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La idea de que él haga esto me pone furiosa. Imagínense esto...
él sentado en el sofá, exhausto por la práctica de hoy y con cara de disgusto y molestia (aunque todos sabemos lo mucho que le gusta verte retorcerte cuando tiene sus dedos bien adentro de tu coño mojado) y tú sentada en su regazo, tus manos agarrando sus hombros para estabilizarte y tener un cable a tierra. Tus piernas estarían temblando levemente por la forma ágil y rápida en que sus dedos se mueven dentro de ti, golpeando bruscamente ese punto dentro de ti que te hace ver estrellas y poner los ojos en blanco. Su otra mano tiene un agarre severo y mortal en tu cadera, tratando de mantenerte en tu lugar.
Sus movimientos serían definitivamente descuidados y perezosos, casi como si no tuviera ganas de hacer lo que está haciendo ahora mismo, pero ambos saben que él solo quiere que te corras para enorgullecerse y que nada le gusta más que ver tu cara distorsionada por el placer. Kunimi seguro resoplaría enojado y pondría los ojos en blanco por lo fuertes que son tus gemidos o porque te estás moviendo demasiado sobre él, pero no puedes evitarlo. Sus ojos te miran como si te estuviera juzgando, pero no podría importarte menos porque, niña, ¡estás teniendo lo que querías!
Todo lo que salía de su boca eran palabras denigrantes y malas, gruñidos y burlas sobre lo necesitada que estás de él. Su tono de voz profundo y bajo debido al cansancio lo único que hace es excitarte aún más. Su ceño se frunce cuando tus dedos se enredan en su cabello, tirándolo con fuerza, o cuando tu jadeo se hace más fuerte a cada segundo. Pero realmente hace esa cara para ocultar que en realidad piensa que te ves hermosa encima de él, perdida en el placer que te está ofreciendo solo con sus dedos.
Sus dedos salen y entran en tu coño con despreocupación y velocidad. El chapoteo de tu coño mojado y tus gemidos llenan la habitación y no puedes pensar en nada más que en correrte. Todo tu cuerpo arde de placer, escalofríos recorren tu columna de lo bien que se siente. Tu rostro se esconde en el cuello de Kunimi. Puedes sentir como tu orgasmo va creciendo poco a poco y de repente, el pulgar de Akira empieza a acariciar tu clítoris con círculos de caricias. Olas y oleadas de placer se extienden por tu cuerpo tembloroso y los gemidos salen de tu boca como un mantra, tu excitación moja toda la mano de Kunimi. Él no detiene su asalto a tu clítoris hasta que te agachas para agarrar su muñeca y alejarlo.
Te alejas unos centímetros de él para mirarlo a los ojos. Kunimi mira su mano y sus dedos llenos de tu esencia por unos segundos y luego te mira mientras se seca la mano en tu camisa. No puedes evitar soltar una carcajada al ver lo que hace. Luego, una sonrisa de satisfacción se dibuja en tu rostro al ver sus cejas aún ligeramente fruncidas. Repartes besos por su rostro en agradecimiento y puedes sentir su expresión suavizarse poco a poco. Las comisuras de sus labios se elevan en una pequeña sonrisa. Puedes notar que tiene algo en mente.
-Ya tengo sueño, pero podrías ayudarme a sentirme aún más cansado- dice kunimi con un tono sugerente. sus ojos miran al suelo brevemente con intenciones implícitas pero claras. digamos que inmediatamente estás de rodillas yk.
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