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El pequeño y pelirrojo muchacho observó cómo su versión mayor, mucho más alta, se concentraba en poner glaseado de chocolate blanco sobre pastelitos que luego se servirían como postre. "¿Papá?"
"¿Mmm?
"¿Saori y yo somos monstruos?"
—¡¿Qué?! —exclamó Satori mientras el glaseado salía disparado del recipiente, arruinando el remolino perfecto en el que estaba trabajando—. ¿Quién te dijo eso?
"Algunos niños en la escuela me dijeron que Saori y yo somos monstruos porque tenemos el pelo rojo brillante, la piel morena y los ojos de un color extraño". Tratando de mantener la calma frente a su hijo, Satori inhala por la nariz y pregunta: "¿Y qué hiciste después de que esos niños te dijeran eso?"
"Rugí y los perseguí". Tras una breve pausa, Satori resopló y echó la cabeza hacia atrás . Sí, definitivamente es mi hijo.
"Ya estoy en casa". Olvidando el momento, Satoshi y Saori corrieron hacia la puerta mientras una cacofonía de mamá llenaba el aire. Te reíste tratando de hacer malabarismos con retener lo que los niños te decían, las bolsas de la compra, todo mientras te quitabas los zapatos. Levantaste la vista para ver la silueta de tu guapo y tonto esposo llenar la puerta al instante, lo que te hizo sonreír y sentirte cálida por dentro. "Hola, cariño".
"Hola, amor". Satori se acercó y agarró las bolsas de la compra que sostenías, inclinándose hacia delante para darte un beso. Sonreíste en el beso y lo envolviste con tus brazos deseando más hasta que un coro de " puaj " llenó la habitación. Ambos comenzaron a reír cuando preguntaste: "¿Hicieron sus deberes?"
"Sí mamá."
"Voy a empezar a preparar la cena, así que papá te ayudará a lavarte". Sentiste la mano de Satori agarrando suavemente tu antebrazo mientras decía en voz baja: "Pensándolo mejor, puedo preparar la cena esta noche. Acabas de salir del trabajo y los niños te extrañan".
"¿Eh? ¿Estás segura? Cariño, no es ningún problema. De todos modos, me toca a mí cocinar".
—Está bien, lo entiendo. —Te dio una sonrisa triste y suave antes de besar tu mejilla y caminar con dificultad hacia la cocina. Todos estos años que estuviste con él, automáticamente sabías que cuando algo molestaba a Satori, necesitaba mantener sus manos en movimiento. Miraste hacia abajo a tu hijo y a tu hija con su cabello rojo brillante y piel melanizada, ambos confundidos por lo que acababa de suceder. Aplaudiste para llamar su atención y gritaste: —¡¿Quién está listo para un baño de burbujas?! —chilló Saori y salió corriendo mientras Satoshi, con su mente siempre divagando y procesando, se dirigía lentamente al baño para prepararse para la hora del baño.
La cena y la hora de dormir transcurrieron sorprendentemente sin problemas. Te dejaste caer en la cama después de la ducha y ambos suspiraron aliviados. Satori te rodeó con sus brazos al instante, besándote la nuca y acercándote más a su pecho desnudo. "¿Satori?"
"Cariño, ¿creías que era un monstruo cuando empezamos a salir?"
—¿Qué? —Te giraste para mirar a tu marido, confundida sobre de dónde venía esa pregunta. Satori tenía una mirada distante mientras continuaba—. Sólo digo.
"No pensé que fueras un monstruo per se, pero me pareció extraño que quisieras salir conmigo entre todas las chicas que solían rodearte".
—A esas chicas no les agradaba. Me estaban usando para acercarse a Ushijima-kun. —Pasó un momento de silencio mientras te sentabas y mirabas a tu marido, notando un rastro de tristeza en sus ojos—. Mi amor —preguntas—. ¿De dónde viene eso? —Satori finalmente levantó la mirada, se esforzó para sentarse a tu lado y dijo—: Algunos de los niños de la clase de Satoshi los llamaban monstruos a él y a Saori.
"¡¿QUÉ?!?!! ¡Oh, demonios, no! ¿¡Tengo que patearle el trasero a algún niño!?" Al ver lo enfadada que estabas, Satori no pudo evitar reír con su Te envolvió en sus brazos, atrapándote entre sus piernas, su pecho desnudo contra tu espalda tratando de calmarte. "No sé a quién coño creen que están llamando monstruos a MI FAMILIA". Satori se rió entre dientes y te dijo: "Cállate, vas a despertar a los niños".
—Tú eres la que tiene esa risa de hiena. —Él reprimió su risa mientras te envolvía con sus largos brazos. Las palabras por sí solas no podían describir cuánto te amaba, lo agradecido que estaba de que fueras suya y de que lo quisiera a él y solo a él. Te dejó besos en la nuca, detrás de la oreja hasta que sintió que tu respiración se calmaba—. Te molestaste cuando Satoshi te dijo eso, ¿eh?
—Un poco. —Te giraste para quedar frente a él, le tomaste la cara y dijiste—: No eres un monstruo. Los niños y las personas ponen una etiqueta negativa a quienes son diferentes. Y, por más retorcido que pueda sonar, incluso si eres un monstruo, eres mi monstruo; y no lo cambiaría por nada del mundo. —Satori sonrió, se inclinó hacia delante con los ojos cerrados y te chocó suavemente el oído—. Te amo —susurró.
"Yo también te amo". Lo besaste y Satori pronto se encontró acostado boca arriba, mientras tú flotabas sobre él con tus manos en la cabecera. Él arqueó una ceja mientras decías sin aliento: "Déjame mostrarle a mi monstruo un poco de amor".
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