún día voy a bailar en un centro comercial sin que me importe absolutamente nada — pronuncié con una sonrisa mirando hacia la nada.
—No sé qué es más ridículo, que tengas una lista de sueños o tu sueño — Peeta carcajeó. Estábamos en camino al Boulevard, nos habíamos ido del instituto y aunque eso me costaría muchas consecuencias con mi madre, creía por un segundo que por el rubio valdría la pena. Después de lo ocurrido ayer, él y yo nos quedamos en el mismo lugar hablando durante algún tiempo hasta que se calmara y sus ojos dejaran de estar hinchados. La herida de su labio seguía siendo notable aunque ya estaba cada vez más sano.
—Al menos uno ya se hizo real — presumí con una sonrisa. — ¿Ah sí? ¿Cuál? — inquirió elevando la comisura de sus labios.
—Hacerte reír — confesé. Por un segundo pensé que su rostro cambiaría por completo a uno serio y sin ganas de seguir escuchándome, su rostro si cambió, pero en lugar de eso, su sonrisa se hizo más grande causando que su hoyuelo se remarcara con más profundidad.
—Estás demente, Everdeen — volvió a reír.
— ¡Y dos veces! — chillé de emoción. Nuestras carcajadas se unieron creando un perfecto sonido para mis oídos, sabía que la suya hacía de éste momento aún más especial. Él se detuvo intentando recuperar su respiración, una vez que lo consiguió habló.
—Dime, ¿cuáles son tus otros sueños en esa lista? — preguntó curioso levantando una de sus cejas. — ¿Estás seguro? Puede ser que te aburra — advertí, sabiendo cómo era Peeta, aprovecharía cualquier cosa para reírse de mí de manera tan grosera.
—Completamente — aceptó.
—Bien — asentí con la cabeza — Practicar paracaidismo y buceo, escribir un poema en sueco, viajar en una furgoneta hippie, ser roseada con polvos de hada... — enumeraba cada uno de ellos con mis dedos, Peeta solo sonreía enternecido, sus ojos tenían una pizca de diversión, me prestaba toda la atención o al menos eso fingía, pero me escuchaba y eso me hacía sentir feliz.— Crear un columpio como el de Heidi, hacer un muñeco de nieve y dure por semanas sin ser destruido, no dormir durante cuarenta y ocho horas, bañarme en una cascada, me gustaría encender fuegos pirotécnicos...
— ¿Nunca has encendido uno? — Peeta preguntó incrédulo interrumpiendo
— ¡Por Dios, Everdeen!
— ¡Mi madre es paranoica respecto a eso! — Me defendí — Dime Peeta, ¿cuáles son los tuyos?—Yo no tengo sueños — respondió al instante sin pensarlo.— ¿Por qué?— ¿Para qué tener sueños? Muchos suelen romperse, un sueño es algo que es inventado para tener alguna meta con la cual seguir adelante y darle sentido a tu patética vida, ¿de que sirve vivir a base de mentiras? Lo sueños fueron creados para ocultar la realidad de uno — su voz sonó tan dura que me dio a entender que no siguiera, sin embargo, seguí intentando.—Uno se cumplió, y fuiste tú quien lo hizo — hablé en un susurro buscando su mirada.
—Claro — dijo en un sarcasmo.
— ¡Bien! ¿Cómo llamarías tú algo que quisieras cumplir? No sé, como tirarte de un puente o comer una galleta que nunca has probado ¡dime! — jadeé irritada.—En realidad no sé, ¡solo deja de insistir! — exclamó llevándose las manos a su cara y bufar en forma de frustración.
—Peeta... — dije en un canto diminuto tratando de no hacerlo explotar en ira.
— ¡Bien! ¡Me gustaría comer un space cake! — me miró mal y desvió su mirada.— ¿Qué es un space cake? — pregunté confundida.
— Un pastel con marihuana — habló lobuno.
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Promesas Rotas
Teen FictionUna chiquilla escuálida llegando casi siempre tarde a sus clases con una mancha de pasta dental en su blusa, entra a la vida del chico como un rayo de luz en la habitación más oscura. La penumbrosa estela ilumina el cielo para ambos enseñándole un...