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La tarde parecía tranquila mientras el cielo se tornaba azul oscuro con muchas estrellas esparcidas alrededor. El parpadeo de algunas luces de la calle no ayudaba mucho ya que las sombras oscuras de los árboles dificultaban ver el camino por delante.
Oikawa Tooru miró hacia el cemento sobre el que caminaba, con los oídos tapados y las manos metidas en los bolsillos, sumido en sus pensamientos. Se sentía cansado, tanto física como mentalmente. La peor parte era que solo podía culparse a sí mismo. Él era el que siempre era tan terco como para dejar de practicar cuando ya había superado su límite o se quedaba en el gimnasio después de que terminaba la práctica para perfeccionar su servicio y su lanzamiento para convertirse en el mejor. Su rodilla derecha palpitaba mientras pensaba en perfeccionar sus servicios con salto mañana, pero ignoró el dolor, al igual que ayer o el día anterior.
Luego estaban las cosas que le pasaban factura mentalmente, se estaban volviendo difíciles de controlar. Para consternación de Oikawa, ni siquiera era la escuela lo que hacía que todo fuera tan insoportable, aunque a menudo se encontraba deseando, esperando y rezando para que la escuela resolviera todos sus problemas. Cuando se dio cuenta de que es su mejor amigo quien crea, pero resuelve todos sus problemas, Oikawa supo que estaba condenado.
Su mejor amigo de dos años, un ángel caminando en la tierra en opinión de Oikawa. Le agradeció a Iwaizumi todos los días por presentártelo en tu primer año, incluso si en el segundo en que te vio, supo que estabas fuera de su liga.
Eras extremadamente inteligente, te desempeñabas mucho mejor que él en los estudios y ni siquiera eras japonesa. Eras tranquila pero conversadora con aquellos con quienes te sentías cómoda y no había un solo hueso malo en tu cuerpo. Eras hermosa, atraías las miradas de muchos con tu cabello brillante y tus lindos tonos (e/n).
Aún así, fuiste tan... indiferente con él.
Estaba en su naturaleza coquetear y con sus crecientes sentimientos por ti, estaba destinado a hablarte dulcemente, decirte frases para ligar y felicitarte. Sin embargo, tú rechazabas cada una de ellas con un corazón frío y una cara inexpresiva, luego no le prestabas atención. Por supuesto, después de muchos años de pretender no herir los sentimientos de sus fans, perfeccionó su actitud "alegre". Realmente lo ayudó en momentos como este, cuando rechazabas sus avances, lo ignoraba, sin lucir ni un poco herido mientras continuaba con su día.
A Oikawa le gustaba pensar que le funcionaba fingir que no le afectaba, pero eso sería una gran mentira. Para él, eras peor que perder contra Ushijima, porque no importaba cuánto lo intentara y saliera con otras chicas para superarte, nada cambiaba y seguía perdidamente enamorado de ti. E incluso con tus formas despiadadas de lastimarlo, todavía te llamaba su mejor amiga porque siempre estabas allí para levantarlo, cuando lo necesitaba.
¿Perdió un partido de práctica contra otro equipo?
De camino a casa siempre compras sus snacks favoritos para animarlo un poco (y a los otros chicos también, pero a él le gusta pensar que es especial). ¿O recibió una calificación casi reprobatoria en uno de sus exámenes? Te sientas con él en la biblioteca antes de la práctica para asegurarte de que obtenga la mejor calificación para su próximo examen (¿a quién le importa si haces lo mismo con Makki y Matsun también? Estás pasando tiempo a solas con él).
¿Se resfrió? Siempre vienes por las tardes con pan recién horneado, Gatorade y un montón de fotos del libro de su compañero de clase para que no se quede atrás con las tareas escolares. Le reconfortaba saber que te preocupabas por él, aunque los chicos también lo acompañaran la mayor parte del tiempo, sabía que eras tú quien recogía todos los artículos, solo y solo para él (sí, tal vez esto es algo que haces también por el resto de los chicos, pero él sabe que es el único que recibe más que Gatorade y tareas escolares).
¿Se esforzó más allá de sus límites después de la práctica? Siempre entras al gimnasio gritando blasfemias antes de agarrarlo de la mano y llevarlo a los vestuarios. Por el rabillo del ojo, puede ver tres cabezas asomándose adentro, observándolos retirarse con una sonrisa en sus rostros. Lo estás arrastrando del brazo de camino a casa, el trío de chicos camina detrás de ti, mirando con diversión como tu cuerpo más pequeño arrastra su cuerpo ancho de 6 pies detrás de ti.
A Oikawa no le importa si lo llamas mierda todo el tiempo cuando lo estás sosteniendo de alguna manera, mariposas en su estómago salvajes (a veces los otros también se quedan un poco más después de la práctica, pero nunca llegas tan lejos como para arrastrarlos hasta su casa. Les gritas con una amenaza y luego les das cinco minutos para prepararse).
Estás haciendo todas estas cosas, tirando de sus fibras sensibles con un agarre rudo que hizo que se enamorara de ti cada vez más y aún así lo pisoteaste, cuando intentó hacerte saber que quiere más que una amistad.
¿Por qué no puedes ver cuánto te anhelaba?
Cuando dobló la esquina de su casa, Oikawa se dio cuenta de que nunca era el cielo oscuro con las muchas estrellas esparcidas alrededor ni las luces de la calle y los árboles altos con sus sombras oscuras los que dificultaban la visión.
Sus lágrimas rodaban por su rostro mientras se dirigía a su habitación, sufriendo el doloroso desamor, causado sin saberlo por ti.
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