Katniss

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Nunca me había detenido a pensar en cómo las cosas hubiesen
sido si yo en el pasado hubiera tomado las decisiones correctas, no me estaba lamentando, ni mucho menos intentaba culparme o culpar a alguien. No me quería aferrar a su recuerdo, tampoco quería ser el reflejo de un alma desamparada. Yo me había prometido salir adelante, también a él, tal vez no me veía o siquiera me escuchaba, pero quería creer que lo hacía, que todo el camino que comenzaba a seguir tomaba sentido y valía la pena. Quería amarlo en vida y quería hacerlo aún, pero ya no podía, y si él no regresaba a mi lado, entonces... era hora de que hiciera mi vida
con alguien más, que tomara mis oportunidades y dejara de desperdiciarlas.
Aún no estaba preparada para iniciar una relación, no en ese
momento. A pesar de que había alguien más que amenazaba con
tomar mi corazón, quería reservar algo más de tiempo, Neisan me
decía que ya la confianza entre Peeta y yo había crecido. Que ya no parecíamos amigos, y que era algo rápido que casi en un mes él
hubiese podido generar un gran afecto en mí. Muchos decían que el tiempo sanaba las heridas, pero había llegado a una conclusión, tal vez errónea o lo que fuera, que no era el tiempo quien las sanaba, sino, lo eran las personas. O una en especial. Alguien que supiese darte una mano y sacudir el polvo que había en ti, alguien que tratara con caricias tus lastimadas o besara tus cicatrices, comprendiera tu pasado y amara tu presente. Entonces, no se trataba de quien se adentrara contigo al hoyo, se trataba de quien buscaba la forma de no caer contigo y encontrara la iniciativa de sacarte desde afuera.

Y me lamenté. Porque él había caído por mí.

«De los errores se aprenden.»

Unos que —desgraciadamente—, no se podían revertir, que
quemaban y te hacían sentir miserable. Yo estaba harta de sentirme así, quería vivir de nuevo. Vivir bien. No estaba tomando a la primera persona que se había presentado en mi camino, para nada, nunca me había liado con cualquiera después de él, no de forma sentimental o sexual, mucho menos caí en adicciones, sin embargo, retomando el tema de liarme con alguien, sólo había besado a Neisan, cuando los dos estábamos muy ebrios. Sin embargo, nunca pasó a más. Todo se mantuvo en secreto y no volvimos a tocar el tema, ahora, con Peeta todo era diferente, las
cosas habían cambiado y comenzaba a pensar de otra forma, inclusive; a sentir.
Sentía menos culpa cada que salía con él o nos encontrábamos
sentados en el sofá de mi casa hablando acerca de algún recuerdo de la infancia, o la forma en que me hacía sentir cada que me invitaba a cenar o desayunar, me agradaba la idea de que me
integrara a sus planes o salidas, también me hacía sentir importante cuando me contaba sus asuntos o me avisaba si saldría de la ciudad. Como hoy. Justamente como hoy que salió por una cita con algún cliente de Adelaida, sólo me había dicho que no tenía idea si regresaría en la noche o se alargaría el viaje.
Pero después de todo, me sentía bien que saliera de la ciudad,
quería tener este día para mí sola, sin interrupciones, mucho menos
que intentaran cuidarme como si fuera una completa chiquilla que va hacia un acantilado. Había apagado mi celular para que no me llamaran cada cinco minutos, sin embargo, para no preocupar a mi madre, le había dejado una nota en el living, diciéndole que estaría bien, que regresaría temprano, que solo necesitaba hacer algo.

En este momento, me encontraba en el callejón, tenía tiempo que
había dejado de frecuentarlo. Casi un mes sin visitarlo. Los árboles
dejaban de ser frondosos, el pasto ya no era eso, ahora, una ligera
capa de arena se esparcía por encima, en algunas partes de los
árboles su resina se escurría por el tronco hasta llegar al suelo. El cielo seguía teñido de un color grisáceo con nubes ocultando el
sol, me sorprendía que aún no lloviera teniendo el clima tan
descontrolado. El año pasado había llovido todo diciembre y a inicios de enero, parecía una tormenta tropical, pero solo era una llovizna que se aferraba a no irse de la ciudad.

Miré cada parte de aquel callejón y sonreí, un sinfín de recuerdos
invadieron mi mente, tenía todo tan presente y me sentí tan feliz de
no haber perdido ningún solo detalle, aún podía recordar su olor, su voz y la manera en que sus dedos rozaban alguna parte de mi piel. Me abrazaba a mí misma para no alejar el sentimiento reconfortante que ese lugar me hacía sentir. Al menso podía brindarme eso. Quizá el lugar se había deteriorado, pero recordé que Luke lo había dicho, siempre ocurría dependiendo de las estaciones y épocas, así que quería creer que el siguiente mes seguiría igual de hermoso, con su brillo tan característico que lo hacía ver como un verdadero callejón. Sus árboles con muchas hojas, las flores relucientes y el pasto tan verde y vivo. Antes de dejar el callejón, miré por última vez y sonreí, sintiendo como mis ojos se comenzaban a llenar de lágrimas, lágrimas que alguna vez fueron de dolor y hoy solo eran de nostalgia. Así que sin más que hacer, me fui.

[...]

Era tarde, la noche ya estaba cayendo y debía de regresar a casa. Sin embargo, me encontraba justamente aquí. Parada en frente de su lápida, con la mirada hacia ella. Me dejé caer de rodillas y resoplé, estaba cansada de tanto caminar, pero sabía que todo eso había valido la pena.
Limpié el sitio y alejé las flores que ya estaban marchitas para
ponerle otras, acomodé cada cosa de forma que todo luciera bien.
Cogí mi bolso y rebusqué lo que había comprado hace unas horas
atrás, miré el pequeño collar que yacía sobre la palma de mi mano y
reí.

El recuerdo de todo era tan claro.
Lo puse cerca del ramo de flores y ladeé mi cabeza hacia la derecha. Pensando en todo y como se vería si la losa fuera de color gris y no de crema, ¿por qué su madre había escogido ese color?
No tenía nada en contra del crema, pero la curiosidad me había
ganado en ese instante.

—Hey — murmuré, de una forma tan cálida y suave, tratando de
controlar mi voz firme y como si fuera confidencial —. Ya son tres
años, oficialmente ya son tres, lo digo porque ya son más de las
seis, ¿si entiendes? — mordí mis labios para después volver a
hablar —. He venido para charlar contigo, ya sabes, contarte lo que
ha pasado, pero vengo por algo más... algo más importante... yo...
yo he venido a despedirme de ti.
Guardé silencio unos segundos cono si esperara su regaño, aunque nunca llegaría. Yo lo sabía, pero quería hacérmelo creer por última vez.

—Estoy loca, lo sé — reí —. Voy a irme terminando las vacaciones
de diciembre, seguiré en Perth y tomaré en mis manos todas las
oportunidades buenas que se me presenten. Seguiré sin mirar atrás... Luke... sé que... esto podrá sonar egoísta, pero ya he llorado
mucho por ti, he llorado y pataleado hace menos de un mes por ti y quiero creer que ya ha sido suficiente, ya puedo volver a ser quien era antes, me quería aferrar a ti, a tu recuerdo pero eso no era
bueno. No lo era y... creo que por fin pude cerrar ese círculo de
dolor, de desesperación y soledad.
Cerré los ojos durante unos segundos para después abrirlos, por un segundo creí que mi vista se nublaría, pero no pasó. Se mantuvieron como estaban anteriormente.

—Luke — pronuncié su nombre con dulzura —, he conocido a
alguien. Es asombroso. Creí que no volvería a sonrojarme o sentir
esa revolución en mi vientre por otra persona que no fueras tú, no
quiero hacer las cosas tan rápido, pero tampoco quiero equivocarme, tengo tanto miedo... él es atento, tan inteligente y sabe hacia dónde va... perdóname por hablar de otra persona contigo, pero eres y fuiste muy importante que se me es necesario compartirte esto — guardé silencio unos segundos y proseguí —. Te
aseguro que por ahora todo está bien, no sientas que te he reemplazado o te he cambiado, me han dicho qué hay dos amores,
el primero y el verdadero. Siempre te voy a amar, siempre te voy a
recordar y siempre estarás en mi corazón, pero ahora no sé trata de
permanecer, se trata de seguir y lo haré por mí, por ti, por nosotros.

Me puse de pie poco a poco y me armé de valor, una vez que
saliera del cementerio, estaría dejando el dolor y reservando
sonrisas para comenzar de nuevo, iniciar desde cero. Sin promesas
vacías ni dejándolas a un lado por seguir hundida.

—Hasta luego, Luke.
Finalicé, dándome la vuelta para alejarme poco a poco del lugar.

Promesas RotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora