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Cuando Kita Shinsuke te dijo que eras su primera novia seria a los 26 años, se disculpó de antemano por su "inexperiencia". Nunca te había besado, nunca te había tomado de la mano, nunca había tenido sexo. Sus mejillas enrojecidas eran tan encantadoras cuando las pellizcabas.
Pero sus preocupaciones resultaron ser completamente infundadas, porque...
Actualmente, te tiene inmovilizada debajo de él, besándote sin ningún rastro de vacilación.
Había comenzado con palmas grandes y suaves que ahuecaban tu rostro mientras presionaba besos con los labios cerrados. Luego, una mano se movía hacia la parte posterior de tu cuello para empujarte más cerca e inclinar tu rostro hacia arriba. Te baja lentamente hasta que estás boca arriba, una mano se abre camino por tu cuerpo hasta que acaricia tu cintura, alentándote a arquear la espalda y girar las caderas contra él.
La idea de bajar el ritmo para hablar con él se esfuma cuando su lengua empieza a enredarse con la tuya y, caray, parece que se vuelve más agresivo con cada jadeo que consigue sacar de tu garganta. Sus dos manos capturan las tuyas, entrelazando tus dedos por encima de tu cabeza, lo que te pone en una posición en la que te puedes rendir.
Y con el siguiente movimiento (completamente involuntario) de tus caderas, él coloca una almohada debajo de tu espalda baja arqueada.
"¿Dónde aprendiste eso?" jadeas contra sus labios.
La mirada que te dirige es inocente y confusa. "Pensé que te sentirías más cómoda si recibieras apoyo. ¿No es eso lo que debes hacer? Lo siento..."
—No, no. Eso es agradable. Es solo que... ¿cómo lo supiste...?
Satisfecho, te interrumpe para continuar, presionando aún más fuerte que antes. Hacen falta dos fuertes tirones de su camisa y tres débiles golpes en su hombro para volver a llamar su atención.
A regañadientes, te da un centímetro de espacio, pero no interrumpe el contacto visual cuando usa el pulgar para limpiar la saliva que cubre la comisura de tus labios. "¿Estás bien?", pregunta con voz áspera.
"S-solo necesito un segundo para respirar."
Él sonríe, depositando besos en tus párpados.
—Eres muy bueno en esto, Shin. ¿Seguro que nunca has besado a nadie antes?
Él ignora tus bromas. "¿Te sientes bien ahora?"
Te ríes. "Sí, sí, pero responde..."
—Bien —su pulgar húmedo se acerca para presionar tu labio inferior hinchado—. Porque aún no he terminado contigo.
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