¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Te saltas las dos siguientes reuniones del proyecto, incluidos los mensajes que te envía Iwaizumi, que silencias sin leer. Lo evitas en clase y te vas antes de que pueda alcanzarte.
En cambio, te retiras a la biblioteca y trabajas en el proyecto por tu cuenta. Es como si hubiera una nube oscura sobre ti, siguiéndote a todas partes. Sientes que tu pecho está vacío y es una tarea ardua hacerte sonreír y reír en clase, pero no quieres que nadie sepa que eres miserable. Peor aún, miserable por su culpa .
Ves a Iwaizumi en una cafetería una vez, la misma a la que ambos fueron. Está encorvado sobre sus notas, con el ceño fruncido, una mano en su cabello oscuro. Se está mordisqueando el labio inferior en señal de concentración. Lo miras fijamente, sin poder apartar la mirada.
Quieres entrar, sentarte a su lado y dedicarle una de tus dulces sonrisas. Quieres acariciar la arruga de su frente, sentir su pecho bajo tus palmas, sentir su agarre en tu cintura.
Quieres volver a hablar con él y reírte con él. Quieres molestarlo, hacerle poner los ojos en blanco y suspirar.
Pero entonces recuerdas su beso, el beso, y se te encoge el pecho. Recuerdas el puño que tiene alrededor de tu corazón. Te alejas de él y caminas a paso ligero hacia casa.
Puedes evitarlo hasta el final del semestre. Una vez que entregues el proyecto, no tendrás ningún motivo para volver a verlo. Puedes simplemente fingir que no existe. Fácil.
Ojalá Iwaizumi te lo permitiera.
Estás en la biblioteca después de salir corriendo de clase. Encontraste un lugar tranquilo en la parte de atrás, detrás de todos los estantes, lo que te brinda algo de privacidad mientras trabajas en la última sección del proyecto. Estás sumido en tus pensamientos, escribiendo rápidamente, cuando una sombra se cierne sobre ti.
Miras hacia arriba, molesto, y ves a Iwaizumi.
Te quedas congelada, mirándolo fijamente, con la mano apretada alrededor del lápiz. Iwaizumi te devuelve la mirada, con el ceño fruncido siempre presente en su rostro. Tus ojos se mueven rápidamente hacia atrás mientras te preguntas qué tan rápido puedes escapar. Iwaizumi se desplaza a la vista, colocando una mano pesada en el respaldo de tu silla, bloqueándote.
—Esta vez no podrás escapar —dice en voz baja.
Apartas la mirada, suspiras profundamente y cruzas los brazos.
"¿Qué quieres exactamente de mí?", le espetas.
Un músculo rebota en la mandíbula de Iwaizumi. Sin decir nada, te arrastra fácilmente por el respaldo de la silla, alejándote del escritorio. Tu respiración se entrecorta ante su fuerza casual y casi te estremeces. Tus ojos se abren de par en par cuando él se arrodilla frente a ti.
—Quiero que seas jodidamente honesto conmigo —dice Iwaizumi claramente.
Cuando intentas desviar la mirada de nuevo, él te agarra firmemente por la mandíbula, obligándote a mirarlo.
