Bajé del taxi y le agradecí al señor antes de caminar hasta la puerta
de mi casa, abrí y me adentré soltando un suspiro cansado, estaba agotada. Había caminado demasiado.—Llegaste.
La voz de Neisan sonó fuerte y firme ocasionando que yo diera un
pequeño brinco. Él salía de la cocina con un plato de comida en sus manos.—Me asustaste — declaré —. ¿Qué haces aquí?
—Vine a verte, pero tú mamá me ha dicho que saliste — respondió,
se llevó un poco de comida a la boca y, aún así, prosiguió —. Así
que decidí esperarte, no fue mucho tiempo. Ella ha salido.
Asentí y caminé hasta el sillón para tomar asiento. Hace algunos
días no veía a Neisan, la razón era que había estado saliendo con
sus padres o algunos amigos, entre ellos; Zev. En cambio, yo solo
salía con mi madre o Peeta, que había estado invitándome a comer.—¿Dónde estabas? ¿Saliste con Peeta?
—No, solo fui al centro comercial para distraerme un poco, no lo he
visto desde ayer.—¿Sabes? — me miró —. Me he dado cuenta que los chicos que
conoces tienen algo que ver con tu mamá, laboral, claro.Le di una mirada no aprobatoria, aquel comentario me había
incomodado un poco.—Peeta no es su paciente — recalqué.
—Lo sé — admitió, dejó sobre la mesita de en medio el plato y se
aclaró la garganta —. Su hermana lo es.—Ajam — pronuncié.
Me puse de pie y caminé hasta la cocina para tomar un poco de
jugo, Neisan me siguió y se apoyó contra el marco. Nos quedamos
en silencio mientras yo bebía jugo, él me miró unos segundos y soltó un suspiro, separé el vaso de mis labios y lo dejé sobre el banco.—¿Ocurre algo? — me atreví a preguntar.
—Se hermana fue violentada.
Soltó de la nada. Al instante que escuché eso; mi ceño se frunció,
sabía a quién se refería, a la hermana de Mell, no es porque yo
supiera, sino, porque minutos atrás estábamos hablando de él.
Miré desconcertada al chico ante tal confesión.—¿Como sabes eso tú? — demandé, mi madre no se lo diría,
estaba segura de ello.—Leí su expediente — murmuró avergonzado —. ¡No fue mi
intención! Se encontraba sobre la mesa y en la parte del tutor
estaba el nombre de Peeta...—No debiste — lo interrumpí, no estaba enojada, pero al menos
debía respetar el trabajo de mi madre —. Neisan...—Igual el de Luke — dijo rápidamente.
Entonces, en ese momento borré el pensamiento de respeto hacia
el trabajo de mi madre. Jamás había leído el expediente de Luke,
siquiera se me había ocurrido hacerlo, no quería saber más de eso, sin embargo, las heridas que creía cicatrizadas, comenzaban a
abrirse cada día aún más.—¿Qué?
—Soy un chismoso y uno muy metiche — murmuró por lo bajo —. También hablador, agh, carajo.
Él se dio la vuelta y desapareció de mi vista, me quedé perpleja
unos segundos antes de reaccionar y seguirlo.—¡Neisan! ¡No puedes decir eso y después irte como si nada! —grité exasperada.
—No me iba a ir — indicó —. Sólo venía a sentarme. Tranquila.
Se posicionó en el sillón grande y me senté a su lado, mi mirada era
penetrante e interrogativa, sentía la necesidad de saber qué había
leído sin importarme que eso fuera algo inapropiado, ¡eran los
trabajos de mamá! ¡Privados!

ESTÁS LEYENDO
Promesas Rotas
Подростковая литератураUna chiquilla escuálida llegando casi siempre tarde a sus clases con una mancha de pasta dental en su blusa, entra a la vida del chico como un rayo de luz en la habitación más oscura. La penumbrosa estela ilumina el cielo para ambos enseñándole un...