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"Dime qué necesitas."
Las fosas nasales te arden por el empalagoso aroma floral que flota en el aire del enorme baño mientras te sientas sobre la encimera de mármol blanco del lavabo, con la cabeza apoyada contra el ornamentado espejo.
Iwaizumi aprieta tu rodilla cuando no respondes, sus dedos callosos agarran suavemente la piel desnuda expuesta por la abertura de tu vestido, aunque sea solo por consecuencia, en lugar de una elección consciente.
—Una máquina del tiempo —murmuras con voz ronca mientras alcanzas a ciegas la caja de pañuelos que viste cerca del grifo cuando entraste.
Una mano roza la tuya, seguida por la suave presión del delgado cuadrado blanco contra las lágrimas calientes y furiosas que corren por tus mejillas.
"Eso está por encima de mi nivel salarial", se queja, "pero puedo ir a golpearlo si quieres".
Sueltas una risa acuosa y las yemas de tus dedos chocan mientras tomas el pañuelo y lo secas en las esquinas de tus ojos antes de desmenuzarlo en una bola.
En retrospectiva, deberías haber sabido que tu ex prometido estaría en esta boda, dada la desafortunada cantidad de amigos en común que ambos comparten. Pero de todos los movimientos atrevidos, ciertamente no esperabas que entrara con la mujer con la que te engañó.
No lo extrañas, en realidad no. No desde que quedó muy claro que se había estado acostando con su asistente personal durante la mayor parte de su relación. No desde que te diste cuenta de que todo lo que creías saber sobre él era mentira.
Es la vergüenza y la ira lo que alimenta las lágrimas restantes que aún amenazan con recorrer tu camino por las mejillas, lágrimas que empapan el nuevo tejido que Iwaizumi ya sostiene pacientemente debajo de tus pestañas.
"Para ser justos, siempre quise golpearlo", murmura Iwaizumi en voz baja.
Vergüenza, enojo y arrepentimiento por los sentimientos enterrados durante mucho tiempo hacia tu mejor amigo que ahora está frente a ti, con el ceño fruncido en fastidio y preocupación en igual medida.
Siempre ha estado ahí entre ustedes dos, esa sensación embriagadora y vertiginosa, cargada y zumbando como la atmósfera al borde de una tormenta eléctrica.
Pero el momento nunca ha sido el adecuado. Ni en aquel entonces, cuando las relaciones, la escuela, los deportes y los trabajos se interponían constantemente en tu camino. Y ciertamente no ahora, cuando ni siquiera deberías estar escondida llorando en ese baño tan elegante con Iwaizumi, no mientras él está saliendo con una de las damas de honor.
Parece que él también sabe exactamente lo que estás pensando, porque...
