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El caballero era ancho.
"Amplio" era una buena palabra para describir a alguien tan grande. Aunque parecía que estaba cinco centímetros por encima de ti, su rostro era suave, aún no deformado por el tiempo y la experiencia.
Estaba serio, distante y con el rostro serio mientras miraba hacia adelante esperando su siguiente orden. A pesar de su apariencia juvenil, tenía una mandíbula cuadrada, tan afilada como los trazos anchos de sus hombros. Su piel estaba bronceada, aunque no era tan oscura como la de algunos de los granjeros que te has encontrado en el pueblo.
Uno hubiera pensado que no había pensamientos detrás de su mirada perdida, pero cuando tus ojos se encontraron con los suyos, él lo notó casi instantáneamente y te miró fijamente.
Sus ojos eran de un verde profundo y terroso, mezclado con tierra marrón de campos recién abonados. Mientras te miraba, te preguntaste qué veía cuando te miraba. ¿Se estará preguntando qué estás pensando ahora mismo?
Supones que tendrás todo el tiempo del mundo para averiguarlo, eso si no muere protegiéndote de una flecha descontrolada o de una espada clavada en su costado. Sacudes el recuerdo del cadáver ensangrentado del último caballero que yace a tus pies.
Y el anterior cuya cabeza fue puesta en una estaca después de haber abandonado por error su puesto para investigar un ruido sospechoso que resultó ser solo ratas corriendo por los pasillos.
Frunces los labios mientras lo observas, y miras de arriba abajo su enorme figura como si estuvieras observando a un poni premiado. Te preguntas cuánto durará. Te preguntas cuántos caballeros más puedes ver morir frente a ti antes de volverte loco.
Está completamente inmóvil, aunque notas que sus ojos te siguen a dondequiera que te muevas. Es intrigante, es como si estuviera librando una batalla interna. Tienes la sensación de que este gigante esconde más de lo que parece.
—¿Cómo se llama, señor? —preguntas una vez que has completado tu círculo de observación a su alrededor.
"Ser Wakatoshi Ushijima, hijo de Takeshi Ushijima, princesa", responde con una voz profunda y tranquila como el suave retumbar de un trueno durante una tormenta.
"¿Ushijima? Nunca había oído ese apellido. ¿De dónde eres?", le preguntas.
—Una pequeña isla al este de aquí, princesa. Estoy seguro de que no la conocerás —inclina la cabeza mientras habla, teniendo cuidado de no hacer contacto visual mientras le hablas.
Levantas una ceja y una sonrisa burlona se dibuja en las comisuras de tus labios. Te aclaras la garganta: "¿Estás diciendo que soy demasiado ignorante como para saber qué hay más allá del mar en el Este?"
Sus ojos se abren de par en par por un momento y se nota que se está regañando a sí mismo mientras sigue mirando la piedra bajo sus pies. "De nada, princesa. Mis disculpas si eso es lo que hice parecer".
