Las gradas se llenaban poco a poco mientras pasaban los minutos, me encontraba en uno de los partidos de Michael, me había invitado con la condición que estuviera cerca para que fuera su amuleto de la suerte, según él. No pude evitar sonrojarme por lo que había dicho.Ashton no pudo asistir porque tenía una cita con alguien, al parecer en estos días que no estuve mucho con él, había estado quedando con una chica, no me dio tiempo de hablar muy bien porque a penas sonó su celular, salió corriendo de la escena.
Sobre el beso con Peeta. No le he mencionado a nadie, por dos cosas; no tenía a quien y realmente prefería guardar aquel acontecimiento para mí. Después de eso, Peeta no mencionó nada, el ambiente se puso incomodo y preferí huir del lugar, no asistió los últimos dos días de la semana al instituto y me preocupaba como de igual manera me hacía sentir mal. Tan solo recordar aquella escena me daba golpes mentalmente.
El lugar estaba lleno, solo se esperaba a que el juego empezará para que todos los gritos de los espectadores se hicieran presente apoyando a susodicho equipo. Michael había estado a mi lado estos últimos días, en la hora de comer, en los horarios libres y acompañándome hasta mis clases cada que tenía tiempo, era algo muy tierno de su parte, ya no me ponía tan nerviosa cada vez que sacábamos algún tema de conversación, ahora nuestras platicas fluían con más serenidad y confianza, todo estaba bien. Quería creer eso. Sentí como alguien se sentó a mi lado y por instinto volteé hacía la persona. Fruncí el ceño al ver al rubio a lado mío con dos vasos de refresco mirando hacía la cancha. No mencionaba nada, solo estaba allí con su mirada entretenida al frente. — ¿Qué haces aquí? — me atreví a preguntar sonando un poco grosera.
—Vine a ver el partido, el aire es libre ¿no, Everdeen? — respondió sin mirarme.— ¿Viniste a ver como se satisfacen humillando a otros? — contra ataque con las mismas palabras que me respondió el día en que me mostró el callejón. Peeta volteó a verme lentamente y sonrió de lado, levanté una de mis cejas y su sonrisa se agrandó aún más.
—Y a ver como pierde el instituto — completo suspirando — Ten — ofreció acercándome un vaso de refresco.
—Casi nunca pierde el equipo de Michael — defendí, porque era verdad, solían ganar casi todas las temporadas — ¿Me compraste una? —Tú lo has dicho "casi nunca", quizás hoy sea su día de mala suerte — mofó haciendo comillas.
—Y en realidad, estaban a promoción, dos por uno. Ofertas así en la vida no se deben rechazar.
—Eres muy negativo — rodé los ojos — Wow, que romántico — ironicé tomando el vaso.
—Solo con la gente que me cae mal — susurró regresando la mirada a la cancha. Fruncí el entrecejo al no entender a cuál de las dos cosas se refería, si al ser negativo o a mi sarcasmo, aunque preferí no volver a hablar, sabía lo irritante que lo ponían mis preguntas "sin sentido", supuestamente él. Después de varios minutos en silencio por parte de los dos, el juego comenzó y cuando salió el equipo del instituto siendo encabezado por Michael tuve que cubrir mis oídos al escuchar todos los gritos a mi alrededor, prácticamente gritaban más el nombre del chico que del equipo.
—Agh, zorras — dejé salir volcando los ojos. La risa de Peeta me hizo voltear.
—Tranquila, Everdeen, no sientas celos, al final todas lo sentirán por ti — sonrió amargamente.— ¿Por qué lo dices? — demandé.
—Me he enterado que Clifford y tú han pasado más tiempo juntos — confesó sorbiendo de su pajilla.
— ¿Cómo demonios sabes eso tú? Peeta sonrió lobunamente y lo miré extrañada.—A ver, Everdeen — carraspeó — Estamos hablando de Michael Clifford, el capitán del equipo de baloncesto, y tú, no eres tan importante, pero eres amiga de Ashton, y la casi chica del teñido. Abrí mi boca un poco indignada por lo que había dicho, pero la cerré al instante. Peeta era a veces tan insípido que en un momento juro que golpearía su rostro.
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Promesas Rotas
Teen FictionUna chiquilla escuálida llegando casi siempre tarde a sus clases con una mancha de pasta dental en su blusa, entra a la vida del chico como un rayo de luz en la habitación más oscura. La penumbrosa estela ilumina el cielo para ambos enseñándole un...