Me mantenía de pie mirando al chico mientras mordía el interior de mi mejilla, con lentitud ladeé mi cabeza para poder observar mejor sus movimientos, movía los brazos tratando de explicar algo al
hombre que tenía al frente, no oía qué, pero en realidad no me
importaba. No en ese momento. Una sonrisa se escapó de sus
labios haciéndome crear a mí el mismo gesto, llevó una mano hasta
su cabello y negó aún manteniendo la curvatura de sus labios. Él alzó su vista y tropezó con la mía que lo veía sin descaro alguno, rápidamente mi sonrisa se desvaneció. Arqueó una ceja al instante que dejaba soltar una risa coqueta, yo rasqué mi barbilla
avergonzada por aquel acto, sin embargo, Peeta lo disfrutaba.
Gozaba verme sonrojada o nerviosa gracias a él.Tonta, pensé.
Me abracé a mí misma y mordí mis labios. Me sentía tan estúpida
por lo de hace unas noches, recordaba lo que había pasado. Besé a Neisan. Y aunque ninguno de los dos decía algo sobre ello, eso no evitaba que me sintiera mal por la acción errónea que había cometido, me estaba arrepintiendo de haber ido al club. Por si eso fuera poco, al final tuve que quedarme en el departamento de Peeta, cediéndome su habitación mientras él se iba al sillón.
Me sentí tan apenada cuando Ellen me vio salir de la recámara de
su hermano. ¿Agradecida o avergonzada? Esa era mi duda en ese momento. Resoplé abrumada por todo lo que había ocurrido, me sentía pésima, no solamente emocional, también físicamente gracias al dolor de cabeza que se presentaba como un martillo golpeando mi cráneo varias veces, alcé mi vista para encontrarme con Peeta, venía hacia mí con pasos vagos y una sonrisa suprimida. No dijo nada, sólo abrió sus brazos y me abrazó, atrayéndome a su pecho.
Cerré mis ojos y solté todo el aire que había contenido desde que se
acercó. Ambos nos quedamos en silencio sin decir nada, solamente de pie con el sonido externo a nuestro alrededor. Sentía como su
respiración revoloteaba la parte derecha de mi cabello, él comenzó
a moverse de un lado a otro ocasionando que soltara una pequeña risa. Su mano tocó mi barbilla para alzar mi rostro, sus ojos verdes conectaron con los míos al instante y me sentí tan débil ante él.—Ya puedes entrar— habló, su voz había sonado tan cálida y ronca,
de una forma suave y firme al mismo tiempo —. Es cuestión de que sólo te cambies.Me quedé observando sus ojos durante varios segundos sin
responder a su indicación. Deleitándome con la cercanía en que nos encontrábamos y las posibilidades de que él se siguiera aferrando a mi cuerpo con sus brazos a mi alrededor.—¿Y si entras conmigo?— musité con duda.
Peeta entrecerró los ojos y relamió sus labios, sin embargo, no dijo
nada. No sabía que demonios ocurría en ese momento, pero la
manera en que me abrazaba y me miraba podía jurar que era capaz
de desnudar mis propios pensamientos.—¿Segura?— finalmente, demandó.
—Sí — afirmé segundos después.
—De acuerdo— asintió. Se separó de mí y elevó su mano estrechándomela hasta la altura de mi pecho, él jamás abandonó el
contacto visual—. Vamos. Esbocé una sonrisa diminuta, a penas y la comisura de mis labios se curvaban. Acepté su mano con gusto y nos dirigimos a los baños
para cambiarnos. Una vez ahí, cada quien entró al indicado.
Su hermana, Ellen, ya se encontraba lista para entrar. Los nervios comenzaban a invadirme, ni siquiera sabía nadar, en lo absoluto, mamá y yo habíamos ido muy pocas veces a la playa, a pesar de que viviera en un lugar en donde salir a nadar era una rutina de casi todo los días, nosotros no lo habíamos hecho. Comencé a
cambiarme rápidamente y agradecí al cielo de que aún no estuviera en mis días, sino, esto hubiese sido en vano y muy en el fondo sentía mucha emoción.
Guardé todas mis cosas y salí del lugar para encontrarme con Peeta
junto a Ellen esperándome afuera.—¡Será divertido!— exclamó la menor entusiasmada.
—Lo será — afirmó su hermano.
Peeta dio un paso hacia mí y miró mis brazos, sabía qué era lo que
observaba, así que solo pude encogerme de hombros y cubrir con mis manos las marcas que ya se habían tornado de un color
morado.—Estúpido — murmuró enojado, su ceño estaba fruncido y las fosas
de su nariz tensas —, se ven muy mal.—Ponte la playera manga larga — Ellen intervino, acercándose a
nosotros, ella me regaló una sonrisa, a la cual respondí —. Nosotros te esperamos, no hay prisa.—Sí, gracias.
Sin hacerlos esperar más tiempo, me cambié de playera con mucha
velocidad y salí para indicarles que ya podía ir hacia el área de la
alberca, Peeta me sostuvo de la mano todo el tiempo hasta que
entramos a la alberca. Al principio me sentía muy incomoda y nerviosa, como si estuviera
fuera de lugar, aunque Peeta y Ellen comenzaron a hacer bromas
causando que fuertes carcajadas desbordaran de mi garganta. La
chica decía que mi risa era contagiosa mientras que yo pensaba lo contrario, ella era quien tenía mucha vibra.Miré a Peeta quien se burlaba de nosotras dos, él me atrajo a su
cuerpo y besó mi frente.—Tócalo— me indicó—. No te hará daño.
Miré al delfín y me dije a mí misma que no fuera tan cobarde como acostumbraba a hacer, el señor solo nos miraba con gracia y me pensé en que nosotros éramos quienes le estábamos dando un
espectáculo.
Reí y cerré mis ojos durante unos segundos para después volver a
abrirlos y acercar mi mano hacia el inofensivo animal, automáticamente una sonrisa de satisfacción se formó en mi rostro y me sentí realizada.—Bien, ahora vas a nadar con él — Mellark dijo alejándose de mí, yo abrí mis ojos asustada y lo miré —. No lo aprietes porque muerde.
—¿¡Qué!? — grité asustada, sin embargo, él dejó salir una
carcajada estrepitosa.—Es mentira — meneó su mano y acarició mi mejilla —. Solo
disfruta, Katniss, hazlo. Esta es tu oportunidad y tengo la certeza de
que lo amaras. Vamos.—De acuerdo, Mell — reí —. Estoy entusiasmada de hacer esto.
—Bien— alzó sus dos pulgares —, ve por todo.
Y así fue. Me sentía feliz, esto era hermoso, ni siquiera sabía como
describirlo, las nuevas experiencias siempre te llevaban sorpresas. Estaba nadando con un delfín y me sentía tan bien, lo hacía. Disfruté cada segundo y no dejé que ningún recuerdo se apoderara de mí, hoy en serio me quería sentir muy bien, algo que estaba logrando y que mi mente no arruinaría. Ni siquiera la nostalgia o tristeza.Hoy todo estaba bien.
Minutos más tarde me encontraba sentada en la orilla de la alberca
mientras Peeta y Ellen seguían acariciando a Flipper, así se llamaba el delfín.Me quedé mirando la escena que tenía al frente, sabía que si Luke
hubiese estado aquí, como alguna vez lo soñó o anheló, le habría
gustado tanto como a mí, aunque ahora, si algún día lo volvía a ver
podía decirle que los delfines eran tan hermosos, así como Flipper.
La mirada verdosa de Peeta se tropezó con la mía, él me guiñó un
ojo para después regalarme una sonrisa de oreja a oreja en donde
podía observar con facilidad sus profundos y hermosos hoyuelos.
Entonces, en ese momento me di cuenta de algo. Y era que después de tanto tiempo; recordarlo ya no dolía.
![](https://img.wattpad.com/cover/375863155-288-k31851.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Promesas Rotas
Teen FictionUna chiquilla escuálida llegando casi siempre tarde a sus clases con una mancha de pasta dental en su blusa, entra a la vida del chico como un rayo de luz en la habitación más oscura. La penumbrosa estela ilumina el cielo para ambos enseñándole un...