Katniss

7 1 0
                                    


10 DE ENERO DE 2019

Miraba a mi madre, quien le servía una taza de café a Peeta, Neisan estaba a mi lado tecleando algunas cosas en su celular, a pesar de todas las cosas que calum me dijo sobre la relación de amistad que mantuvieron él y Luke, nunca me atreví a preguntarle, le había prometido a calum no hacerlo y tenía que cumplir.
Solté un suspiro y codeé a Neisan, él bloqueó su celular rápidamente y me miró alertado, tal vez confundido por mi acto antes hecho.

-¿Qué harás siempre? ¿Te cambiarás de carrera?- pregunté,
algo intrigada por su respuesta.
El chico iba a responder, hasta que la voz de mi madre lo interrumpió, robándole la palabra de la boca.

-¿Te vas a cambiar?

-Ah... ah, sí- asintió varias veces y creó una mueca -. No me siento bien con la que estoy cursando y lo he pensando mucho, en serio, pero no me complace y no quiero ser tan miserable en un futuro, ese siempre es el resultado.

-¿Iniciarás de nuevo? - mi madre tomó asiento en frente de
Neisan y sorbió un poco de su té.

-No, voy a revalidar materias, así que no me costará mucho- él
sonrió de oreja a oreja, satisfecho de ello.

Desvié mi mirada hacia Peeta para darme cuenta que miraba con el
ceño fruncido toda la escena, di una risita por lo bajo, me parecía
chistosa la forma en que sus cejas se arqueaban y el tabique de su
nariz se arrugaba, él dirigió hacia mí sus ojos y relajó el gesto a una
sonrisa cómplice, me hizo una seña para que saliera de la casa y asentí.

-Permiso- mencioné. Mamá solo asintió y siguió interrogado a
Neisan mientras que él me lanzó una mirada de ayuda. Apreté mis labios y abrí mis ojos en forma de burla, y dejé el comedor. Segundos después Peeta apareció a mi al frente con una sonrisa.

-Creo que necesitan discutir a solas- indicó-. Bonnie es muy
controladora respecto a las personas que le importan.

-Lo es, aunque se preocupa más de lo que intenta controlar, solo
quiere invadir más a fondo para tener una información exacta- reí-, ella siempre ha sido así.
Peeta asintió y nos mantuvimos en silencio durante un largo tiempo,
sus ojos me miraban de soslayo, sin embargo, podía verlo por el rabillo de mis ojos, alcé mi vista para hablar, pero él lo hizo primero.

-¿Me dejarías llevarte a Perth?- preguntó. -¿Cómo? No, está muy lejos de aquí, no me llevarás, ¿piensas hacerlo en la camioneta?

-Sí- echó una risa-. Sé que está lejos, de punta a punta, pero no
importa, tengo algo importante que hacer ahí.

-¡Oh vamos! ¡No tienes nada que hacer!- carcajeé.

-Lo tengo- afirmó-. Tú, tengo que asegurarme que llegues para
que inicies tus clases, no me importa que te niegues, te voy a llevar, Katniss. Lo haré.

-¿Y después que harás? Tú tienes que regresar a Melbourne por
tu trabajo, ¿y Ellen?

-Mis alumnos entran hasta febrero, Ellen vendrá con nosotros o realmente no sé si todavía tenga citas con tu madre, le preguntaré aún- ladeó su cabeza y sonrió-. Sé que quieres. Vamos, déjame
llevarte y pasar el rato ahí contigo.
Le sostuve la mirada pensando en sus palabras, era la verdad. Sí
quería, mi estomago estaba revuelto y quería asentir varias veces, había dejado de doler todos los recuerdos, con él comenzaba a
acostumbrarse a sus actos, palabras y gestos. Comenzaba a querer a alguien más.

Y eso me agradaba.

-Peeta, te he dejado hacer tantas cosas- musité-. Dejar que
hagas esto, será otro logro para ti, así que está bien. Me sirve de
paso que me vayas a buscar y dejar a la universidad- vacilé.
-Aunque creas que es broma, lo haré, cada que salgas iremos por
un helado, palomitas o algún tipo de comida basura que nos haga
engordar y quedar como dos bolitas, pero claro; tú te verás más
hermosa que yo- sonrió.
Mis mejillas ardieron ante su confesión antes dada. No podía evitar que este hombre me sonrojara con cada maldito comentario y, de alguna manera, a mí me encantaba. Adoraba que volviera a tener este efecto, así como él adoraba que lo tuviera.

Peeta acortó la distancia entre nosotros y me abrazó, me enrolló en sus brazos y el jodido olor a café me hizo cerrar los ojos para
disfrutarlo. El tan solo tenerlo cerca de esa manera hacía que me
aferraba más a su cuerpo, él era ancho y su cuerpo estaba bien
desarrollado, yo era como un pequeño pedazo de trapo que
estrujaba con tanta facilidad.
Nos separamos un poco y alcé un poco mi vista, él me miraba y estábamos a unos centímetros de distancia, varios pensamientos
invadieron mi mente, atisbé sus labios mientras sentía los míos
temblar, me puse de puntitas y fue tan solo ese acto el primer paso
para que él acortara la distancia entre nosotros. Sentí sus labios sobre los míos. Eran suaves y frescos, eran cálidos y seguros. El sabor a café se coló entre mis labios y lo saboreé, mis ojos se cerraron al instante y disfruté del momento, uno que era libre
de culpas, en donde me sentía segura y contenta.

Aquel beso me hizo revolotear las mariposas en mi estómago, un
mundo de sensaciones y sentimientos florecieron, creando que aquel acto fuera tan especial y-casi-, nuevo para mí. Segundos después, nos separamos. Me sentía algo nerviosa y avergonzada, Peeta no dijo nada y solo llevó su mano atrás de mi cabeza y la acercó a su pecho, mi mejilla derecha descansó ahí un momento, con cuidado deslicé mis brazos sobre su torso y lo abracé.

-¿Sabes? Nunca aceptes que te digan "me gusta el olor de tu
cabello", porque no es olor, eso es como un insulto hacia tu persona, es aroma- guardo silencio para tomar una bocana de aire y después soltarla-. Me gusta tu aroma, Diane.

Y sonreí. Sonreí porque por primera vez me gustaba como alguien pronunciaba mi segundo nombre. Me gustaba como sonaba con su voz.

Promesas RotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora