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—Sabes, Yaku —le entregaste una taza de chocolate caliente y miraste la tierra cubierta de nieve—. Es muy agradable cuando nieva por aquí.
"Lo es. En realidad es pacífico si me permiten decirlo". Yaku tomó con gusto el chocolate caliente y te rodeó con un brazo mientras miraba un árbol iluminado cercano.
"¿Tranquilo, dices?" Te reíste y te giraste para encontrarte con Kuroo gritándole a Kenma por jugar videojuegos después de su hora de dormir. Aun así, eso no hizo que odiaras ir a esos tontos viajes de voleibol con el equipo.
"Bueno, tan pacífico como puede ser". Yaku dejó su taza y te atrajo hacia sus brazos antes de abrir la puerta de un balcón cercano y sacarte al mundo nevado, lejos de la habitación calefaccionada del hotel.
"¡Oh, Dios mío! ¡No, Yaku! ¡Hace mucho frío!" Te reíste e intentaste soltarte de los brazos de Yaku, sintiendo que se te ponía la piel de gallina en los brazos.
—Quiero decir, es más lindo aquí afuera, ¿eh? —Yaku te soltó, se quitó la sudadera y te la entregó—. Estaremos aquí afuera por un momento, ¿de acuerdo? Solo quería ver la nieve de cerca.
Te pusiste la sudadera con capucha y abrazaste a Yaku. "La nieve es bastante tranquila... No puedo creer que no vayamos a hacer esto en un par de años".
—¿Qué quieres decir? —Yaku te frotó los brazos para calentarte un poco y te besó en tu fría nariz.
"Simplemente... no vamos a seguir haciendo estos viajes de voleibol para siempre, ¿sabes?"
"Woah... me has cogido el pelo, t/n."
—Lo siento —admitiste mientras rodeabas su nuca con tus brazos.
—No, no te disculpes. Sé lo que quieres decir. Pero por eso lo disfrutamos ahora, ¿no?
Asentiste y le diste un beso justo debajo del ojo. "Sí, tienes razón. Además, creo que estarás atrapado conmigo por un tiempo, Yaku".
-Así es, me dijiste cuando éramos niños que nos íbamos a casar, ¿verdad?
Te reíste y asentiste. "No puedes romper una promesa, ¿verdad?"
"Supongo que no." Yaku presionó sus fríos labios contra los tuyos mientras Kuroo definitivamente se reía de ambos a través de la puerta de vidrio.
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